Pese a los diagnósticos alarmistas, las redes sociales no parecen ser responsables del empobrecimiento del lenguaje. Los usuarios dejan de lado algunas normas para privilegiar la velocidad, pero saben diferenciar los contextos de comunicación.
29 de noviembre de 2017
(Jorge Aloy)
Que los políticos cometan horrores ortográficos en las redes sociales y sean condenados por esto no es nada nuevo, pero que los cometan quienes no están tan expuestos ya casi es moneda corriente; el problema es cuando esta forma de escritura se traslada a otros contextos de comunicación. ¿Por qué muchas veces se omiten las normas ortográficas en las redes sociales? Ocurre que lo fundamental es lograr la comunicación rápida, inmediata, acorde con la lógica de estas maneras de intercambio que la tecnología brinda.
Rápida y efectiva
Desde este punto de vista, Fabián Mónaco, director del Centro de Idiomas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral, quien es, además, profesor de Letras, explica que, generalmente, la gente usa las redes sociales para comunicarse a través de un lenguaje coloquial. El lenguaje tiene distintas funciones de acuerdo con los contextos en que se usa. Cuando se hace referencia a las normas que son propias de la lengua estándar, es decir, aquella que fue normativizada, que posee reglas ortográficas y que se enseña en la escuela, siempre hay que recordar que esta tiene una funcionalidad que se da en determinados contextos como, por ejemplo, los académicos.
«Cuando uno habla por teléfono con un amigo, cuando habla en el ámbito familiar, o en reuniones sociales es permitido que uno utilice el lenguaje de una manera que se sale de esa normativa propia de la lengua estándar. Con las redes sociales pasa lo mismo, los hablantes, a través de las redes, tienen la necesidad de la comunicación rápida y efectiva, no de ajustarse a las normas ortográficas y gramaticales. Ahora bien, si estoy escribiendo un mensaje de WhatsApp para un amigo puedo, en vez de escribir «que», utilizando la tres letras que forman la palabra, usar solamente la letra q o una abreviatura, pero esto no quiere decir que en mi trabajo como profesor vaya a reproducir exactamente lo mismo», señala en diálogo con Acción.
Claro que no siempre una escritura rápida garantiza la comunicación. El no colocar una coma o un acento puede inducir a problemas de comprensión.
«Es una característica del lenguaje humano la posibilidad de que exista el malentendido. La normativa ortográfica, fundamentalmente las comas, los signos de puntuación, las tildes, tienen esa función, no son un adorno, evitan la ambigüedad. Cuando se prioriza la rapidez, muchas veces ocurren malas interpretaciones: es parte de las características que tiene este fenómeno», subraya.
Ahora bien, ¿son las redes sociales culpables del empobrecimiento del lenguaje? Varios estudios aseguran que no. Uno de ellos fue llevado a cabo en la Universidad de Stanford y demostró que alumnos universitarios podían tener una escritura correcta en el ámbito académico aunque fuera de este utilizaran abreviaturas de todo tipo. Otra de las investigaciones se hizo en la Universidad de Alberta y evidenció que los adolescentes que respetaban las reglas ortográficas en la escuela también lo hacían en las redes.
Según el docente, «no hay que culpar a las redes sociales por las faltas de ortografía o una mala escritura, la cuestión pasa por la responsabilidad que cada usuario tiene de poder entender los contextos de uso».
«Generalmente, lo que hoy se plantea en el ámbito educativo es que hay una falta de concientización en las escuelas respecto de esto, de la diferencia que hay entre los contextos de uso de lenguaje –concluye Mónaco–. Es importante que la escuela impulse el desarrollo de la conciencia de lo que significa la escritura y el aprendizaje de la lengua estándar, necesaria para determinadas situaciones de la vida».