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Réquiem para el Metaverso

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Esteban Magnani

En 2021 Mark Zuckerberg anunciaba su proyecto más ambicioso. Medios y consultoras se sumaron a promocionar un negocio que nunca prosperó. ¿Qué falló?

Previsiones erradas. Pese al flujo de inversiones, pocos visitantes ingresaban a Meta.

Foto: Shutterstock

A fines de octubre de 2021 Mark Zuckerberg anunciaba al mundo que su empresa, rebautizada como Meta, se lanzaría a desarrollar la internet del futuro: una experiencia inmersiva llamada «Metaverso». Ya no usaríamos internet sino que estaríamos «dentro» de ella, en una experiencia mediada por anteojos de realidad virtual con auriculares, capaz de engañar a nuestros sentidos para hacernos sentir en ese mundo paralelo tal como en el mundo real.
Si bien se podía suponer que el CEO de Meta solo quería dejar atrás la mala imagen de Facebook profundizada recientemente por las filtraciones de Frances Haugen, el anuncio fue celebrado por el mercado. Ya había algunas señales de agotamiento en el crecimiento de las grandes corporaciones tecnológicas y resultaba necesario encontrar un nuevo (ciber)espacio en el que continuar la expansión de los negocios sin perder la velocidad a la que se habían acostumbrado los accionistas. Zuckerberg aseguraba que estaba dispuesto a invertir 10.000 millones de dólares por año para crear un ecosistema capaz de albergar a muchas otras empresas. 
En cuestión de meses, el Metaverso se transformó, al menos para los medios, en «the next big thing» («La próxima gran cosa», una forma de describir a las tecnologías disruptivas).
Las consultoras se peleaban por hacer las previsiones más grandilocuentes: Gartner, por ejemplo, vaticinaba que para 2026 el 25% de la población (no aclaraba si global o de los Estados Unidos) utilizaría el Metaverso al menos una hora por día para todo tipo de cosas, desde «ir a clases o comprar tierras digitales hasta construir sus casas virtuales». El Wall Street Journal aseguraba que el Metaverso cambiaría por siempre la forma en que trabajamos. El Citi auguraba que el proyecto movería 13 billones de dólares. 
Las empresas, desde Walmart a Disney, tuvieron miedo de quedar afuera y rápidamente lanzaron sus propios equipos para encarar desarrollos que les permitieran integrarse a «la internet del futuro». Otras empresas como Decentraland o Sandbox ofrecían la oportunidad de comprar «terrenos» virtuales en sus plataformas, las cuales eran parte del Metaverso: los medios celebraban los miles de dólares que se gastaban en esas cibertierras. Todo indicaba que semejante envión publicitario y cantidad de dólares lograrían crear ese mundo digital en el que todos nos moveríamos a la manera en que ocurre en películas como Ready Player One. Eran pocos los medios (uno de ellos, esta revista) que veían en este ambicioso proyecto sobre todo una forma de patear para adelante la inminente crisis en el crecimiento de Meta, más que algo realmente realizable con los recursos tecnológicos disponibles o que pudiera interesar a un público masivo. 
A menos de dos años del lanzamiento del Metaverso parece claro para todos que el futuro no llegó (o al menos no como había sido vaticinado) y que los más escépticos tenían razón.

Decepción
¿Qué falló? Sobre todo la experiencia de los usuarios: pese a comprarse los caros dispositivos necesarios para asomarse a ese nuevo mundo, la (supuesta) inmersión resultaba decepcionante. Por ejemplo, los avatares que se movían e interactuaban en el espacio virtual no poseían piernas sino que sus torsos flotaban por el espacio de manera muy poco realista. Los emprendimientos, negocios, salones, teatros y lugares de encuentro estaban casi vacíos porque no había nada demasiado divertido para hacer. O peor aún, solo quedaban en ellos acosadores: hasta tal punto resultaba inhóspita la interacción en el mundo virtual que una mujer denunció haber sido abusada sexualmente. Solo un puñado de visitantes diarios paseaba por sitios que habían sido valuados en cientos de millones de dólares.
Algunos medios intentaban mantener el interés prometiendo que 2023 sería el año del turismo en el Metaverso, pero eran cada vez menos. Zuckerberg también intentó insuflar nueva energía al proyecto: en octubre de 2022 anunció que «las piernas estaban por llegar al Metaverso» y lo hizo con un video en el que supuestamente se lo veía utilizando el nuevo sistema. Poco después se supo que había sido todo editado fuera del Metaverso con tecnología de animación. El CEO de Meta sufrió uno de los peores papelones de su vida (y eso que no han sido pocos).
Así las cosas, este año los medios especializados comenzaron a aceptar que el anunciado mundo virtual estaba muerto y que nadie podría resucitarlo. Al fracaso técnico del proyecto en sí, se sumó una crisis generalizada de las grandes empresas tecnológicas producto de las medidas financieras tomadas en los Estados Unidos que encarecieron el crédito. Años de dinero barato habían permitido financiar numerosos proyectos poco sólidos como los NFT o criptoactivos, generando burbujas que finalmente estallaron. El Metaverso fue una de ellas.
En noviembre de 2022, Meta se contó entre las primeras tecnológicas en anunciar despidos masivos: 11.000 trabajadores se fueron en un solo golpe. Más los seguirían en esa empresa y en otras en los meses siguientes. Las acciones de Meta nunca se recuperaron de la caída que sufrieron a comienzos de 2022, cuando se supo que habían disminuido los usuarios de Facebook. En ese contexto los gastos en desarrollar el Metaverso, lejos de entusiasmar a los accionistas, los enfurecía cada vez más.

Triste, solitario y final
Todas las evidencias indican que el Metaverso fue el fiasco más caro de la historia de la humanidad: solo Meta invirtió más de 100.000 millones de dólares en él. Es difícil calcular a cuánto llegaría la cifra total si se sumara lo que invirtieron otras empresas en sus propios desarrollos. El objetivo de engañar a los sentidos gracias a una costosísima tecnología, para permitir una experiencia similar a la que gozamos todos los días en el mundo real, resulta ridícula incluso si hubiera sido posible. Pero resulta aún más obsceno si se piensa en el impacto que podría haber tenido ese dinero de haber sido utilizado para la reconversión energética o suministrar agua potable y cloacas a los más pobres del mundo.
En marzo Zuckerberg abandonó definitivamente sus esfuerzos por mantener vivo el Metaverso y, luego de anunciar 10.000 despidos más, aseguró que la prioridad de su empresa sería la Inteligencia Artificial. Cualquier otro CEO habría sido eyectado de su cargo después de un fracaso tan descomunal, pero no es el caso de Zuckerberg, quien sigue manteniendo el control accionario sobre su compañía. 
Esta es la breve historia de otro verso del mundo tecnológico financiero, probablemente no el último.

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