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Volver a las vacunas

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María Carolina Stegman

La caída de la inmunización allana el camino para el resurgimiento de enfermedades erradicadas. Hartazgo social pospandemia, crisis económica y subestimación del riesgo como disparadores.

Abuelos. Hasta 2024, la vacunación para la gripe en este segmento etario fue menor al 50%; para ser óptima, la tasa de vacunación debería ser del 90% o más.

Foto: Shutterstock

De acuerdo con los datos del último Boletín Epidemiológico Nacional, que presenta números del 2 al 9 de marzo, se habían confirmado un total de 11 casos de sarampión en el país. En los últimos días se sumaron más y ya totalizan 14. Así, el 1º de febrero, el Ministerio de Salud de la Nación emitió una alerta epidemiológica, al detectarse que una niña de 6 años de edad con residencia en la comuna 14 de CABA comenzó con fiebre y desarrolló erupción cinco días después de un viaje al exterior.

A raíz del brote, las autoridades sanitarias de todo el país decidieron, durante la última reunión del Consejo Federal de Salud, avanzar en una estrategia focalizada de inmunización: se aplicará una dosis extra o adicional de la vacuna doble viral en el AMBA para niños de 6 a 11 meses y de 13 meses a 4 años.

Todo parece indicar que el paradigma que consolidaba a la vacunación como una de las intervenciones más eficaces para prevenir enfermedades perdió capacidad de convicción, un fenómeno que se da a nivel global.

La baja en la tasa de inmunización viene desde hace un tiempo. En 2024, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cobertura de vacunas mundial se había estancado y los datos correspondientes a 2023 mostraban que aún no se habían restablecido los niveles de 2019.

«Por un lado la pandemia por covid generó aislamiento, eso incluía los controles periódicos de salud y las acciones de vacunación; si bien se siguió con la inmunización, muchas veces la gente no quería salir por miedo. Luego, los equipos de salud fueron destinados a múltiples tareas, y eso sobrecargó el sistema de salud y no se podía dar respuesta –dice Analía Urueña, infectóloga–. La gran demanda de las vacunas de covid provocó un cansancio de la vacunación, por la cantidad de dosis que tuvimos, por la infodemia alrededor de la inmunización, las fake news, todo impactó negativamente sobre todo el calendario de vacunas», sostiene en diálogo con Acción la también vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).

Para la especialista, las bajas tasas de vacunación observadas responden a un cambio en el registro de las personas inmunizadas, que desde 2023 se hace nominalmente, con todos los datos de las mismas, lo cual permite tener cifras más cercanas a la realidad. No obstante, la disminución es un hecho que, sostiene, también puede ser explicado porque «las vacunas son víctimas de su propio éxito».


Completar el esquema
Si bien las tasas de cobertura varían de una vacuna a otra, para que la población esté protegida, esas cifras deben ser del orden del 95%.

«Hoy, si miramos la vacunación en lactantes, la mayoría de las vacunas tiene una cobertura de poco más del 70%. La pentavalente, por ejemplo, llega con la primera dosis a 80%, la segunda dosis que se aplica a los cuatro meses, posee una cobertura del 76% y la tercera dosis que completa el esquema está en el 68%, y se supone que estas poblaciones, lactantes y pediátricas, son las mejor vacunadas –grafica Urueña–. En tanto, si se miran las vacunas en la adolescencia, estas coberturas son más bajas aún: para meningococo está en el orden del 61% la cobertura, para prevenir HPV en mujeres es del 67%, segundas dosis 30% y en varones 60%, muy por debajo de lo que se necesita para tener protección adecuada», aclara la infectóloga.

Hanover. Cientos de personas se manifestaron contra la vacunación obligatoria infantil contra el sarampión. Tanto en Alemania como en otros países crece el movimiento antivacunas.

Foto: Getty Images

Casi en la misma línea, María Florencia Lución, pediatra y miembro de la Subcomisión de Epidemiología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), sostiene que la falta de percepción de las enfermedades impacta en la baja cobertura vacunal.

«Nos acostumbramos a crecer en un país donde no hay polio, no había sarampión; cuando éramos chicos era natural que las personas enfermaran de Hepatitis A, hoy no pasa –dice la médica–. También es cierto que las dificultades económicas y sociales pueden generar problemas para acceder al sistema de salud, a los vacunatorios; hubo una disminución en las visitas médicas, a los controles de salud donde los pediatras indicamos las vacunas para cada edad».

Para la pediatra, el riesgo de haber disminuido las tasas de vacunación radica en la reemergencia de enfermedades que ya estaban eliminadas o erradicadas. «El sarampión en nuestro país estaba eliminado, actualmente nos preocupa un brote muy importante en Estados Unidos y hay varios países que tienen brotes –explica Lución–. Por eso, la primera dosis es al año de vida, la segunda a los 5 años, a partir de esa edad todos tenemos que tener constatada dos dosis de vacunas o tener una serología que indique que tenemos anticuerpos», indica a Acción.


Adultos mayores
Así como se evidencia la baja tasa de vacunación en la población pediátrica, las coberturas en los adultos mayores también son deficitarias. Según señala Miriam Rozenek, infectóloga y geriatra, datos hasta 2024 muestran que la vacunación para la gripe en este segmento es menor al 50%, cuando la realidad es que para ser óptima la tasa de vacunación debería ser del orden de más del 90% o incluso más.

Respecto de la vacuna para prevenir la neumonía en adultos mayores, los últimos datos indican que se alcanzó solo al 40% de la población objetivo. «Estamos muy lejos de las metas de vacunación. Cuando tuvimos la pandemia por covid y clamábamos por una vacuna –dice Rozenek–, quienes nos dedicamos a la inmunización desde hace muchos años pensamos que la vacuna como institución se iba a reposicionar y las personas iban a estar más de acuerdo con vacunarse, que iban a ser más receptivas frente a las recomendaciones, y pasó lo contrario; la vacunación claramente nos sacó del desastre de la pandemia, pero el covid nos puso en un lugar muy vulnerable, entonces, al parecer, hablar de vacunas nos remite a ese estado», explica la integrante de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). En el caso de la población adulta mayor, la vacunación, además, no solo previene la enfermedad en sí, sino que impacta en las otras comorbilidades.

Entre las vacunas en calendario, obligatorias y gratuitas para adultos mayores, se encuentran la vacuna doble de adulto, que es la de difteria-tétanos, que se da cada 10 años; la vacuna contra la gripe, que es anual, al igual que la de covid; la vacuna contra la neumonía, que todas las personas mayores de 65 años deben recibir y hoy es una vacuna única; la 20-valente, que reemplaza el esquema previo de dos vacunas.

«Desde el sistema de salud estamos decepcionados con el contexto actual en materia sanitaria, fueron muchos años donde se había trabajado intensamente en las inmunizaciones como una política de Estado, teniendo uno de los calendarios nacionales de vacunación más completos de la región, son vacunas seguras, eficaces, gratuitas y obligatorias –señala Lución–. Desde la comunidad médica y el sistema de salud vamos a seguir trabajando para llegar a todas las familias y chicos y elevar las coberturas de vacunación».

Para Urueña, el camino es perseverar en la comunicación, pero también recuperar la solidaridad. «Este fenómeno de la caída de coberturas y de descreimiento de la vacunación es global, también se vincula con muchas miradas individualistas, con la pérdida de percepción de la importancia de la salud colectiva, de cuidar al otro –dice la infectóloga–; las vacunas son solidarias, no solo me protejo a mí mismo, sino al que tengo al lado, que puede ser un bebé recién nacido que no puede recibir la vacuna por su edad, una persona inmunocomprometida, o una embarazada, que no puede recibir vacunas a virus vivos; un entorno comunitario genera la protección de rebaño», concluye la profesional. 

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