Voces | ENTREVISTA A IGNACIO RAMONET

Desinformación en red

Tiempo de lectura: ...
Bárbara Schijman

Referente del pensamiento crítico, el escritor y periodista analiza el sistema comunicacional de las redes sociales y la posibilidad que abre a narrativas conspiracionistas.

Foto: Juan Quiles

«Con el auge exponencial de las redes sociales, y en los últimos tiempos el aporte de la Inteligencia Artificial, la desinformación se ha vuelto muy difícil de identificar», sostiene Ignacio Ramonet. En este contexto, «es cada vez más difícil distinguir lo cierto de lo falso, lo verdadero de lo dudoso, la realidad de la ficción», advierte. 
Escritor, periodista, doctor en Semiología e Historia de la Cultura en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Ramonet señala la ausencia absoluta de espíritu crítico: «Las redes sociales están hechas sobre todo para actuar; te empujan a repetir, a difundir, a compartir el mensaje. Son poco racionales y procuran convicciones que se hacen por impacto, no por un razonamiento lento o progresivo. Lo que domina a las redes es el pensamiento mágico. La verdad es cada vez más emocional y no real». 
Referente indiscutible en el pensamiento de la izquierda mundial y analista de la realidad latinoamericana, Ramonet es autor, entre otros, de La tiranía de la comunicación; Propagandas silenciosas. Masas, televisión, cine; Guerras del siglo XXI; El imperio de la vigilancia; y La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio.

La era del conspiracionismo se propone entender el imaginario de los asaltantes al Capitolio, en enero de 2021, por un lado, y las razones que han llevado a las clases medias empobrecidas a caer en una desconfianza sistémica, en teorías conspiracionistas y en la cultura de la mentira, por otro. Compara, además, lo sucedido en Washington con el asalto a la Plaza de los Tres Poderes, de Brasilia, en enero de 2023. ¿Por qué sostiene que estos ataque resultan de una «crisis global del nuevo sistema desinformativo de las redes sociales»?
–Es una era en que las redes sociales ejercen una influencia mental y psicológica como nunca antes la tuvieron la radio, el cine, la televisión, la prensa. Es cada vez más difícil distinguir lo cierto de lo falso, lo verdadero de lo dudoso, la realidad de la ficción. Esta situación favorece la difusión de teorías conspiracionistas. Ambos ataques, como otros, resultan de la crisis global que está provocando el nuevo sistema desinformativo de las redes sociales. La gobernabilidad política está en crisis como consecuencia de la aceleración desatada de las redes sociales y de la progresiva conversión de las mentalidades al culto de la mentira. La idea es que hay una articulación entre condiciones materiales de existencia y la estructura de la información, que es cambiante porque se articula con los progresos de la tecnología. La comunicación desde hace siglo y medio no ha conocido un largo período de estabilidad, porque prácticamente cada 25 años hay un cambio tecnológico decisivo que cambia el funcionamiento de la comunicación y, en particular, de la información. Por consiguiente, no hay estabilidad.

–¿Qué efectos tiene esta ausencia de estabilidad?
–En este contexto se produce un doble fenómeno. Por una parte, un fenómeno socioeconómico, que es el desgaste de las clases medias prácticamente en todos los países desarrollados. La degradación de las clases medias en muchos países lleva precisamente a que estos nuevos instrumentos establezcan un caldo de cultivo para que estas clases desclasadas, que ven perder su posición en la sociedad, adhieran a teorías que les dan una respuesta sencilla e identitaria a los problemas materiales que encuentran. Por otra, el hecho de que las redes sociales se convierten en el medio dominante desde hace siete u ocho años. A su vez, esto crea un doble desconcierto. Por un lado, un desconcierto social, porque prácticamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial se pensaba que una sociedad debía avanzar hacia el aumento de su clase media porque constituía una suerte de colchón amortiguador entre las clases dominantes y el proletariado protestatario y, por consiguiente, se construían sociedades más pacificadas y más armoniosas. Por otro, desde el punto de vista comunicacional, las clases dominantes y, en particular, el poder, con sistemas de comunicación de puntos central –como la televisión o como la radio– tenían la capacidad de imponer un discurso al conjunto de la sociedad. Estas dos consideraciones se deterioran en estos últimos años. En la actualidad, precisamente, el caso de Estados Unidos es muy característico de esto último.

Foto: Juan Quiles

–¿Por qué?
–Trump es el resultado de este doble fenómeno, entre otras cosas, evidentemente. Globalmente, estos dos fenómenos van a producir el trumpismo y, de manera semejante, con elementos complementarios, como es la llegada masiva de emigrantes a muchos países, en particular a Europa, donde surgen fenómenos de derechas y de conspiracionismo, de la misma manera; y el hecho de que los sistemas de comunicación ya no son controlables porque son muy individualistas y con una capacidad de influencia que no está fácilmente determinada. Con el auge exponencial de las redes sociales y en los últimos tiempos el aporte de la Inteligencia Artificial la desinformación se ha vuelto muy difícil de identificar.

–¿Qué espera, a futuro, de la Inteligencia Artificial?
–Es un fenómeno que se complica enormemente en la medida en que ya no hay un discurso central. El discurso del poder no se manifiesta, por ejemplo, como lo hacía hasta los años 70 y 80, donde en cualquier país había un canal de televisión dominante, ya fuera público o privado, y ese canal de televisión dominante era capaz de tener una influencia considerable por el efecto en términos de audiencias. Esto desaparece poco a poco. La Inteligencia Artificial está modificando el tipo de discurso que se puede tener y está consiguiendo que finalmente la apariencia pueda ser elaborada de tal manera que parezca real cuando resulta ser artificial. Este fenómeno de desinformación y manipulación hoy alcanza niveles muy elevados. Y, por otra parte, la capacidad del individuo de poder sortear y evitar ser manipulado pasa a ser más difícil aún. Hay ejemplos en la historia de la comunicación de manipulaciones espectaculares en el siglo XIX. Así se desencadenó, por ejemplo, la intervención de Estados Unidos en Cuba a final del siglo XIX. Esto no es nuevo, pero ahora las herramientas de las que disponen aquellas fuerzas que desean manipular son infinitamente superiores y la resistencia individual es mucho más difícil. A futuro, posiblemente quien controle la Inteligencia Artificial controlará la verdad.
–Describe a las redes sociales como «una auténtica industria de noticias falsas». ¿Sobre qué elementos se apoyan? 
–Las redes sociales repercuten claramente en base a dos elementos fundamentales que no son de tipo racional: la emoción y los sentimientos. No están hechas para informar, sino para emocionar. Están hechas sobre todo para actuar; te empujan a repetir, a difundir, a compartir el mensaje. Son poco racionales y procuran convicciones que se hacen por impacto, no por un razonamiento lento y progresivo. Por eso los memes y la imagen tienen tanta importancia. Y en ese sentido evidentemente las redes se difunden a toda velocidad. La palabra viral lo dice todo: como si fuera un virus. Las fake news, por caso, circulan mejor porque son más grandes y sorprenden más. Está demostrado científicamente. Y esto sucede fundamentalmente cuando las sociedades se polarizan. Indudablemente la dominación feroz de las redes ha promovido el surgimiento de una cantidad considerable de problemas nuevos: la proliferación de manipulaciones, posverdades, mentiras falsas.

–¿Qué hacer frente a la desinformación?
–Como siempre digo, primero estudiar el fenómeno. Tenemos que entenderlo para saber contra qué nos estamos oponiendo. Por otra parte, no hay que olvidar que hoy tenemos a nuestra disposición exactamente las mismas armas. La Inteligencia Artificial también está a nuestra disposición; todo el mundo tiene acceso a ChatGPT, a sistemas de manipulación de imágenes y de desmanipulación de imágenes. Por consiguiente, muchas herramientas ahora se han democratizado y no podemos únicamente lamentarnos y llorar diciendo no podemos hacer nada. Hoy estamos muy equipados para poder enfrentar esta situación a condición de no ser pasivos y a condición de tener la voluntad de aprender a utilizarlas y de movilizarnos también colectivamente para saber cómo funcionan. El sistema comunicacional se mueve y tenemos que movernos.

Estás leyendo:

Voces ENTREVISTA A IGNACIO RAMONET

Desinformación en red