Voces | ENTREVISTA A LULI TRUJILLO

Lo que hay detrás de una noticia

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Beatriz Chisleanschi - Fotos: 3Estudio/Juan Quiles

Aunque en la conducción muestra un estilo divertido y relajado, la periodista no deja de reflexionar con seriedad cuando se trata de televisión y medios.

Lucila Trujillo, o «Luli», como quiere y le gusta que la llamen, rompe los esquemas en las formas de hacer periodismo. Divertida, desenfadada, auténtica, pero sin perder la seriedad que la noticia requiera, se la ve a diario en las pantallas de C5N y en la TV Pública.
Criada en el barrio porteño de Belgrano, mientras cursaba la escuela secundaria en el colegio Esquiú ya tenía claro que el periodismo era su destino y así fue como, al año de egresar, comenzó su formación en la Escuela TEA y siguió con la carrera de Comunicación en la Universidad de El Salvador. La otra pasión que no oculta –y de la cual se enorgullece ante Acción– es su amor por Huracán, el equipo de Parque Patricios.
–Del barrio de Belgrano y un colegio religioso a TEA, el feminismo, la legalización del aborto y el fanatismo por un equipo popular y de Parque Patricios. ¿Cómo fue ese proceso?
–De crecimiento y maduración. De hacerse preguntas y de tener un entorno muy amoroso, siempre, que comprende también las diferentes ideas que van surgiendo. Y, también, mucho interés por lo que estaba pasando en otros lugares. En cuanto a mi pasión futbolera –más allá de que soy hincha de Huracán por mi abuelo–, vivo en Belgrano pero nací en Parque Patricios. La gente piensa que vivo en Parque Patricios porque soy quemera, se tienen que enterar que hay hinchas de Huracán en toda la Argentina, en cierto modo mi misión es comunicar eso (risas).

«Para mí el humor es muy importante, así como reírse de uno mismo. Suelo equivocarme al aire y suelo pedir perdón. No hay que tenerle miedo a que ocurra.»

–¿Y cómo fueron esos comienzos en el periodismo?
–Pasó mucho tiempo, tengo 33 años, fueron épocas intensas y estuvo bien. Arranqué como productora en Radio 10 a los 20 y lo fui a lo largo de tres años. Una Radio 10 en la que los líderes eran Oscar González Oro, Marcelo Longobardi y Baby Etchecopar, ahí aprendí un montón y estoy muy agradecida. Luego pasé a ser movilera por siete años y en 2016 entré a C5N. Fue un paso a paso: producción de radio, móvil de radio y de TV y ahora conducción. Siempre agradezco las oportunidades que se me fueron dando y a toda esa gente que confió en mí cuando yo no lo hacía.
–Podríamos decir que hay algo de atrevido en tu forma de hacer periodismo. ¿Así en la vida como en la profesión?
–No soy muy consciente de que estoy en televisión, hago o digo cosas que después, pienso, no debería haber dicho, pero bueno, ya es tarde, no puedo volver el tiempo atrás. Así que, en ese sentido, no sé si es una manera tan razonada, es un poco lo que soy, que a alguien puede gustarle y a otros no, pero siempre entendiendo que tengo una responsabilidad. Si hablo de la entrega de los Oscar una puede tirarse un par de licencias, pero en otros temas, no. Para mí el humor es muy importante, así como poder reírse de uno mismo. Suelo equivocarme mucho al aire, suelo pedir perdón y pienso que no hay que tenerle miedo a que ocurra, o a trabarse en un momento, o no saber qué decir y decir «no sé». Me parece que eso es lo que le falta a cierta comunicación periodística, decir: «Che, de esto no sé, o no me interesa, no sé cómo abordarlo» y ser sincera en otras situaciones. Por eso le agradezco a los lugares donde trabajo porque me lo permiten.
–Tu mirada feminista, ¿estuvo desde el vamos?
–No, mi mirada feminista no estuvo de entrada. Yo soy parte de esa generación que, a partir del 2015 comienza a cuestionarse y preguntarse, cuando se empieza a hablar de ciertos temas y se da cuenta de que hubo situaciones que no llegaron a ser de abuso, pero sí de micromachismos constantes. En ese sentido, fue progresivo y colectivo el crecimiento y está bien que haya sido así, porque fue parte de un proceso, como todos.

–¿Cómo ves el lugar que las mujeres ocupan hoy en los medios de comunicación? ¿Se están rompiendo el techo y las paredes de cristal o falta mucho para que esto suceda?
–Aún falta una barbaridad. Yo trabajo en televisión y las principales figuras son en su mayoría hombres, y de una determinada generación, con lo cual ni siquiera es que hay una voluntad de que haya un cambio. Se fue dando así y durante muchísimo tiempo nadie se lo cuestionó. Recién ahora nos comenzamos a preguntar por qué esta situación. Tengo el orgullo de decir que en el programa que hago en C5N, yo soy la conductora; la columnista de Política es mujer, Paula Marussich; la de Judiciales es mujer, Irina Hauser; la de Policiales es mujer, Yanina Álvarez. Se arman mesas de debate y todas somos minas, pero en la TV argentina hay toda una generación de más de 45 años que está invisibilizada, no tienen voz y esto no es porque no hayan querido estar, sino porque la sociedad las iba expulsando. No hay mujeres de distintos cuerpos o de distintos colores de piel y digo esto desde mi lugar de hegemónica. Si no lo digo yo, que tuve privilegios por ser blanca, hetero, de la Ciudad de Buenos Aires y que encaja en ciertos parámetros, entonces quién lo puede llegar a decir. Creo que falta un montonazo para que lleguemos al mismo lugar de igualdad en la TV.

«En la TV hay toda una generación de más de 45 años que está invisibilizada y esto no es porque no hayan querido estar, la sociedad las iba expulsando.»

–Tu discusión con el fiscal Santiago Terán, ¿fue un punto de inflexión en tu carrera profesional?
–Ese hecho se viralizó un montón, hubo mucha gente que me conoció a partir de ese momento, pero ya venía trabajando en los medios de comunicación desde hacía rato. Cuando me preguntan sobre ese tema, me autopregunto si mi manera de reaccionar fue suerte o el resultado de un proceso. Estoy convencida de que fue el resultado de un proceso personal y colectivo. Personal, como le puede pasar a cualquier mujer en un ámbito de laburo que un día mete un gol por lo que sea. En ese sentido, creo que actué muy políticamente correcta, entonces eso hizo que a todo el mundo le cayera bien mi reacción. Siempre quiero remarcar que, si yo hubiese llorado, gritado o cortado el teléfono en esa conversación y no hubiese respondido como lo hice, también habría estado bien, porque si no parece que todo vuelve al centro de cómo responde la mujer, cómo su actitud frente a determinada situación la paraliza, entonces respondí como respondí, salió como salió. A mí, lo que me interesa marcar es lo otro, que si no hubiese actuado de esa manera también era correcto. Era un hecho de violencia importante y muy burdo, además, porque estaba en televisión en vivo, al entrevistado no le importaba nada y ahí se muestra la impunidad de ciertas personas que, si hacen eso en televisión en vivo, que harán a puertas cerradas.
–¿Cómo ves hoy al Poder Judicial en relación con la perspectiva de género?
–Que es una vergüenza absoluta y que no depende solamente de que los altos cargos lo conforman mayoritariamente hombres, sino que también hay mujeres con una mirada muy poco favorable al tema género. Creo que tiene que haber una reforma judicial muy profunda que saque, incluso, a la mujer del lugar de cuidados por el hecho de ser mujer y considerar que posee el instinto materno. Ni hablar con lo que tiene que ver con las denuncias de violencia de género o las causas por abuso en que la víctima es revictimizada cientos de veces por preguntas, por titulares o por lo que llega a los medios de comunicación. Me parece que hay una deuda impresionante del Poder Judicial en general, y también no solamente con el colectivo de mujeres, sino con las diversidades. Tehuel de la Torre sigue desaparecido y muy poco se ha hablado desde la Justicia sobre lo mal que se trabajó en esa desaparición.

–¿Considerás que se necesita una nueva ley de medios y que debería incluir una mirada de género?
–Cuando hablamos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que se sancionó en su momento –y que hoy está paralizada–, no se redactó desde una perspectiva de género, con lo cual hoy nos debemos otro desafío. Si discutimos los medios de comunicación en Argentina deberemos incluir a las diversidades y a las mujeres en ese contexto de debate. Hoy por hoy, si uno revisa la ley vigente hay un montón de cosas que sería buenísimo aplicarlas y otras que ya quedaron viejas por la velocidad en la que va todo en la comunicación.

«Me da mucho orgullo trabajar en la TV Pública, allí me siento muy cómoda, se trabaja a full y hay un amor muy grande por la calidad televisiva.»

–Sería una forma de deconstruir el hacer periodístico.
–Obvio. Cómo encarar la noticia, qué ver en la noticia, en qué contexto, por qué sucede eso, estamos hablando de esto pero hay que ver que pasa detrás, cómo llegamos a este lugar. Los femicidios son lo más claro de todo esto, hay una noticia, quién la mató, cómo la mató, cómo se llegó al lugar de tener que vivir determinada situación o cómo llegamos al número de femicidios actual, que no baja. Ahí sí es el lugar en el que una, como comunicadora, tiene de darle una vuelta.
–¿Cómo es trabajar en un medio público, cuando está siendo amenazado por ciertos sectores políticos que podrían llegar a ganar las próximas elecciones?
–A mí me da mucho orgullo trabajar en la TV Pública, es un lugar donde me siento muy cómoda, hay grandes compañeros, se trabaja a full, hay un amor muy grande por la calidad televisiva, para que las cosas salgan bien, lindas, bellas y que la imagen y sonido estén a la altura de las circunstancias. En ese sentido, qué me podría sorprender de una persona que quiere hacer ahí una torre y tirar abajo un edificio construido para hacer televisión. Hablás de la televisión pública y hablás de la historia argentina. Lo que deseo para todos los medios públicos es crecimiento, todo lo contrario a cerrarse, que sean cada vez mejores, que salgan mejores productos, más eficientes en el mejor sentido de la palabra, porque la palabra eficiente está ligado siempre con la derecha, que considera que hay que cerrarlos y que queden solo cinco personas trabajando. Eficiente en el buen sentido, de un buen laburo.

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