7 de noviembre de 2023
«Los líderes son un activo fundamental para los partidos, pero a veces pueden ser un problema», dice la socióloga, en alusión a Macri, sobre la ruptura política en Juntos por el Cambio.
Los resultados de las últimas elecciones generales dejaron a Juntos por el Cambio (JxC) no solo fuera del balotaje sino además en una profunda crisis. La mala performance electoral, sumada al posterior apoyo inconsulto de Mauricio Macri y Patricia Bullrich a la candidatura de Javier Milei, hizo poner en duda la continuidad misma de la coalición de derecha.
Mariana Gené, socióloga, investigadora del CONICET y coautora junto a Gabriel Vommaro del libro El sueño intacto de la centroderecha, analiza y contrasta el presente de la fuerza cambiemita, su desempeño en las elecciones, la posibilidad de una continuidad y el papel de Mauricio Macri; con las ideas que dieron fruto a aquel libro que, publicado hace no más de un año, parece hoy extrapolado de otra realidad.
–¿Cuáles fueron las razones del fracaso electoral de Cambiemos que hace que hoy «el sueño de la centroderecha» haya quedado lejos de estar «intacto»?
–En efecto, ese sueño que parecía intacto después de la salida del poder de Juntos por el Cambio en 2019, donde se había ido con el 40% de los votos y donde dos años después había podido ganar las elecciones capitalizando los errores de la coalición gobernante, hoy parece más bien en problemas. El principal inconveniente fue que, en una estructura bicoalicional, un outsider de derecha radical le arrebate su lugar. Pero, además, hay que sumar la interna feroz entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Con algunos puntos álgidos, como el de Maximiliano Pullaro y Carolina Losada en la provincia de Santa Fe, donde ya parecía que no había ninguna regla básica para competir en una interna, pero cuidando la marca partidaria. Lo mismo en la provincia de Buenos Aires donde no pudieron ir con candidaturas unificadas y no solo Diego Santilli y Néstor Grindetti se enfrentaron para la candidatura a la gobernación, sino que en 133 de los 135 municipios también hubo competencia, lo cual desgastó muchísimo a todos los dirigentes e hizo que después, de las PASO a las generales, hubiera muy pocas posibilidades de suturar tan rápidamente las diferencias abiertas entre esas listas. Pero sobre todo se mostró demasiado similar al Frente de Todos peleándose en el poder. De repente la diferenciación con respecto de la coalición peronista era cada vez más tenue, pareciéndose cada vez más a la casta, con políticos peleándose entre sí, en un contexto de crisis económica y sufrimiento social.
«Bullrich tuvo que hacer un juego imposible: ir a buscar los votos moderados de Larreta y también convocar a los que se le habían ido por derecha con los libertarios.»
–¿Cómo viste la performance de Patricia Bullrich como candidata?
–Tuvo realmente un escenario muy complejo a partir de las PASO. Tuvo que hacer un juego imposible: tenía que ir a buscar los votos moderados de Larreta y también convocar a los que se le habían ido por derecha con los libertarios. Ya en términos de posicionamiento era muy difícil. Y encima de todo hacerlo con un partido francamente desordenado en oposición a lo que había sido históricamente el PRO, muy centralizado y profesionalizado para llevar a cabo campañas electorales. En este caso, la interna fue desordenada y la campaña también.
–¿Javier Milei destruyó JxC o fue Mauricio Macri?
–En esta situación crítica Juntos por el Cambio mostró algunas de las aristas que ya se habían expresado en su paso por el gobierno, que es su dificultad para tener canales de coordinación más o menos institucionalizados, resolver conflictos internos y saldarlos mediante vías que sean aceptadas por todos los miembros. Cuando Macri era el líder indiscutido del espacio, esto se ordenaba incluso con el disgusto de alguno de los socios, pero que aceptaban que Macri había ganado ampliamente la interna en 2015. Sin embargo, las molestias se fueron acumulando y el radicalismo esperaba tener un mayor protagonismo. Ahora es un contexto propicio para el pase de factura: con tres cifras de inflación y con una crisis que pensaban que iban a poder capitalizar y volver al poder. Además, la actitud de Macri de negociar de forma autónoma sin discutir previamente los pone en crisis. Saltó sobre su propio partido y sobre la coalición. Esto pone en riesgo la continuidad de la fuerza paradójicamente cuando tienen a nivel nacional más poder que nunca, a pesar de haber quedado afuera del balotaje, con diez gobernadores y la segunda fuerza en el Congreso.
–¿Pero cuánto influyó el egocentrismo de Macri en esta crisis?
–Los líderes son un activo fundamental para los partidos, pero a veces pueden ser un problema. Y pareciera ser el caso de Macri en el presente. Por un lado, es alguien que supo construir un partido competitivo, que le dio votos, una figura que tenía mucho conocimiento público a nivel nacional y con un electorado consistente, incluso después del fracaso de su gestión. Sin embargo, también se volvió un problema porque obstaculiza la institucionalización del partido. Todo se armó a su imagen y semejanza, con decisiones muy dependientes de su círculo más de confianza y sin objeciones. Por todo eso, ahora, que el partido se vuelve más diverso, con líneas internas que compiten entre sí, Macri obstaculiza la proyección de algunos de esos nuevos líderes internos, como Larreta, Vidal o la misma Bullrich. Se suele decir que no hay que poner tanto peso en las personas, pero en el caso de Macri pereciera haber algo de disgusto con sus posibles sucesores y con la idea de que ninguno de ellos se alinee tras sus expectativas. De ahí que no apoye a nadie y en cambio contribuya al crecimiento de un opositor al partido, pero que coincida con sus ideas. Aquí pareciera que hay algo de la personalidad de Macri que se revela en esta coyuntura crítica.
«Ahora, que el partido se vuelve más diverso, con líneas internas que compiten entre sí, Macri obstaculiza la proyección de algunos de esos nuevos líderes.»
–¿Cuánto tiene que ver en este fracaso electoral, y en esta incipiente desintegración del espacio, el hecho de haber surgido como una fuerza que tenía tan solo al antikirchnerismo como objetivo?
–En cierto que parte de la conformación de Cambiemos terminó posibilitándose por la oposición al kirchnerismo, pero también es cierto que el programa en común, con disparidades, fue consolidándose. Pasa que llevarlo más hacia la derecha extrema hace más difícil tener el apoyo de todos los radicales o la Coalición Cívica. De todas maneras, los acuerdos no estuvieron exentos de diferencias por las tradiciones de las que provienen los distintos dirigentes. Pero si bien eso se galvanizó con la oposición al kirchnerismo, no era solo eso. Y fue una estrategia electoral exitosa de supervivencia organizativa para el radicalismo y de nacionalización para el PRO, que ahora está puesto en peligro. Y sobre todo que ahora que la alteridad con respecto del kirchnerismo, en momentos en que el peronismo también parece en vías de transformación y el candidato de Unión por la Patria no es un exponente del kirchnerismo, es más difícil de sostener esa retórica polarizante que fue muy eficaz para una parte del electorado, pero es difícil hacerla mayoritaria.