5 de abril de 2023
La defensora de las infancias de la Nación analiza el tratamiento mediático de las denuncias de abuso. «La autonomía no nos exime de la responsabilidad de cuidar», asegura.
Desde 2019 Marisa Graham es la primera Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de la Nación. Docente y abogada especializada en Derecho de Familia, fue la responsable de diseñar el Plan de Acción Nacional que forma parte de la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (Nº26.061) de 2006, cuyo objetivo es proteger y garantizar los derechos de las infancias y adolescencias. En una charla con Acción habló sobre el tratamiento mediático de los casos de abuso sexual contra niños y adolescentes que involucraron a personas famosas, la falta de la opinión experta y también de la autonomía de los chicos y chicas, algo que para ella es un proceso paulatino y emancipador que no nos exime de la responsabilidad de cuidarlos, como portadores de una vulnerabilidad esencial por ser menores de edad, una tarea del Estado, la Justicia a través de sus leyes y códigos, y también de las familias. Para Graham además, pese a que los niños, niñas y adolescentes son un tercio de la población argentina «en los medios sólo aparecen cuando son víctimas o victimarios», pero no se los considera como ciudadanos plenos.
–¿Qué opinión le merece la forma en que está planteado el tema sobre las acusaciones de abuso sexual a menores en los medios?
–La primera cosa que te diría es que este tema tiene trascendencia justamente porque los denunciados son personas famosas, ojalá se le dieran a esto temas más “aire” y fueran tratados con un poco más de seriedad. No voy a generalizar, pero me parece que pareciera que como son nenes y nenas o chicas y chicos, todos saben, todos pueden opinar; no se llama ni a especialistas en Derecho Penal, porque se está en este caso hablando de un presunto delito cometido, ni a especialistas en derechos de infancias y adolescencias.
–¿Todas las adolescencias son iguales? ¿Hay chicos y chicas más vulnerables que otros?
–No, ninguna adolescencia es igual, las personas somos únicas. Hay distintas maneras de transitar la experiencia de la adolescencia y distintos contextos, ahora esos contextos no hacen más vulnerables a las chicas y los chicos. Los más pobres no son los más vulnerables, hay chicos y chicas de capas medias y medias altas que sufren abuso intrafamiliar que son las denuncias que más nos llegan a esta Defensoría, son los sectores que acceden a nosotros y que están judicializados, que tienen abogados privados, posiblemente porque los más pobres no acceden a la Justicia, sino que acceden más las capas medias y medias altas. Por otro lado, las niñas, niños y adolescentes, todos, hasta que cumplen la mayoría de edad, son vulnerables y por esa vulnerabilidad esencial que tienen son titulares de una protección especial por parte del Estado, de la sociedad y de las familias, así lo dice la Convención sobre los Derechos del Niño.
–¿Qué caracteriza a esa vulnerabilidad?
–Son vulnerables porque dependen del mundo adulto para muchas cosas, los representantes de los niños y niñas son sus papás y mamás. Ahora, nuestro Código Civil y Comercial dice que a mayor autonomía menor representación, es decir, que a medida que las nenas y los nenes van adquiriendo mayor autonomía para ejercer sus derechos sin necesidad de un representante, esa autonomía se reconoce. Pero también hay determinadas edades para ejercer determinados derechos.
«El Código Penal pone edades: 13 años, 16 años, pero hay que tener en cuenta que como los niños, niñas y adolescentes dependen de otros, son vulnerables.»
–Nuestro Código Penal habla de los 13 años como la edad mínima para el consentimiento sexual ¿Se puede señalar como la edad de mayor autonomía?
–El Código Penal pone edades: 13 años, 16 años, pero hay que tener en cuenta que como los niños, niñas y adolescentes dependen de otros, son vulnerables; hay abuso no sólo por arriba o por abajo de los 13 años. Por abajo de los 13 años es siempre un abuso, una nena de 10 años embarazada fue violada, hubo abuso con acceso carnal, está claro, no hay nada que explicar. Entre los 12 y 13 o 13 y 14, el Código Penal pone una edad, porque tiene que hacerlo, no es lo mismo que el Código Civil, se necesitan tipos muy definidos, y está bien que sea así, es la garantía que tenemos todos los ciudadanos, de que los delitos estén tipificados y las conductas que son delitos sean tipificadas y no se puedan comparar con otras. Ahora bien, un nene o nena, o una chica o un chico de 14 o 15 años también puede ser abusado, porque se pueden dar otras condiciones, como por ejemplo, la diferencia de edad entre el chico o la chica y el adulto, y esto también está tipificado por el Código Penal, no hay mucho más para decir ahí.
–¿Cuál es el punto de límite para hablar de abuso? ¿Hasta dónde se habla de autonomía?
–A partir de los 16 años no hay abuso salvo que haya una violación. Cuando una persona dice que no, aun dentro de un matrimonio, es abuso o violación, aunque sea una persona adulta. Es cuando hay un otro que ejerce tal autoridad que la persona se ve compelida, algo que ocurre en los trabajos por ejemplo cuando el jefe amenaza o extorsiona a alguien con que va a perder el empleo si no accede a dejarse hacer determinadas cosas, eso mismo pero con agravantes se aplica para las personas menores de edad. Por esta vulnerabilidad esencial es más fácil que los adultos se aprovechen de cierta «inocencia».
–¿Qué lugar ocupa el cuerpo de niños, niñas y adolescentes en nuestra sociedad?
–Resulta difícil para los y las adultas desde reconocer dentro del hogar que mi hijo o hija, tenga la edad que tenga, es un otro, hasta reconocer, como adulto, que tengan la edad que tengan esos hijos además son ciudadanas y ciudadanos. Los niños y adolescentes son un tercio de la población mundial, un tercio de los argentinos y argentinas y a veces no aparecen. En los medios sólo se ven cuando son víctimas o victimarios, pero no se muestran las cosas que hacen bien, no hay contenidos que muestren a chicos y chicas haciendo cosas positivas para ellos y la sociedad. Los niños y las niñas, los chicos y chicas no son sólo víctimas o victimarios, son ciudadanos y ciudadanas plenas que, por este proceso de autonomía, van ejercitando sus derechos a medida que tienen edad y grado de madurez suficiente como para ejercerlos.
«Los niños y adolescentes son un tercio de la población, y a veces no aparecen. En los medios sólo se ven cuando son víctimas o victimarios.»
–Un chico, una chica puede a partir de determinada edad acceder a una interrupción legal del embarazo, disponer de su cuerpo si desea cambiar de género, también tiene responsabilidades porque puede ir preso si comete un delito, pero aun teniendo autonomía tiene que tener la protección de un adulto ¿Es así?
–A mayor autonomía menor representación pero nunca menor protección. Hay un proceso de autonomía en el cual los chicos y las chicas pueden ejercer sus derechos, un momento en que ya no precisan de la representación. Algunos pueden ejercer esos derechos de acuerdo a la edad y grado de madurez y otros porque el Código Civil dice que a tal edad ya podés firmar tal contrato, eso es representación, pero no quiere decir que a mayor autonomía haya menor protección, observo que hay una cierta tendencia a confundir la autonomía con cierta cuestión emancipatoria, no, no son adultos y adultas, son chicas y chicos que tienen mayor autonomía para determinadas cosas de su vida, por ejemplo cuidar su propio cuerpo, acceder a la ILE, IVE, ir a un hospital y pedir que le coloquen un dispositivo intrauterino o la pastilla del día después, una chica de 15 o 16 puede. Este proceso de autonomía está, en algunos casos, regulado por nuestro propio Código Civil y Comercial de la Nación: hasta los 13 es adolescente, de 13 a 16 tal cosa y luego dice que a partir de los 16 será tratado como un adulto, no es la mejor redacción, porque no es un adulto, será tratado como uno, pero no lo es, y digo esto porque como Defensoría no queremos es que pierda ese plus de protección de sus derechos que tiene hasta los 18 años.
–La respuesta a los casos de abusos sexuales en las infancias ¿es sólo punitiva? ¿O se puede trabajar en la prevención?
–El que hace una denuncia penal espera una respuesta punitiva, porque por eso va a la justicia penal, que tiene garantías tanto para víctimas como para victimarios, la prescripción es una garantía, lo único que no prescribe son los delitos de lesa humanidad, es parte de lo que llamamos el principio de legalidad. Ahora, la respuesta no es sólo punitiva, creo que hay un auge del punitivismo con el cual no estoy de acuerdo, esta frase de “si no es cadena perpetua no es justicia” no es verdad. Si me preguntás qué tiene que hacer el Estado, la sociedad, el mundo adulto, es prevenir, claro, incluir y desarrollar políticas que convoquen a las chicas y los chicos y que los incluya en otros lugares, que les propongan cosas. En la secundaria tenemos un desgranamiento desde hace muchos años, en el pasaje del segundo año al tercero, es donde empiezan a dejar la escuela. Le pedimos al ministro (de Educación) Jaime Perczyk que bajara la edad del Programa Progresar, era de 18 para arriba, le dijimos que cubriera de 15 para arriba y logramos que se incorporara a adolescentes de 16 y 17 años. Al mes de que se lanzara el programa Progresar para chicas y chicos de 16 y 17 años terminamos el 2022 con 635.000 inscriptos; cuando el Estado genera una política pública para ellos, los adolescentes la toman.
«Hay un auge del punitivismo con el cual no estoy de acuerdo, esta frase de “si no es cadena perpetua no es justicia” no es verdad.»
–La respuesta puede venir desde la educación entonces…
–El Progresar es un buen ejemplo porque incluye en la escuela, retiene, y la escuela más allá de que pueden existir situaciones de abuso, es un factor de protección. En la pandemia no hubo escuela y tuvimos un factor menos, las y los docentes suelen ser los primeros que toman conocimiento de situaciones de abuso, bien porque los chicos lo cuentan o porque la docente que está preparada y atenta ve algunos cambios en ellos y alerta.