22 de noviembre de 2024
De visita en Argentina, el filósofo francés reflexionó sobre el auge mundial de la ultraderecha y las circunstancias que posibilitaron la llegada de Milei a la presidencia. El rol de la juventud.
En el espacio cultural CaZona de Flores, el filósofo francés Pierre Dardot, de paso por Buenos Aires, presentó La opción por la guerra civil, un libro del colectivo del laboratorio Sophiapol de la Universidad de París-Nanterre (del cual Dardot es miembro), publicado por Tinta Limón y LOM Ediciones. Los autores, además, dirigen el Groupe d’études du néolibéralisme et des alternatives (GENA). Especializado en Hegel y Marx, Dardot es reconocido por sus estudios sobre neoliberalismo y, en particular, por la obra La nueva razón del mundo. Ensayos sobre la sociedad neoliberal escrito en colaboración con el sociólogo Christian Laval. En entrevista con Acción, Dardot respondió a algunas preguntas específicas sobre el tema que más le interesa.
–¿Cómo definiría, en sus aspectos más importantes, el auge de la ultraderecha en el mundo?
–Este ascenso debe verse en el contexto de la situación política creada por la victoria de Trump y del Brexit. A partir de 2016-2017, la fractura interna entre globalistas y nacionalistas dentro del neoliberalismo se profundizó: los nacionalistas ampliaron y radicalizaron la línea soberanista anti Unión Europea (UE) adoptada por Thatcher en su discurso de Brujas en 1988, pronunciándose en contra de los acuerdos comerciales multilaterales. Esta escisión también se dejó sentir en el seno de la propia UE, con la formación de un polo a favor de la «democracia iliberal» en torno a Orbán. Por su parte, América Latina entró en lo que Pablo Stefanoni ha llamado un «interregno político» entre el «momento constituyente» de principios de 2000 y el «momento de deposición», marcado por la revuelta contra las elites y el auge del populismo de derecha y extrema derecha. Esta progresión es en gran parte el resultado del abandono de la lucha por la igualdad social por parte del neoliberalismo «progresista»: es lo que ha exasperado el resentimiento de una parte de la población que la extrema derecha ha sabido captar en su propio beneficio.
«El abandono de la lucha por la igualdad social por parte del neoliberalismo “progresista” es lo que ha exasperado el resentimiento de una parte de la población.»
–¿Cuáles son los factores que benefician este auge y cuáles, por el contrario, los que no lo favorecen o lo revierten?
–Es precisamente este abandono lo que más la alienta. Solo una lucha decidida por la igualdad social y política puede contrarrestarlo e invertir la tendencia.
–¿En qué consiste, a su juicio, la estrategia global de la ultraderecha?
–Lo que está surgiendo es una estrategia global que se centra en los efectos del modo de gobierno, más que en un cambio directo de la Constitución. Las diversas corrientes de la extrema derecha son muy conscientes de que un cambio brutal de la Constitución es imposible. En consecuencia, su estrategia consiste en cambiar la Constitución a través del modo de gobernar, si no pueden derogarla. La situación en Italia es muy reveladora. A pesar del estancamiento de su partido en términos de votos y de una abstención récord del 50%, Meloni aprovechó la ocasión para proponer un proyecto de modificación de la Constitución de 1948 en un punto importante: la elección directa del jefe de Gobierno por sufragio universal en lugar de por la Cámara de Diputados. Con la reforma propuesta por Meloni, el primer ministro tendría mayor legitimidad que el presidente de la República, lo que introduciría un cambio considerable en la relación entre los poderes a favor del primer ministro. En efecto, el objetivo político es, siguiendo el ejemplo de Orbán en Hungría, modificar la Constitución en un sentido autoritario.
«La extrema derecha es muy consciente de que un cambio brutal de la Constitución es imposible. En consecuencia, la cambian a través del modo de gobernar, si no pueden derogarla.»
–¿En qué medida es posible una expansión creciente de este movimiento ultraderechista?
–Todo dependerá de la capacidad de las fuerzas que luchan por una verdadera democracia para allanar el camino a una alternativa digna de ese nombre. Los representantes de la extrema derecha han logrado forjar una alianza entre soberanistas y no soberanistas, entre quienes se encuentra Milei. Las fuerzas que pretenden luchar contra ellos deben formar una alianza no solo para defender la democracia, sino para ampliarla, yendo más allá de los límites de la democracia representativa. Una actitud puramente defensiva las condenaría al fracaso.
–¿Se trata de un problema de la democracia, en el sentido de un problema de cultura política, o simplemente de una expresión de la decadencia de ciertas sociedades?
–No se trata de un problema de cultura política ni de la decadencia de ciertas sociedades. Se trata más bien de los límites de la democracia liberal clásica, en el sentido de que los recursos de la democracia representativa tienden a agotarse. Existen nuevas aspiraciones a una mayor participación directa de los ciudadanos. La política debe dejar de ser monopolio de los políticos profesionales, lo que implica extender al mayor número posible de personas las prácticas de deliberación y toma de decisiones colectivas, así como el control de la aplicación de las decisiones.
«A Milei le gusta llamarse «libertario» y «anarcocapitalista», pero es la negación absoluta del espíritu libertario, solo lo es en un sentido negativo.»
–¿Cómo definiría, en el contexto de las ultraderechas, a La Libertad Avanza, el partido del actual presidente argentino?
–A Milei le gusta llamarse «libertario», o incluso «anarcocapitalista», pero es la negación absoluta del espíritu libertario, no es anarcocapitalista en el sentido de la supresión del Estado en el mercado, y solo es libertario en un sentido puramente negativo, en el sentido de que utiliza todo el poder concentrado del Estado para destruir las instituciones del Estado social. Su partido es de muy reciente creación, surgido de la campaña de primarias de la derecha para las elecciones presidenciales, y encarna una extrema derecha neoliberal que no tiene complejos en pasar a la ofensiva contra la igualdad social y política, los pueblos indígenas, las minorías sexuales, los migrantes y los derechos de las mujeres en nombre del conservadurismo social más retrógrado. Esta ofensiva debe ser caracterizada como lo que es: una ofensiva contra la sociedad misma.
–¿Por qué cree que Javier Milei ganó las elecciones presidenciales?
–Dos factores clave entraron en juego. Por un lado, el agotamiento de las viejas recetas de centroderecha y centroizquierda, que habían contribuido en gran medida al descrédito de los políticos profesionales y los habían hecho receptivos a la virulenta denuncia de la «casta política». Por otro, la popularidad que el candidato Milei supo adquirir entre las generaciones más jóvenes que habían vivido las profundas transformaciones de la sociedad argentina y que ya no se reconocían en el discurso de defensa del empleo público. Su experiencia de privación de libertad personal durante el largo período de encierro fue muy dolorosa. Incluso más allá de esta experiencia negativa, se han visto afectados por un proceso de «uberización» de las relaciones sociales, ampliamente ignorado por la izquierda estatista y las fuerzas peronistas, que ha alimentado un nuevo imaginario y determinado nuevas formas de subjetivación.