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Paulo Dybala, Gonzalo Higuaín y, en menor medida, Mauro Icardi figuran entre los grandes protagonistas de la liga italiana gracias a su eficacia goleadora en la Juventus, el Napoli y el Inter. La influencia en sus clubes y el desafío de la selección.


Claves. Dybala, campeón con la Juventus; Icardi, carta ganadora del Inter;
e Higuaín, figura del Napoli y goleador del torneo. (Centro: A Campo/Pacific Press
/Zuma/Rex Shutterstock/Dachary – der.: DE LUCA/ZUMA/REX Shutterstock/Dachary)

 

En el teg de la pelota, ninguna otra liga de Europa se rinde ante el dominio argentino como la italiana. Aunque nadie pondría en duda que Lionel Messi ejerce el reinado político de la región, la embajada argentina con mayor poder de fuego no está en Barcelona, sino que se reparte en tres ciudades: Turín, Nápoles y Milán. Se trata de una comandancia tripartita que gestiona Paulo Dybala, campeón en su primera temporada con la Juventus, junto con Gonzalo Higuaín, goleador inalcanzable en la tierra santa maradoniana, y Mauro Icardi, del Inter, quien, también en este caso, cumple su rol de tercero en cuestión.
Más allá de las diferencias, a los tres los une la influencia vital que tienen sobre sus equipos. Dybala se encontró con una vara altísima cuando el año pasado llegó desde el Palermo a la Juventus, donde la representación argentina la ejercía Carlos Tevez. El retorno del «Apache» a Boca le abrió el camino al cordobés en un equipo que construyó un unicato en el Calcio: la Juventus ganó este año su quinto scudetto consecutivo, una hegemonía que comenzó con Antonio Conte como entrenador y con un trinomio decisivo en la cancha compuesto por Tevez, Arturo Vidal y Andrea Pirlo. Ese trabajo lo continuó desde hace dos años el técnico Massimiliano Allegri, sostenido ahora por otros bastones como el francés Paul Pogba, el alemán Sami Khedira y el argentino Dybala. Y bajo la misma custodia del arquero capitán, Gianluigi Buffon.
Pero lo que determina la influencia de Dybala en el equipo de Turín es el equilibrio entre su edad y sus registros. A los 22 años, el cordobés que salió de Instituto mezcló goles con asistencias. Máximo anotador en su equipo, segundo en la liga aunque muy lejos de Higuaín, hasta abril Dybala llevaba marcados 16 tantos y había entregado 8 pases de gol. Un relevamiento del diario italiano La Gazzeta dello Sport le entregó un cetro que podría resultar curioso: al haber nacido el 15 de noviembre de 1993 es el sub-23 más decisivo de los cinco campeonatos grandes de Europa. Es decir, el jugador más joven en haber participado en más de 20 goles, ya sea en Premier League, Bundesliga, Liga 1, Liga de España y Serie A.
Dybala es el baby goleador de Europa. Un pequeño dictador de la pelota que se acostumbró a los saltos mortales. Ni siquiera pisó la Primera División en la Argentina: de la B Nacional, donde jugó en Instituto, pasó en un vuelo directo al Calcio. Y tres temporadas después de establecerse en Sicilia con el Palermo, llegó a la Juventus. Por eso a nadie le extrañó que después de conseguir el título con el equipo de Turín dijera que su objetivo era ganar el Balón de Oro. O que contara que no le molestaba si querían compararlo con Messi. Aunque para escalar a esos niveles tendrá que tener la compañía de su equipo. Porque a pesar del dominio que consiguió en los últimos cinco años en su país, la Juventus no logra hacer pie extraterritorialmente. Europa todavía resulta una cuenta pendiente para los reyes de Italia.

 

Capital simbólico
Lo que no podrá conseguir Dybala esta temporada será alcanzar a Higuaín en la tabla de goleadores. Si el cordobés, que está segundo en esa lista, le da espíritu adolescente a la argentinidad en el Calcio, el delantero del Napoli entrega la adultez. A los 28 años, Higuaín cerró su mes de abril con 30 goles (casi duplicando los de Dybala) en un registro imposible para cualquier competidor, aun cuando queden partidos por jugarse en Italia. Esa capacidad de definición le entregó al Napoli la sensación de que podría terminar con el gobierno de la Juventus. No alcanzó.
Pero Higuaín consiguió durante ese camino, con su tercera temporada en el Calcio, su propio capital simbólico; un poder que no se mide solo por los goles o los títulos: la adoración de los hinchas napolitanos y el respeto de los referentes italianos. «Es el mejor delantero del mundo, hay muchos grandes jugadores, pero esta temporada nadie ha hecho nada similar a Higuaín», dijo Paolo Rossi, el goleador campeón del mundo en España 82. A su manera, Diego Maradona, patrimonio de la Humanidad para los napolitanos, también elogió a Higuaín: «Dio lo máximo, no creo que lo pueda volver a repetir».
Dybala y, sobre todo, Higuaín ensombrecen en Italia a Icardi, aunque este último se ubica en el top cinco de los goleadores de la Serie A. El caso del rosarino es curioso. Pocos han hecho tanto mérito como él en el último tiempo para estar en la selección argentina. Pero se lo juzga, en general, por sus asuntos domésticos. Tiene solo 23 años y es el máximo anotador del Inter, con un margen de crecimiento que todavía lo podría llevar más alto. Pero aún hace fila para entrar en el paraíso de cualquier futbolista: la selección.
«A mí y a todo el mundo del fútbol no le gustó lo que hizo, pero esto no lo invalida y yo estoy para analizar fútbol y no comportamientos fuera de la cancha», dijo Gerardo Martino, el entrenador de la Argentina, en 2015. Lo que hizo Icardi es bastante conocido y no tiene que ver con el juego: casarse con la mujer de su amigo y compañero en la Sampdoria, Maxi López, considerado una traición sin retorno en el vapor de los vestuarios de fútbol. Y amplificada, además, por la exposición de la pareja, incluso de los hijos que Wanda Nara tuvo con López. «Hoy está en las mismas condiciones que el resto de los jugadores, pero a la gente no le cambia mucho si lo convoco o no. La gente se sienta a ver al Barcelona, pero no ve Inter-Sassuolo. Si lo vieran, seguro piden a Icardi. Tengo que elegir entre él y (Jonathan) Calleri», aseguró Martino en una de las tantas entrevistas exclusivas que le entrega con periodicidad al canal TyC Sports.

 

Bajo la lupa
Que los futboleros argentinos («la gente», diría Martino) miran al Barcelona parece una afirmación indiscutible. Pero fuera del circuito Messi, Italia es una de las geografías en las que se juega el futuro inmediato de la selección, que afronta un año a tres bandas: Copa América (edición Centenario), Juegos Olímpicos y las eliminatorias al Mundial de Rusia. Para el torneo que se jugará en Estados Unidos, Martino ya entregó una lista de 35 jugadores, de los que tienen que quedar 23. Ahí están Higuaín y Dybala. Afuera Icardi. Para la sub-23 que irá por el oro a Río 2016, el entrenador confeccionó una planilla con 57 futbolistas (la final será de 18 y solo tres pueden ser mayores de 23 años). Y ahí sí están los tres. Aunque Icardi, según se desprende lo que suele decir Martino, tiene pocas chances. Las eliminatorias, en cambio, son una competencia de aguas abiertas. Siempre pueden guardar alguna sorpresa.
Si se siguiera por intuición las preferencias de Martino, Dybala va camino a convertirse en planta permanente de la selección. «Todos los jóvenes que seguimos generan expectativas, pero lo que más me ha impactado es la cabeza de Dybala», dijo el entrenador cuando el jugador todavía no había llegado a la Juventus. De hecho, el año pasado, para la primera doble fecha de eliminatorias, Martino convocó al cordobés y dejó fuera del equipo a Higuaín, que tampoco había participado de la gira por Estados Unidos.
Es que a pesar de ser un goleador de alta gama en Italia, Higuaín todavía corre entre fantasmas cuando juega con la selección. Son las sombras que cada tanto vuelven. Las que lo muestran desperdiciando un gol contra Alemania en la final del Mundial de Brasil. Y otro, un año después, en la final de la Copa América de Chile. Y después tirando por arriba del travesaño la pelota en la definición por penales. Pero las desgracias nunca son eternas en el fútbol, un lugar en el que abunda la mala memoria y sobran las nuevas oportunidades. Higuaín las tendrá –otra vez– en los próximos meses, los que confluyen con su mejor momento en Europa.
Y mientras Icardi espera por alguna chance haciendo goles en el Inter (sin privarse de mostrar su mundo íntimo y provocador en Instagram y Twitter), Dybala puede quedarse seguro de que sus chances las tendrá. Ya no es un centrodelantero que solo busca el arco. En la Juventus tuvo que reacomodarse casi como si fuera enganche, una reconversión que acaso le podría abrir más puertas en un equipo (la selección) con un ataque superpoblado de estrellas. Con su primer título en Europa y una ambición que no admite vergüenza, Dybala sabe que el futuro está de su lado.

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