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De la mano de Lionel Messi y otras figuras de calibre, Barcelona sigue obteniendo éxitos y récords, con un estilo de juego ofensivo y vistoso que viene marcando una época en el fútbol mundial.

 

Campeones. Los futbolistas de Barcelona festejan la obtención del Mundial de Clubes, en Japón, tras derrotar a River en la final. (Tsuno/AFP/Dachary)

Barcelona, gran protagonista de los torneos más prestigiosos del mundo en la última década, es considerado por muchos como el mejor equipo de la historia del fútbol. Los números devienen elocuentes: sumó 26 títulos entre 2005 y 2015. Pero, sobre todo, logró sus numerosas conquistas a base de un estilo de juego ofensivo, con eje en la posesión del balón, que cautiva a espectadores de distintas partes del mundo.
En el reciente Mundial de Clubes de Japón (donde el rival de la final fue River Plate), Lionel Messi y Andrés Iniesta –2 puntales de este ciclo venturoso– sumaron un nuevo hito a sus laureadas carreras. Sin ir más lejos, se convirtieron en los futbolistas más ganadores de la historia del club, por delante de Xavi (25), otra de las figuras que ya no está en el club. Ambos ganaron 7 ligas españolas, 3 Copas del Rey, 4 Champions League, 6 Supercopas de España, 3 Supercopas de Europa y 3 Mundiales de Clubes. Frente a River (3-0), en la ciudad de Yokohama, Messi anotó su gol 24 en 28 partidos decisivos que jugó con el Barça. Aunque este Barcelona, que encabeza ahora afuera de la cancha el entrenador Luis Enrique, se labrará a partir de las emociones en goles conseguidas por el tridente sudamericano que conforman Messi, el uruguayo Luis Suárez y el brasileño Neymar.
Ese trío resultó decisivo para obtener 5 títulos en 2015: Liga, Copa del Rey, Supercopa de Europa, Champions y Mundial de Clubes. Solo perdieron la Supercopa de España ante Athletic de Bilbao, por lo que quedaron a uno de los 6 títulos conseguidos en 2009 con Pep Guardiola, para algunos el gran idéologo de este equipo, como entrenador. El aporte de Messi, Suárez y Neymar revitalizó aún más a un conjunto que no cesa de lograr títulos y récords. Con ellos, Barcelona sumó 219 goles desde que se juntaron, al menos hasta 2015. Como si fuera poco, el Barça superó el año pasado su mejor registro de goles en un año calendario (de enero a diciembre) con 180 (en 2014, Real Madrid anotó 178 tantos).
Claro que para el lucimiento de las estrellas existe una estructura que resiste y que se renueva cuando hace falta. Otros futbolistas importantes, como Piqué, Busquets y Dani Alves –quienes se desempeñan en la defensa y en el mediocampo–, estuvieron presentes en el Mundial de Clubes 2009 y 2011, cuando primero el quipo catalalán le ganó en tiempo suplementario a Estudiantes de La Plata y luego derrotó categóricamente al Santos de Brasil. «Cuando me puse a pensar el partido, no había caso. Siempre me sobraba un jugador de ellos. En cada movimiento, en cualquier variable, tenían un jugador más», recordó Alejandro Sabella, entonces técnico de Estudiantes.

 

Misión imposible
Lo de River en Japón fue decoroso en el primer tiempo hasta el gol de Messi, en el minuto 36. Después, una misión imposible desde cualquier plano. Andrés Burgo, periodista y autor del libro Ser de River, que narra el descenso y el periplo del cuadro millonario por la B Nacional, vivió la final desde la tribuna. En una crónica para el sitio Informe Escaleno, se montó al sube y baja mental de jugar contra el Barcelona. «El sistema de alerta de Fukushima llega a la defensa de River y hay peligro de goleada nuclear: aquel delirante sueño de ganarle al Barcelona se ha desvanecido». En la cancha, se suelen ver y sentir otras cosas, a diferencia de seguir el partido por televisión. Otro periodista que estuvo en Japón, Ignacio Sbaraglia, de El Gráfico Diario, sostuvo tras el partido: «Es insoportable enfrentarlo».
Con la conquista del Mundial de Clubes, Barcelona acreditó su 22º título internacional. Un logro mayúsculo en un año que presentó dificultades para el club catalán. Por caso, el 2015 comenzó con la derrota ante Real Sociedad de visitante, hubo cuestionamientos a la dirigencia por el desvío de dinero en las transferencias de Neymar y Suárez, y el llamado urgente a elecciones presidenciales. A ello se sumó la imposibilidad de utilizar las incorporaciones por un año como pena por la contratación de menores de edad extranjeros. Sin embargo, estas situaciones no hicieron mella en el equipo dentro de la cancha. Además de obtener la Liga y la Champions League, en la actual temporada, la 2015-2016, sigue arriba en el torneo y espera al Arsenal en los octavos de final de la Champions. «Pobre River –sostuvo Juan Román Riquelme, ídolo de Boca–, le tocó el mejor Barcelona de todos los tiempos».
La frase de Riquelme se fundamenta en que no ha decrecido el rendimiento del cuadro culé, más bien todo lo contrario. Entre otras cosas, porque se mantiene intacto el talento de Messi. A pesar de comenzar la temporada con la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda y de aterrizar en Japón con una piedra en el riñón, Messi sigue siendo el símbolo del equipo. También por Messi –y por Ronaldinho antes, y por Suárez y Neymar ahora– se explica la superioridad sobre el resto. Las diferencias actuales con los sudamericanos son notorias. Basta consignar un ejemplo: para pagar el contrato de Messi con el Barça, renovado hasta 2018 y con la oferta siempre latente para rubricar la firma de por vida, a River no le alcanzaría con vender todo el plantel. No obstante, además de la jerarquía de sus figuras, cuenta y mucho el trabajo formativo que realiza el club catalán. Pese a que cambian algunos nombres, la mayoría de los futbolistas del cuadro catalán fueron educados en la escuela conocida como La Masía, la casa de los juveniles de Barcelona, los que les hacen decir a viejos y jóvenes, a una gran mayoría, que este equipo es el mejor de la historia.

Roberto Parrottino

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