22 de julio de 2023
En una reunión caracterizada por un clima de tensión entre los bloques, el Gobierno argentino logró que la Unión Europea mencione a las Malvinas como «territorio en disputa».
Bruselas. Pese a las sonrisas para la foto, hubo choques por el paternalismo europeo.
Foto: NA
Desde los preparativos previos a la reunión del 17 y 18 de julio en Bruselas hasta su declaración final, la III Cumbre de la UE-CELAC fue un espejo de las incompatibilidades y las tensiones que atraviesan ambas regiones.
Dos temas fueron los emergentes más visibles de esas diferencias: primero, la interpretación que hacen lo europeos, por un lado, y los americanos, por el otro, sobre la asimetría existente entre ambos bloques; segundo, la guerra en Ucrania.
Sobre la actitud paternalista de los europeos, se expresaron varios miembros de la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños integrada por todos los países del continente americano menos Canadá, Estados Unidos y los territorios coloniales europeos.
«Celebro que Europa, parte del Norte desarrollado, mire con vocación integradora al Caribe y a América Latina, parte del Sur que quiere desarrollarse», dijo el presidente argentino Alberto Fernández en la apertura. Y advirtió: «El acto de asociación supone partes que se entienden en la búsqueda de un desarrollo equilibrado. Una asociación exige que ambas partes se beneficien en el acuerdo. Cuando solo se beneficia una, deja de ser un acuerdo y empieza a parecerse más a una burla. Nuestras regiones deben promover un comercio justo, equitativo, basado en el respeto mutuo».
Europa, el primer inversor directo y tercer socio comercial de nuestra zona, se proponía en esta cumbre al menos tres objetivos: mejorar su acceso a los recursos naturales y ampliar sus negocios; neutralizar la expansión comercial de China para no perder posiciones; y convencer a nuestros países de abandonar la neutralidad en relación con la guerra en Ucrania y alinearse con la OTAN. En este último objetivo el fracaso fue total. En los días previos a la reunión, la Unión Europea intentó puentear a la CELAC e invitar al presidente Volodímir Zelensky para que hablara en la cumbre.
Esta fue una de las muchas muestras que dio Europa sobre lo difícil que le resulta tratar a los países caribeños y latinoamericanos como iguales. Finalmente, no solo Zelensky no apareció, sino que la referencia a Ucrania, en el punto 15 de la declaración final, fue lavadísima. Aún más, no se logró una fórmula de consenso para la declaración final: Nicaragua se negó a firmarla por no coincidir con la redacción de ese punto.
Frente al paternalismo europeo, los países de la CELAC defendieron sus posiciones autónomas. Una semana antes del encuentro, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, denunció, «la falta de transparencia y las conductas manipuladoras de Bruselas en la preparación de la cumbre». Cuba, Venezuela y Nicaragua fueron tratados con falta de respeto al querer excluirlos de algunas discusiones. No obstante, Europa tuvo que ceder.
El litio como clave
«Hay un mundo en transformación y en ese mundo América Latina busca un lugar. En su relación con la Unión Europea, la región pretende tener vínculos menos asimétricos», observa Silvina Romano, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora del Conicet. «En la actualidad, tenemos gobiernos progresistas que quieren recuperar con mucho énfasis la soberanía, sobre todo, en relación con los recursos naturales. Europa insiste en la dinámica centro-periferia, en la que los países centrales –como si fueran hermanos mayores– bajan línea a los periféricos sobre cómo deben ser sus lineamientos en la arquitectura institucional global, sobre todo, en lo que respecta a inversiones y estructuras comerciales».
Romano, que es parte del equipo investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), entiende que en la actual relación UE-CELAC el litio es una de las discusiones clave, dada su importancia en la cadena de valor con respecto a la transición hacia una energía limpia. «Ese es otro punto de tensión entre ambos continentes. A México, Bolivia, Argentina o Chile no les interesa explotar el litio como pura materia prima, sino que se les plantea la necesidad de agregar valor».
Entre los discursos más destacados, el del presidente de Brasil, Inacio Lula da Silva –en sintonía con la posición de los BRICS– enfatizó la necesidad de construir una nueva arquitectura global. En una de las primeras medidas de su actual mandato, Lula volvió a incluir a su país en la comunidad luego de que su antecesor, Jair Bolsonaro, lo retirara en enero de 2020. Desde que asumió la presidencia hace poco más de seis meses, el mandatario demostró una clara vocación por convertir a su país y a América Latina en importantes jugadores globales del «nuevo orden multipolar».
«El actual modelo de gobernanza mundial perpetúa las asimetrías, aumenta la inestabilidad y reduce las oportunidades de los países en desarrollo», dijo Lula en la cumbre. «Necesitamos una asociación que ponga fin a la división internacional del trabajo, que condena a América Latina y al Caribe a suministrar materias primas y mano de obra mal pagada y discriminada».
En cuanto a la declaración final de esta III Cumbre UE-CELAC, para Lula fue «muy razonable». Entre los ejemplos más destacados están los puntos 11 y 13 del documento, donde se reconoce «la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba» y el rechazo a considerarlo como país terrorista.
Moción conjunta
En el punto 13 se resalta la «posición histórica de la CELAC en la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas» basada en el derecho internacional.
Este punto, sin duda, fue uno de los más relevantes del encuentro: el Gobierno argentino logró que la UE, en una moción conjunta con el bloque americano, mencione a las Islas Malvinas como «territorio en disputa» e inste a una solución pacífica del conflicto por la soberanía. El documento conjunto entre los organismos, firmado por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, añade en el ítem 14: «Reafirmamos además nuestro compromiso fundamental con todos los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, incluida la igualdad soberana de todos los Estados y el respeto de su integridad territorial e independencia política, solución de controversias por medios pacíficos y en conformidad con los principios de justicia y derecho internacional».
Otro punto importante es el 40 donde, lejos de atacar a Venezuela, se «alienta a un diálogo constructivo entre las partes en las negociaciones dirigidas por Venezuela en México». El texto da también «un pleno apoyo a la paz en Colombia» y reconoce a la región como Zona de Paz. Como en toda declaración hay un listado de «buenas intenciones»: la defensa de los derechos humanos, la igualdad de género, el cuidado del planeta, el derecho al acceso del agua potable, la promoción responsable de la transformación digital, entre otros.
La eventualidad de avanzar sobre un acuerdo de libre comercio entre ambas regiones y la posibilidad de inversiones sobrevolaron la cumbre sin resultados destacables. Von der Leyen anunció en un foro de negocios paralelo la eventual inversión de 45.000 millones de euros en América Latina y el Caribe en cinco años (al 2027), a través del programa europeo Global Gateway. Con pesimismo, en los pasillos de Bruselas, hubo quienes calculaban que la UE había mandado a Ucrania, en un solo año, más de 30.000 millones de euros. Hay todavía un océano que separa a los dos continentes.