Política | DESAPARECIDO EN DEMOCRACIA

30 años sin Miguel Bru

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Adriana Meyer

El 17 de agosto de 1993 fue detenido y torturado hasta la muerte en la comisaría 9° de La Plata. La causa, las condenas y la lucha de sus amigos y familiares.

Vigilia. Desde anoche, allegados al estudiante desaparecido se manifiestan frente al lugar donde se lo vio por última vez.

Foto: Sebastián Casali

Hace tres décadas desaparecía en La Plata el estudiante de periodismo Miguel Bru, uno de los más de 220 desaparecidos en democracia. Integra la lista del 30% cuyo cuerpo nunca apareció. Su causa, que lo busca, permanece abierta y por eso su familia, su mamá Rosa, sigue acudiendo a cada llamado sobre pistas que siguen sin llevarla a ninguna parte. La última vez que lo vieron con vida fue en la comisaría 9° de esa ciudad. Por eso cada año sus amigos y familiares realizan una vigilia, con cantos y velas, en reclamo de que aparezca.
Miguel había nacido en Pigüé el 16 de julio de 1970. Néstor Bru, que era suboficial de la Policía bonaerense, y Rosa Schönfeld, que es ama de casa, tuvieron cinco hijos. Néstor, fallecido en enero de 2022, nunca imaginó que la fuerza a la que dedicó su vida devoraría al mayor de sus hijos. Rosa recuerda que «era muy compañero, desapegado del dinero, un loco lindo que te contaba todo, amaba a sus animales, y era solidario con sus amigos». Estudiaba en la Escuela Superior de Periodismo de La Plata y podría decirse que la policía lo tenía marcado. Vivía con tres compañeros en una casa de la calle 69, en el barrio El Mondongo, que estaba desocupada, pero tenían permiso para habitarla. Los agentes de la comisaría 9° también le habían echado el ojo a la vivienda.
Habían formado un grupo de punk, al que bautizaron Chempes 69, y en el que Miguel era cantante. Las quejas por ruidos molestos de los vecinos fueron la excusa para el hostigamiento policial. Lo que no imaginaban los uniformados era que Miguel los denunciaría en la Brigada de Investigaciones, por abuso de autoridad y allanamiento ilegal.
Fueron los años del comisario Pedro Klodczyk al frente de la Bonaerense, en la gestión de Eduardo Duhalde como gobernador. Ya se había producido un hecho de enorme gravedad, y que tendría varios puntos en común con lo sucedido al estudiante de periodismo: la desaparición de Andrés Núñez.

Autores materiales
El 17 de agosto de 1993 Bru fue detenido ilegalmente, llevado a la comisaría 9° y torturado durante horas por un grupo de policías que le quitó la vida. Su cuerpo fue ocultado y hasta hoy no se encontró, pese a que se hicieron más de 40 rastrillajes. En 1999, por el caso fueron condenados cuatro policías: Walter Abrigo y Justo López, que recibieron sentencia a reclusión perpetua como autores materiales del asesinato, en tanto el comisario Juan Domingo Ojeda, y el cabo primero Ramón Cerecetto –quien borró el nombre de la víctima del libro de guardias– fueron condenados por encubrimiento.
El día de su desaparición, Miguel y su novia, Carolina Villanueva, habían planeado reencontrarse. Ella viajó desde Mar del Plata, pero cuando llegó a la terminal de ómnibus nadie la esperaba, y fue directo a la casa de la calle 69. Le dijeron que Miguel había ido a cuidar una vivienda de otros compañeros en el barrio Los Naranjos. Fueron hasta ahí, la puerta estaba abierta, pero no había nadie. «Varias veces nos interceptaron en la calle para amenazar a Miguel, había una presión constante sobre todos los que vivían en la casa y tras la denuncia por el procedimiento ilegal los policías se enfocaron en él. Creo que no éramos del todo conscientes del real peligro que nos rondaba», dijo la mujer al periodista Pablo Morosi.
La familia comenzó a ir todos los días a la zona, con la ayuda de los compañeros de Miguel, que fueron los primeros en difundir el caso en los medios. «En la Escuela de Periodismo me reafirmaron su compromiso por llegar a la verdad, ellos organizaron todo, las pintadas, las volanteadas, las marchas, se fue sumando gente», dijo Rosa a esta periodista en una entrevista para el libro Desaparecer en democracia (Marea, 2021). «Tomamos la mano de la familia de Andrés Núñez para darle veracidad a lo que estábamos denunciando». El método de ensuciar a la víctima se repitió con Miguel. «Decían que se había quedado con un vuelto de la droga, que traficaba, que tenía mala relación con su papá que era milico y se había ido con una pareja homosexual», enumeró.
El caso se comenzó a esclarecer con el testimonio de una prostituta, Celia Giménez. Su hermano, Horacio Suazo, estaba detenido en la comisaría 9° cuando llegaron los policías con Miguel. Cuando Rosa la encaró, Celia habló porque sintió que ya estaba jugada. «Total, a mi hermano ya lo mataron», le dijo. Giménez le contó que Suazo estaba en una celda cuando por una ventanita vio cómo llevaban a Bru a la rastra. «Eh, Negro, ¿qué le hicieron al pibe?,» inquirió a los policías. Suazo quedó libre y murió en un presunto enfrentamiento. Rosa grabó su diálogo con la prostituta. Giménez se convirtió en la principal testigo de la causa. Así se animaron a hablar los demás detenidos. Hubo intimidaciones y otros testigos también terminaron muertos. «Mi hermano me dijo que a Miguel le habían dado bolsa [submarino seco] y se les había quedado; que los vio meter el cuerpo en un auto, y que llevaban bidones. “Nunca lo van a encontrar porque lo quemaron”, le dijeron», declaró Giménez sobre lo que le había narrado su hermano.
Alberto Martínez estaba detenido en la 9° la noche del 17 de agosto de 1993. Vio la llegada de Bru y cómo lo metían en la sala donde torturaban con una radio a todo volumen para tapar los gritos, como en la dictadura. Después vio al estudiante desmayado en un pasillo. «Lo tiraron ahí. Con otro preso lo pusimos en una cama de una celda del fondo y lo mojamos un poco. Estaba inconsciente. Después nos encerraron, se lo llevaron y no lo volvimos a ver». Martínez pidió ser testigo protegido porque le quemaron la casa y le armaron causas.

Pacto de silencio
El 17 de mayo de 1999 el fallo condenatorio de los cuatro policías en los tribunales de La Plata fue la primera sentencia en un caso por desaparición de persona en democracia y sin el cuerpo de la víctima. Rosa cuenta 40 rastrillajes de búsqueda del cuerpo. Ella no duda de la existencia de un pacto de silencio entre los policías. «Deberían entender que la instrucción terminó, pero la búsqueda sigue, no queremos que incriminen a nadie, ya están los condenados, queremos a Miguel», dijo Rosa. «Estoy segura de que López sabe, porque es uno de los asesinos, ya había baleado a una chica, es un pesado y un torturador», agregó. En la década del 90 las calles de La Plata primero, y de todo el país después, se llenaron de miles de manifestantes que exigían saber dónde estaba Miguel Bru. Sin embargo, el pacto de silencio policial no se ha quebrado y esa pregunta persiste sin respuesta.

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