27 de abril de 2017
(Hugo Horita)
Tarde de abril, cafecito tranqui. ¿Tranqui? Al estar involucrados el impredecible Tobías y su irrefutable compañera Rebequita, hablar de «tranquilidad» es una predicción de imposible cumplimiento. Digamos, al menos, que la jornada se veía, se palpaba, y hasta se podía degustar –o bien olfatear– como apacible. Respecto del oído, no tenemos opinión formada, ni informada al respecto.
Y cuando nadie, o todo el mundo, lo esperaba, Rebequita lanzó el primer misil Tierra-Tobías.
–Decime, Tobías de mis espasmos, ¿a vos te educaron?
–Rebequita de mi sagrada introspección, ¿por qué me preguntás semejante cosa? ¿Acaso he cometido algún acto impropio, o para hacerme cargo, propio, que te haya provocado justa o al menos entendible indignación? ¿Acaso he dejado de cometer alguno? ¿Acaso he faltado a mi deber extraconyugal?
–¡Pará la mano, Tobías de mis escrúpulos! Yo no me refería a la educación que uno muestra o deja de mostrar ante una dama o caballero en cuestión, sino a aquella quizá más primaria, como su nombre lo indica, que los seres humanos solemos recibir en nuestra más tierna coyuntura. De hecho, daba por sentado (ya que ambos lo estamos, sobre sendas sillas) que fuiste a la escuela, pero igualmente me inquietaba el desconocimiento acerca del tipo de establecimiento al que tus progenitores, tutores o encargados tuvieron a bien enviarte a los efectos de que aprendieras las primeras letras. ¿Capisci?
–Ah.
–Sí, esa es la primera, espero que también te hayan enseñado las demás.
–Uh.
–¿Solamente la A y la U te enseñaron, Tobías?
–No, Rebequita. Me las enseñaron todas, pero fui a una escuela pública y hay cosas que no me enseñaron bien.
–¿Por ejemplo?
–A mí me enseñaron a dividir los números, pero no a la gente. Me enseñaron que tenía que pensar, no no repetir lo que me decían en la tele. Y me enseñaron que si no aprendía algunas cosas, la culpa no era necesariamente de la maestra anterior.
–Bueno, Tobías de mis desencantos, no te preocupes, nuestro gobierno está haciendo lo posible por reeducarte.