23 de junio de 2024
Rumbo compartido. Milei con la titular del FMI, Kristalina Georgieva: coincidencias acerca de la profundización del ajuste.
Foto: NA
La esperada recuperación de la actividad económica comenzaría… en el segundo semestre, según acaba de vaticinar el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el reporte técnico divulgado tras la aprobación de la octava revisión del acuerdo vigente con el organismo. La ilusión, compartida con el Gobierno nacional, hace recordar a aquella esperanza nunca concretada de comienzos de la gestión Macri en 2016.
Todos los indicadores económicos y sociales que se van conociendo, sin embargo, demuestran que esos vaticinios solo reflejan el fervor que despierta –en Washington y en núcleos del poder local concentrado– la nueva experiencia neoliberal, ahora recargada, aunque con similares fines regresivos.
Por este camino es bien difícil que «este año sea recordado como el punto de inflexión en donde volvimos a empezar a ser grandes», como expresó el presidente de la Nación Javier Milei en Rosario, durante el acto por el Día de la Bandera.
Penurias
El propio reporte del FMI advierte que «la actual recesión económica podría prolongarse más y el proceso de desinflación podría resultar más difícil, provocando penurias prolongadas e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social».
Semejante enfoque resulta similar al que despliegan analistas de las más diversas tendencias, que no encuentran motivos para el optimismo a corto plazo.
Son insoslayables las proyecciones del propio Fondo y del Banco Mundial, según las cuales la caída del producto bruto argentino será de 3,5%. Pero si se descuenta el repunte que experimenta este año el agro, tras la fuerte sequía de 2023, resulta que la previsión para el PIB no agrícola es un desplome de 5,7%, como consecuencia de las políticas aplicadas desde diciembre último.
Ante este panorama, ¿cuáles serían las supuestas señales positivas? El FMI, fiel a sus postulados ideológicos, aguarda que amaine «el viento en contra que enfrenta la consolidación fiscal». Es decir, que se profundice el ajuste en el gasto público.
También apuesta a que «los salarios reales se empiecen a recuperar y la inversión repunte gradualmente en respuesta a los esfuerzos de reforma».
Desde luego, el ejercicio de imaginación que se propone es notorio, toda vez que las remuneraciones en el sector laboral no parecen prontas a ganar terreno en el contexto recesivo mencionado. Y de seguro seguirán perdiendo capacidad de compra de bienes y servicios, ya que el propio Fondo pide a las autoridades que «continúen con la corrección de los precios relativos». Algo que ya viene ocurriendo con total libertad y que completarían los próximos ajustes de tarifas.
Vale añadir que el FMI proyecta un desempleo para este año de 8,2% de la población económicamente activa; de 7,5% en 2025 hasta llegar a 2027 con un 7%. Esto es, varios años por delante con niveles de desocupación de entre 0,9 y 2,2 puntos más que el 6,1% registrado en 2023.
No es de extrañar que la caída del poder adquisitivo actual y la que se proyecta se correspondan con los datos del derrumbe de ventas de supermercados y autoservicios mayoristas (-18,2% en abril, frente a doce meses atrás).
Sede en Washington. El organismo financiero anticipa para 2024 una caída del 3,5% del producto bruto interno del país.
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Presiones
Con este telón de fondo, las preocupaciones de la mayor parte de la población difieren de las de aquellos que aguardan cambios favorables para sus meganegocios. Entre estos últimos, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) se manifestó con respecto a la aprobación de la Ley de Bases y el paquete fiscal en el Senado.
La entidad propició una mayor desregulación administrativa del Estado, y señaló que la redacción final de la reforma laboral de la Ley de Bases «aún no genera las condiciones mínimas necesarias para un aumento sustancial de la empleabilidad, ni para la reducción significativa de la informalidad». Lo cual significa que demandan una mayor flexibilización y menor protección para los trabajadores.
En cuanto al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la AmCham objetó el «listado acotado de las industrias alcanzadas», que juzgó «limitativo e innecesario».
Por otra parte, en una clara intención de incidir en el próximo tratamiento de las iniciativas en Diputados, la cámara empresaria rechazó la eliminación de los capítulos de Ganancias (porque «se recortan los recursos fiscales del Estado, tanto provinciales como nacionales, que son indispensables para alcanzar el objetivo del superávit fiscal»), como también de Bienes Personales.
La actual legislación «presenta múltiples inequidades», evaluó la entidad, y solicitó a los diputados que insistan con el texto original con media sanción. En cuanto a Bienes Personales se preocupan porque afecta a la clase media, ya que impone un «carácter casi confiscatorio», cuando en verdad el proyecto beneficia mucho más a las grandes fortunas que a la clase media.
No debe haber antecedentes de una cámara representante de empresas extranjeras que opine con ese nivel de intromisión en asuntos que son de competencia de poderes institucionales del país.