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Los Pumas, espíritu argentino

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Alejandro Duchini

Pese a perder con Sudáfrica, el seleccionado mostró que está al nivel de las potencias con triunfos consagratorios a lo largo del torneo. Los nombres del presente y del futuro.

Mbombela Stadium. Avance albiceleste en el trascendental partido ante los Springboks, este 28 de noviembre.

Foto: NA

El seleccionado argentino de rugby, los Pumas, es uno de los máximos referentes del deporte argentino. Al menos desde 2007, cuando quedó tercero en el mundial de Francia. Si antes de ese torneo eran invitados «de honor» para competencias de élite, desde entonces ratificaron merecimientos. Son más de 15 años en la palestra internacional. Ese ascenso no lo detiene ni siquiera la derrota del fin de semana del 28 de septiembre ante Sudáfrica (48-7), cuando se disputó la última fecha del Rugby Championship 2024, al que ambos llegaron con posibilidades de título.

Fue para los Springboks, pero no hay que desmerecer a los argentinos, que les habían ganado la semana anterior en Santiago del Estero con un ajustado 29-28 en un partidazo. En esa oportunidad, los visitantes perdieron su invicto. Y con ese resultado, los dirigidos por Felipe Contepomi llegaban a la definición con mínimas chances de campeonar, lo cual hubiese sido histórico. Tenían que ganar por al menos 8 puntos y hacer tres tries más que el rival. Había sustento no para confiarse sino para creer. Ya se le había ganado en la misma competencia a los All Blacks (38-39) y también a los australianos (67-27). Luego se dio lo de Santiago del Estero. El panorama invitaba a soñar.

Una cuestión de actitud
Claro que en las previas deportivas, cuando aún todo puede ser, el corazón deja un lugar importante a la ilusión. Y a ella se aferra todo amante de un equipo o deportista. Nos pasa a todos. Lo de los Pumas no fue la excepción. Aunque desde el comienzo del partido se notaba que lo complicado se iba haciendo imposible con el correr de los minutos: los Springboks –que atraviesan uno de sus mejores momentos históricos– salieron a barrer de la cancha a los Pumas, los metieron en su campo y no pararon de anotar. Si la diferencia no fue mayor se debió, justamente, al espíritu puma. Cualquier otro equipo se hubiese caído ante tanta cosa abrumante.

Ese esfuerzo es lo que genera identidad con su gente. Los Pumas tuvieron sus manchas (el ninguneo a Maradona horas después de su muerte) y el rugby en general todavía lucha contra hechos sociales violentos (asesinato de Fernando Báez Sosa, el más emblemático) y la eterna calificación de «deporte de chetos». No es así: el rugby es el deporte que en Argentina más integra. Lo hace en las villas miseria y en las cárceles de todo el país, donde distintos proyectos apuntan a la práctica deportiva con integración. Durante la dictadura militar, el rugby fue el que más deportistas desaparecidos tuvo: 163. Al menos oficialmente y hasta hoy.

Con el fútbol y el automovilismo como los deportes más populares, el rugby se ubica en el podio de las preferencias argentinas. En algún tiempo estuvo relegado por el boxeo y en otro por el tenis. Inclusive las Leonas tuvieron su impronta masiva. Pero todo indica que el rugby llegó para quedarse como el tercer deporte.

No en vano el mundo habla de los Pumas. La previa del partido ante los Springboks tenía en vilo al público local. Sabían que enfrente tendrían un rival de primerísimo nivel. A la altura de las más altas exigencias. Un video promocional anunciaba «La batalla de Mbombela» (nombre del estadio), no en términos violentos sino en el marco de lo que se entiende como una dura contienda deportiva. Confianza, pero también respeto.

De pie. Más allá de la derrota 48-7, los Pumas redondearon un gran certamen.

Foto: Getty Images

Auspicioso horizonte
Para tener magnitud de lo que se respeta internacionalmente a los Pumas, va un párrafo escrito por el periodista especializado Stephen Jones en el Times: «Lo que tiene Argentina es una base de grandes clubes de rugby que involucran a toda la comunidad en todos los niveles, y también tienen una pasión fanática por jugar para su país».

«Desde lo deportivo, los Pumas no dejan de ser un ejemplo de tenacidad. Compromiso, sacrificio, entrega, van para adelante. Si hasta Sonny Bill Williams (emblema All Blacks) admira la actitud de lucha de los Pumas. Porque pueden perder por 5 o por 40 e igual van para adelante. Eso los hizo ser respetados por todos», dice el coach ontológico especializado en deportes Alejandro Oneto Gaona, reconocido por sus trabajos en el mundo del rugby y del fútbol. «Contagiaron un fuerte sentido de pertenencia. Lo que sí deberían ajustar es la constancia en los resultados: ganan tres partidos contra las potencias, pero desperdician ante Australia, en el primer partido, una chance de quedar como escolta de los Springboks. Tienen que lograr una evolución constante. Esa es la gran meta», agrega Oneto Gaona. 

Estos Pumas ya tienen referentes como para sostener un proyecto que se afianzó con la asunción de Contepomi, en diciembre pasado. Hay jugadores relevantes y con presente y futuro como Mateo Carreras, Juan Martín González, Santiago Chocobares, Lucio Cinti, Julián Montoya y Pablo Matera («hoy es el representante del amor a la camiseta Puma», define Oneto Gaona). 

Los Pumas terminaron terceros (Sudáfrica, 24; Nueva Zelanda, 16; Argentina, 14; y Australia, 5). Con el año casi finalizando, volverán a jugar en Europa en noviembre (Italia, el sábado 9; Irlanda, el viernes 15; y Francia, el viernes 22). Los Springboks, en cambio, ratificaron con este título su condición de mejor seleccionado del mundo. Casi terminan invictos: el único partido que perdieron fue el mencionado ante los Pumas. Un dato que más allá de lamentos sirve para pensar en un buen futuro.

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