Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

Aventuras privatistas

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Banco Nación. En la mira de las grandes corporaciones desde hace tiempo, Milei lo convierte en sociedad anónima.

Foto: Shutterstock

Varios de los medios de comunicación hegemónicos intentan disimular el escándalo de las cripto, ya con repercusión internacional, bajo figuras como: «El embrollo de la criptomoneda», «El error no forzado» o «La patinada presidencial». Sin embargo, no se debe ocultar el problema de fondo de este caso oprobioso: se trata de la expresión de una ideología que define una política de destrucción del Estado nacional y su reemplazo por el mercado. En el caso concreto de las monedas digitales como $LIBRA, significa que cualquier persona o sociedad tenga la facultad para emitir dinero. 

Esta concepción tiene implicaciones graves, ya que la emisión monetaria, desde la revolución francesa y la propia revolución estadounidense, o sea, en la modernidad, es una prerrogativa que se reserva a los Estados nacionales. Precisamente, se trata de la expresión monetaria de la producción de bienes y servicios y, complementariamente, de la constitución de la identidad de un Estado soberano.

Esa línea fomentada –«solo difundida», según Javier Milei– desde la primera magistratura posibilita también, como fue notorio, que aventureros de las finanzas puedan realizar libremente fraudes sin ningún tipo de control del Estado. No resulta aceptable el argumento adicional de que no hay espacio para la queja porque, en última instancia, el caso sería asimilable al de una simple apuesta en un casino.

Para decirlo de otro modo: $LIBRA no es otra cosa que la materialización de una concepción ideológica y política, uno de cuyos arietes en el mundo es nuestro presidente. Lo cierto es que terminó siendo una estafa, en la que está implicado el Gobierno mismo y la máxima figura política de la Nación.

De modo consecutivo, se anunciaron los decretos que transforman al Banco Nación y luego a Yacimientos Carboníferos Río Turbio en sociedades anónimas, también de consuno con la ideología privatista de los bienes públicos. Todo indica que la decisión tiene más de un propósito. Por un lado, concretar el afán privatizador que el Congreso le negó específicamente en ambos casos a Javier Milei. Pero a su vez generar cortinas de humo para desviar la atención del fraude de la criptomoneda.

El Banco Nación siempre fue un botín preciado por núcleos financieros, tanto locales como extranjeros. Nunca se pudo realizar por la resistencia de la gran mayoría de la sociedad, de las pymes –tanto de la ciudad como del campo–, como de los usuarios y sus propios trabajadores. Se trata claramente del propósito político de avanzar hacia la privatización de lo público, cuyos beneficiarios serán las corporaciones atentas a la liquidación de los bienes estatales y a aventureros de toda índole, como ocurrió en los 90 con Aerolíneas Argentinas e YPF, que terminaron desarticuladas.


Posar para la foto
Mientras tanto, el presidente retoma sus giras, en las que combina las misiones oficiales y privadas, concurriendo a cumbres organizadas por corporaciones políticas empresarias de ultraderecha. Si bien logró uno de sus propósitos, que era la foto con el presidente de Estados Unidos, quedó pendiente la resolución del tema nodal sobre el carácter del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. 

El Gobierno nacional no puede ocultar su ansiedad por conseguir dinero fresco para sostener su modelo económico, al menos hasta las elecciones de medio término. Por lo que se sabe, las imposiciones del FMI son las usuales en este ámbito y pasan por una devaluación, la liquidación del mal llamado «cepo» y la puesta en práctica de las reformas, ahora bautizadas «verdaderas»: laboral, previsional y tributaria ¿Avanzar hacia la privatización del Banco Nación sería, como evalúan algunos, una ofrenda al FMI?

Este sábado el presidente debe dar su discurso de apertura de sesiones en el Congreso Nacional, donde se han suscitado importantes tensiones relacionadas con estos acontecimientos y que ya vienen de una mayoritaria disconformidad por la ausencia de debate y por la falta de aprobación de la ley de Presupuesto. Milei sigue con el mismo Presupuesto de 2023.

Para los próximos tiempos, la oposición se propone ponerle límites al mandatario. Para ello deberá consolidar una unidad tendiente a construir una alternativa política que tenga la fuerza suficiente para disputar con el Gobierno nacional.

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