7 de marzo de 2025
El magnate recibió ayudas, exenciones impositivas y contratos estatales por al menos 38.000 millones de dólares. La investigación del Washington Post, de Jeff Bezos, le da un condimento extra.

Motosierra. El líder de Tesla prometió en X, su propia red sociodigital, que hará recortes por «al menos 2 billones de dólares».
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Elon Musk ha ganado un lugar protagónico en el Gobierno de Donald Trump. El hombre más rico del mundo fue el principal donante de la campaña, con más de 260 millones de dólares de manera personal o a través de sus empresas. También es la cara visible del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por su sigla en inglés), aunque se confirmó a Amy Gleason como administradora interina; aseguran que Musk solo «supervisará» su trabajo. En sus primeros días en funciones, rescindió contratos de los cerca de 200.000 trabajadores federales que estaban a prueba y recortó el personal de numerosas reparticiones arriesgándose a paralizar sectores clave de la administración. La planta del Estado federal es de aproximadamente tres millones. Que los principales contratos de Musk sean con el mismo Estado que ahora poda de manera determinante no lo hizo reconsiderar su misión.
El líder de Tesla prometió, a través de X, su propia red sociodigital, que hará recortes por «al menos 2 billones de dólares». En uno de los actos de apoyo a Trump aseguró a los votantes: «Tu dinero está siendo desperdiciado y el DOGE lo va a arreglar». De momento, los supuestos ahorros por un total de 65.000 millones de dólares, difundidos por la página oficial del Departamento, han sido desmentidos por varios medios, desde CNN o Forbes, hasta la revista Rolling Stone. Este último medio, además, considera que Musk utiliza la cercanía con el poder para acumular datos personales y de competidores para entrenar su IA.
Lo más llamativo, de todos modos, es que este personaje tan crítico del gasto del Estado ha acumulado una cifra multimillonaria entre subsidios y contratos para sus empresas SpaceX y Tesla, según una investigación del Washington Post. La historia es conocida: quien recibe una escalera para subir en la pirámide social «patea la escalera» una vez que se acomoda al tiempo que promueve la meritocracia. Musk es un ejemplo extremo de ese hábito.
Haz lo que yo digo…
Según el equipo de periodistas del Washington Post, las empresas de Elon Musk recibieron al menos 38.000 millones de dólares a lo largo de los últimos 20 años. Esto incluye desde subsidios y descuentos impositivos, hasta ayudas locales y contratos. La cifra total, aseguran los investigadores, es más alta, ya que solo accedieron a documentos públicos, los cuáles omiten ayudas y pagos otorgados de manera secreta por los aparatos de defensa e inteligencia. SpaceX en particular tiene numerosos encargos del Gobierno federal que incluyen desde conexión satelital a internet hasta el envío y producción de satélites. Por ejemplo, un artículo del Wall Street Journal menciona un contrato clasificado por 1.800 millones relacionado con un programa de satélites secretos que no se sumó al total.
Además, cuenta el artículo, para conseguir ayudas Musk utilizó sus influencias en el Estado: en 2008, cuando Tesla estaba al borde de la quiebra e incluso se había gastado la mayor parte del dinero adelantado por sus clientes por autos que aún no habían sido fabricados, solicitó un préstamo subsidiado del Departamento de Energía. El problema que tuvo es que le faltaba una certificación de la Agencia de Protección Ambiental, por lo que Musk aprovechó sus contactos para pedirla directamente a la responsable y que se la entregaran en tiempo récord.
En 2010, un préstamo de tasa baja del Departamento de Energía por 465 millones le permitió a Tesla construir la planta de producción del Modelo S, un auto de lujo inaccesible para la mayor parte de la población. En 2013 pagó la deuda y agradeció a los ciudadanos por la ayuda: «Espero haberlos enorgullecido».
Según la investigación, al menos dos tercios de las ayudas se obtuvieron en los últimos cinco años, mayormente durante la gestión de los demócratas, con Joe Biden como presidente. El récord tuvo lugar en 2024, cuando recibió 6.300 millones de dólares. Ahora los acusa de haber derrochado dinero público.
A este tipo de ayudas se le suman contratos con el Gobierno federal, mayormente entre SpaceX y la NASA. Además el Gobierno da un subsidio para la compra de autos eléctricos de 7.500 dólares, buena parte de los cuales fueron a manos de Tesla, líder en ese mercado en Estados Unidos. Cabe aclarar que recientemente Musk aseguró que ese subsidio debería terminarse para Tesla porque ya no lo necesita.

Principio de revelación. Al menos dos tercios de las subvenciones se obtuvieron en los últimos cinco años, durante la gestión de Joe Biden.
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En defensa del mercado
La prensa estadounidense parece haber reaccionado frente a la emisión descontrolada de información falsa por parte de Elon Musk y también por su rol de recortador de gastos del Estado, los mismos que lo benefician hace años.
Pero que esta investigación sea del Washington Post en particular agrega otro matiz. Este diario, creado en 1877, fue adquirido nada menos que por Jeff Bezos, dueño de Amazon, en 2013. Por entonces, aseguró: «Nuestra misión con los lectores seguirá siendo el corazón del Post». La semana pasada Bezos publicó una carta explicando que ahora la sección de opinión del diario solamente apoyaría «dos pilares: las libertades personales y la libertad de mercado». Según él, estas perspectivas están subrepresentadas en el mercado de ideas actual. También agregó que ya no era necesario que el diario trabajara sobre una diversidad de temas porque «internet hace ese trabajo».
En principio, la investigación sobre contratos y ayudas recibidos por Musk se debe haber iniciado antes del anuncio de Bezos de su intromisión explícita en la línea editorial. Sin embargo, es imposible no recordar las constantes disputas entre los dos hombres más ricos del mundo. Por ejemplo, en 2021, cuando Blue Origin, la empresa espacial de Bezos, perdió a manos de SpaceX un contrato por 2.900 millones con la NASA para construir una nave de alunizaje. Bezos inició una demanda para que se anulara y fracasó. Luego, Blue Origin obtuvo otro contrato por 3.400 millones para que desarrollara una nave alternativa. Sin embargo, más allá de los conflictos personales, es cierto que ambos comparten un enemigo: ambos megamillonarios se unieron para pedir la inconstitucionalidad de la Junta Nacional de Relaciones de Trabajo que media en los conflictos entre empleados y empleadores. Para ellos, la defensa de los trabajadores es un obstáculo para la mano invisible del mercado.
Quienes patearon la escalera después de trepar la pirámide tampoco están satisfechos y usan el poder político, económico y tecnológico que poseen para darse manotazos y hacerse un poco más de espacio en la cúspide.
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