25 de junio de 2025
Las conferencias, debates y obras que integraron la reciente programación del encuentro pusieron el foco en la producción y la sustentabilidad de la disciplina en todo el país.
Coreografías. Tita, Nchuwejh, Cantan bailan, Índigo y Matás al perro y queda la rabia, alguna de las piezas presentes en el evento (Fotos: Prensa).
Con una programación que puso acento en la reunión de hacedores de la danza de todo el país, el Festival Danza con F volvió a proponer una reflexión intensa en torno a la producción, la sustentabilidad, las nuevas plataformas, la educación y la salud. Tales fueron los temas sobre los que se desarrolló una serie de rondas de trabajo colaborativas al inicio del encuentro, que integra la Red de Festivales del Movimiento Federal de Danza. En esta ocasión, fue realizado en conjunto con el Observatorio Argentino de la Danza, y se llevó a cabo desde el miércoles 18 hasta el sábado 21 de junio en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Coordinadora del área de danza del CCC, Mariela Ruggieri dialogó con Acción acerca del evento que organizó junto a Laura Lázaro, Euclides Pérez Arizmendi, Virginia Rossi y David Señorán. «El festival se llama Danza con F y esa F es de federal. Tiene esa particularidad o intentamos que la tenga: hacer que puedan participar elencos, grupos o personas de distintos lugares del país. Es la única manera de que nos podamos nutrir y ver cuáles son las perspectivas de cada lugar y cuáles son las necesidades, que son muchas siempre. Y las reflexiones y los pensamientos que se tienen respecto a cambiar determinadas cosas», afirma.
Ruggieri sostiene que en algún momento existirá una Ley de Danza, producto del esfuerzo y la lucha de los artistas. Desde esa perspectiva, la búsqueda no solamente es parte de una construcción estética, sino también social. «El festival piensa la danza desde todos los lugares donde se desarrolla: la interpretación, la creación, la dirección, la gestión, la educación, la salud, las perspectivas de género, etcétera. Y cuando hablamos de todo eso estamos haciendo referencia a lo político, que es distinto a hablar de la política. Como personas, artistas y trabajadores, deberíamos poner en crisis el sistema en el cual estamos haciendo nuestro trabajo. Y poder ir mejorando esas condiciones en todos los órdenes, para llegar a tener políticas de Estado que sean provocadoras de un desarrollo sustentable», concluye.
Poético y político
Además de los encuentros con programadores y productores, la reunión abierta sobre políticas para la danza y espacios formativos a cargo de Marcos Rossi y Andy Molina, también se pudieron apreciar las obras Matar el tiempo, Tita, se dice de ella, Índigo, Cantan bailan–Mágico diamante y Matás al perro y queda la rabia, estas últimas en el Espacio Experimental Leónidas Barletta. Por otra parte, se exhibió la pieza de videodanza documental Nchuwejh (Espíritu) de Marilyn Granada.
La propia Granada cuenta que Nchuwejh (Espíritu) busca darle visibilidad a la cultura wichi. Para lograrlo contó con la interpretación de Ernesto Palacios, el trabajo de cámara, montaje y dirección de Marcel Czombos y la coreografía final de Palacios junto a Pascual Manuel. El aporte es sobresaliente. «Nos pareció que la forma más práctica y útil para la difusión de una danza que es difícil de llevar a todos lados era haciéndola en formato de videodanza. Trabajamos con los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Y, a la vez, la visión que tienen los wichis de que todos los seres y toda la naturaleza tienen espíritu y también guardianes y cuidadores. De ahí su visión ecológica, porque se consideran parte de la naturaleza, no la ven como separada de ellos mismos. Fue un proceso feliz, porque en plena pandemia nos encantó charlar sobre sus ideas, lugares donde se podría filmar, la música adecuada», sostiene Granada sobre el proceso creativo.
En cuanto al trabajo sobre el cuerpo, explica que «el sentido poético y político se basa en la forma de moverse que tienen Ernesto Palacio y Pascual Manuel, que son wichis. Toda la obra tiene un tempo que, para el público que la vio, se puede asimilar a un tiempo oriental. Hay un transcurrir que a veces parece lento, pero siempre hay movimiento. La naturaleza también se mueve y aparece reflejada en este corto. La poética es la profunda relación entre Ernesto con su entorno, él eligió las locaciones y, en otros momentos, surgieron otras ideas e improvisaciones, como por ejemplo ocurrió con el río y el uso del barro en el cuerpo». Finalmente, la artista Magalí Gigena (presente con la obra Tita, se dice de ella), considera que el encuentro «tiene una misión muy clara en relación con el desarrollo de la danza, que se observa en cada una de las actividades propuestas y temáticas abordadas». Oriunda de La Pampa, Gigena afirma que la mayor dificultad que enfrentan los artistas del denominado «interior» en relación con la circulación de sus puestas radica en la ausencia de circuitos afines. «Y por eso es poco común sostener las obras en cartel. En cuanto a las producciones, creo que pudimos mostrar que estuvimos a la altura de la propuesta del festival, y eso nos da aliento para seguir por este camino. En cuanto a lo político, bajo el lema “queremos vivir de lo que hacemos en nuestro territorio”, la compañía milita el reconocimiento económico por el trabajo artístico y la profesionalización de la danza».