22 de mayo de 2019
La persecución del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, contra docentes de universidades y escuelas públicas no se detiene. Primero fueron las declaraciones del mandatario y su ministro de Educación, Abraham Weintraub, de calificar como «poco rentables» a las carreras de Sociología y Filosofía, por lo que –señalaron– el gobierno recortará la inversión.
A ello, y en el marco de un brutal recorte presupuestario del 30% en universidades nacionales, el jefe de Estado sumó otros embates: por un lado, al proponer que los alumnos filmen a los profesores que imparten «ideas de izquierda», y por otro, al reinvindicar a los colegios militares. «Queremos más niños y jóvenes estudiando en los bancos de estas escuelas (militares): respeto, disciplina y amor a la patria son fundamentos de estos colegios», sostuvo. En este escenario, el exsecretario de Educación Básica del Ministerio de Educación, Cesar Callegari, sostuvo: «El gobierno da pruebas de que, para él, basta un ministro de Educación que actúe como un vector en una guerra ideológica», afirmó Callegari. Como parte de su plan, Bolsonaro también anunció su idea de cambiar la denominación de «patrono de la educación» de Brasil que ostenta el teólogo Paulo Freire, denostado por el presidente ultraderechista por sus métodos de enseñanza en las aulas que reivindican el pensamiento crítico y emancipatorio.