5 de mayo de 2021
Los Gladiadores lograron la mejor ubicación en un Mundial y reafirmaron el crecimiento de una disciplina que concita cada vez más atención en el país. Los Juegos Olímpicos y la renovación del plantel, próximos desafíos.
Egipto. Festejo albiceleste tras la inolvidable victoria ante Croacia, una potencia, en un partido clave de la copa del Mundo 2021. (Anne-Christine Poujoulat/Pool/AFP)
En el Mundial de Egipto 2021, la selección argentina masculina de handball finalizó en el undécimo puesto, el mejor en su historia. Pero hubo, sobre todo, otro hito: los Gladiadores, como los apodan, profundizaron un cambio cultural en la percepción del handball en la Argentina. No solo provocaron identificación en el ambiente de una disciplina muy practicada en la edad escolar, sino también consiguieron que muchísimos aficionados del deporte sintonizaran los partidos. Así, el Mundial de Egipto fue otro punto de avance. La competición más próxima para los Gladiadores será los Juegos Olímpicos de Tokio. «Ha sido increíble ver cómo brilló el deporte en el Mundial de handball –dijo Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI)–. Ha dado un ejemplo para la organización de un gran evento deportivo durante esta pandemia». Si finalmente se celebran a mitad de año los Juegos de Tokio, la Selección argentina también intentará concretar su mejor actuación histórica, ya que en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, únicas participaciones olímpicas, no pasó de la ronda preliminar. En el handball argentino está todo por hacerse.
Por lo pronto hay señales auspiciosas y cuestiones para mejorar. En el último partido de la ronda principal del Mundial, ante Catar, los Gladiadores llegaron a ganar por seis tantos en el primer tiempo y por cuatro en el segundo. Perdieron 26-25. El empate les daba la clasificación a cuartos. Durante el Mundial, la selección le ganó a Croacia, subcampeón europeo. Y jugó como nunca antes, mano a mano en la élite. Atrás quedaron dos ubicaciones en el puesto 12, en Suecia 2011 y Catar 2015. «Perder una clasificación para situarse entre los ocho mejores del mundo solo la pierden los que llegan a esa antesala. Hace muchos años que lo repito: el crecimiento del handball argentino no es posible, ni probable: es inevitable. Estamos en la previa a pasar de nivel. A cambiar de rango. El crecimiento no siempre será lineal. Habrá mesetas y retrocesos. Pero va a ocurrir. Seremos testigos de años muy emocionantes», dice a Acción el periodista Hernán De Lorenzi, que transmitió el Mundial junto a la exjugadora Valentina Kogan en el canal público DeporTV, y autor además del libro 25 años de handball argentino. Se trata de trabajo, insistencia y paciencia.
En la actual Selección, que dirige el español Manuel Cadenas, conviven jugadores que transitan los últimos torneos con la camiseta argentina, una generación intermedia y una nueva camada que es presente y, en especial, será futuro. Con 32 goles, Federico Pizarro fue el goleador en el Mundial. Tiene 34 años. Irrumpió Pedro Martínez Cami, 21 años, armador, jugador del Ademar de España, el club que, a la vez, dirige Cadenas. Otros, como Gonzalo Carou, se consolidaron en el equipo. Los arqueros Leonel Maciel y Juan Bar aportaron solidez. Y, claro, estuvo el talento siempre presente de los hermanos Simonet, Diego (31 años), Sebastián y Pablo (28), figuras en sus equipos europeos (Montpellier y Ciudad Encantada). A los 34 años, Sebastián Simonet está cerca del retiro. Los Juegos Olímpicos de Tokio serán «el último baile» de los hermanos Simonet. «Fue el mejor Mundial de la historia. Demostramos que seguimos creciendo. Nos fuimos con la cabeza en alto –dijo Diego–. Sabemos que estamos haciendo historia, y espero que sigamos así hasta los Juegos Olímpicos de Tokio y más, porque lo importante siempre es seguir mejorando».
Salto de calidad
En el Mundial de Egipto, Dinamarca, campeón olímpico, le ganó 26-24 la final a Suecia y revalidó el título que había conseguido en Alemania-Dinamarca 2019. El objetivo de antemano de la Selección argentina era pasar a los cuartos de final para ubicarse entre las ocho mejores selecciones del mundo. Lo había fijado Cadenas, quien seguirá al menos hasta los Juegos. «Se perdió una oportunidad histórica, pero lo importante es el logro de haber tenido esa oportunidad –analiza Cadenas, 47 años ligado al handball, desde 2017 al mando de la Selección argentina–. Ahora quizás estamos muy justos de gente, pero en nuestro nivel. A algunos veteranos, lógico, les viene pasando factura el tiempo, y no están surgiendo tantos jugadores jóvenes para el relevo. Pero al final, el rendimiento colectivo está siendo mejor que los individuales, lo que también es importante. En Tokio hay 12 selecciones y dependemos de los sorteos. Somos un equipo competitivo al que nos tienen que respetar más los arbitrajes. Es una pena que no hayamos dado este paso de meternos entre los ocho primeros».
La llegada del español Cadenas a la dirección técnica de la Selección supuso un salto de calidad en el handball argentino después de los años de Eduardo «Daddy» Gallardo a cargo del equipo, los que iniciaron el crecimiento. Fue, también, aceptar nuevas exigencias. «Tenemos un excelente entrenador y va a seguir trabajando con Argentina, siguiendo este camino de desarrollo», avisó Mario Moccia, presidente de la Confederación Argentina de Handball (CAH). «Está demostrando que es un técnico con experiencia, con conocimiento, que está introduciendo en el equipo cada vez más variantes de juego que hacen que seamos muy competitivos. Estamos preparándonos para hacer una muy buena actuación en Tokio».
De los 19 jugadores que disputaron el Mundial de Egipto, 15 juegan en el exterior. La Selección tuvo un promedio de edad de 29 años. Acaso el siguiente paso, impulsado por el despegue de los Gladiadores, sea mirar hacia adentro, ampliar la base de practicantes, y que los que migraron y vuelven participen en el crecimiento. La evolución del handball argentino está en proceso.