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Ficciones de lo real

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Cada vez más ensayos personales, columnas periodísticas y posteos de blogs se convierten en la materia prima de historias que llegan a la pantalla chica. Entre la coyuntura y la autobiografía, las razones que explican una tendencia en alza.

Cosas de familia. Según Roxi retrata con humor el complejo mundo de una madre.

Una madre primeriza que retrata con humor el complejo mundo de la maternidad. Las vivencias de amistad, amor y sexo de cuatro treintañeras en Nueva York. Ocho historias con numerosos personajes cuyo eje son los vínculos afectivos en la era contemporánea. El recorrido de una feminista nacida y criada en una comunidad judía ortodoxa de Buenos Aires. ¿Qué tienen en común los argumentos de las series Según Roxi, Sex and the City, Modern Love y El fin del amor, nuevo proyecto de MGM que tendrá a Lali Espósito de protagonista? Que todas están inspiradas en textos de no ficción: posteos en blogs, columnas en diarios y ensayos personales sirvieron de base para crear ficciones pensadas para la pantalla chica.
«Cada vez es más necesario para las crecientes plataformas de streaming que aparecen encontrar fuentes con las cuales construir historias de ficción para ofrecer a sus suscriptores. Las dos fuentes más importantes han sido guiones originales o adaptaciones literarias. Este año se sumaron, sin ser la novedad pero sí con más fuerza, las adaptaciones de material de no ficción que tienen componentes de realismo y, por ende, de mayor cercanía con el espectador», observa Paula Vázquez Prieto, periodista especializada en cine y series de La Nación y Radar.
Casos como la local Según Roxi, serie de internet creada en 2015 por Julieta Otero, a partir de una web personal donde volcaba anécdotas y descargos (y que luego pasó a emitirse por Netflix y la Televisión Pública), y Sex and the City, cuyo estreno en 1998 llevó a la pantalla de HBO la columna de Candance Bushnell para The New York Observer, prueban que, como apunta Vázquez Prieto, la no ficción en tanto fuente de inspiración no es cosa exclusiva de la actualidad.


No obstante, la razón por la que hoy en día se torna un terreno más y más atractivo para guionistas y productores posiblemente haya que ubicarla tanto en su formato como en las temáticas, que se amoldan bien a los gustos y necesidades del presente. «El uso de una coyuntura, de un elemento vinculado con la realidad, le sirve a la ficción que busca ajustarse a una narrativa corta, condensada, que demandan muchos públicos actuales, quienes gustan de ficciones en donde en un capítulo pasen muchas cosas. Los artículos periodísticos, que tienen una estructura más concentrada, son muy útiles en ese sentido», explica Vázquez Prieto.

Ideas feministas
«Es importante hablar de cómo nos relacionamos hoy, de cómo se quiere y se coge en estos tiempos», afirma la guionista Erika Halvorsen, impulsora de la adaptación audiovisual de El fin del amor, el ensayo escrito por la filósofa Tamara Tenenbaum, editado el año pasado. «Estaba leyendo el libro de Tamara y, antes de terminarlo, le pedí los derechos. Vi la serie, empecé a tener imágenes. Una noche empecé a soñar con escenas, con el universo de la posible serie. Así nació. Fue amor a primera vista», recuerda Halvorsen para ilustrar el origen del proyecto. El siguiente paso fue enviarle un audio de WhatsApp a Espósito haciéndole llegar la propuesta, para finalmente captar el interés de la productora estadounidense MGM.
«Nos pareció que Lali era la mujer ideal para protagonizar esta historia», continúa Halvorsen. «Comprometida con las mujeres, con la libertad, con el deseo, seguida por millones. Estamos las tres orgullosas de lo que vamos a contar. Se cree que hablar sobre estos temas es para proyectos “de nicho”. La participación de Lali es fundamental para demostrar que el feminismo no es de nicho. Mientras más gente acceda a la serie, mejor», asegura. Por último, señala que desde el punto de vista creativo, «la posibilidad que me da El fin del amor es tomar el personaje de Tamara y ficcionarlo. Tomar su arco, su pasado, su presente y también imaginar un futuro».

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