Cultura | MANU SIJA

Sin fronteras

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Mariano del Mazo

Entre el folclore y el jazz, el músico tucumano se abre paso en el país y también en el exterior. Las composiciones propias y la producción de discos ajenos.

Origen. Dio sus primeros pasos con el violín eléctrico, pero es multiinstrumentista.

DIEGO MARTINEZ

Hay un artista que hace rato viene trazando una huella única en la música argentina. No es un secreto, pero permanece en un sitio algo lateral, propio, sereno y acorde con su perfil bajo. Manu Sija, tucumano de Simoca, no para de ampliar horizontes y de confirmar todo lo que alguna vez embelesó, por ejemplo, a Pat Metheny o a Teresa Parodi. Canta, tiene una musicalidad desbordante, es multiinstrumentista, maneja diferentes registros –del más austero sonido acústico a la electrónica y el rock sinfónico–, va y viene de Simoca a Villa Crespo, de Buenos Aires a Nueva York. Y despliega proyectos como si fuera un marino que marca un itinerario sobre el mapamundi.
«Venía viajando muchísimo, por acá y por el exterior, pero la pandemia cambió la rutina», dice en su casa porteña. «Me metí a componer aquí, en el hogar, me animé a algunos streamings que fueron pura prueba y error. Y a producir para otros. Con mi querida Ana Prada pudimos terminar un álbum que se llamó 8 para el 8, en el cual hay versiones de canciones de mujeres o dedicadas a mujeres icónicas de la cultura popular. Lo hicimos a distancia. También me llamó Teresa Parodi para producir su último disco. Gran felicidad poder trabajar con semejantes artistas».

Levantar vuelo
Es, a todas luces, un rara avis. Creció empuñando el violín eléctrico, espejado en Jean-Luc Ponty, y absorbiendo las enseñanzas folclóricas de su coterráneo Lucho Hoyos. Es una esponja voraz. En 2012 subió a la red una versión de «First Circle», de Pat Metheny y Lyle Mays, en la que toca todos los instrumentos. El guitarrista estadounidense quedó maravillado, y no pasó mucho tiempo para que se encontraran en Nueva York. «Cuando conocí a Pat enloquecí. Me hizo sentir como si fuéramos amigos de toda la vida. Conecté con sus canciones que tienen rítmicas similares a las del folclore. Sobre todo el tema “Minuano”, que a mí me sonaba a chacarera. Después me enteré de que ahí tocó Pedro Aznar. Me di cuenta de que esa combinación entre jazz y folclore era lo que yo quería hacer».
En una época, antes del comienzo de cada show, dejaba en loop una grabación con la voz cascada del Chango Farías Gómez, como una suerte de declaración de principios: «Para mí la denominación folclórica fue un hecho desafortunado porque es una definición científica que hace que esta música no entre en la ley de la evolución (…) Es más, cuando vos decís “yo soy músico”, te preguntan “qué tocás”. Y vos le vas diciendo, hasta que tenés que caer en el “toco folclore”, porque el tipo no entiende. Y pasás de ser músico a ser folclorista. Y no: yo soy músico, no soy folclorista». En ese otro espejo, el del Chango, se refleja también Sija.
Viene de un período de melancolía, provocado por la muerte de su padre en pandemia. Debió parar, replantear todo y hacer una lista de prioridades. «Mi viejo fue el que plantó la semilla de la música en mí. Estoy en una especie de reseteo mental y sentimental. Vamos a ver para dónde disparo. Escucho de todo. Detesto el esnobismo musical, del cual formé parte alguna vez. Básicamente en la adolescencia. Me perdí de aprender un montón de cosas. La música que me gusta es tan ecléctica como la que yo hago. Escucho todo: a Pat, el folclore más tradicional, el popular, lo que está de moda, lo que no. No me privo de nada. Lo último que me sorprendió fue un disco que sacó mi amiga Sofía Rei. Y volví a escuchar un homenaje a Atahualpa Yupanqui, que se titula Le tengo rabia al silencio, que tiene unas versiones tremendas».
A los 33 años Manu, como apuntaba Chango Farías Gómez, no siente que lo contenga la palabra folclore. Va mucho más allá. Ya hizo muchísimo pero, de alguna manera, advierte que todavía no hizo nada. La pandemia y la muerte de su padre fueron golpes duros pero, dice, no para de perseguir un sueño: «Vivir de la música que amo. No es sencillo. Creo que estoy en camino».

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