La demanda laboral de una jugadora contra su club y la AFA ayudó a visibilizar conductas machistas y asignaturas pendientes de la actividad. El difícil camino hacia la profesionalización en el marco de un campeonato local cada vez más competitivo.
27 de febrero de 2019
Nuñez. El último superclásico entre River y Boca, en febrero, llegó a la tapa de los diarios. (Nicolas Stulberg)Macarena Sánchez desactivó con un tuit el argumento con el que se pretende bajarle el precio al fútbol femenino. Ocurrió en las redes sociales. Francisco, un usuario de Twitter, le escribió a Macarena: «Maca, me tenés los huevos llenos. Hacele ganar al club lo mismo que el masculino y después pedí que inviertan. Economía básica». Macarena le respondió con datos: «Mi equipo ganó 4 campeonatos de primera división de AFA y participó 3 veces en Copa Libertadores. El equipo masculino juega en la B Metropolitana. Saludos, Francisco». Macarena jugaba en la UAI Urquiza, que batalla mano a mano con los más grandes en el fútbol femenino y que puede ser el antecedente que ponga en marcha el profesionalismo en ese ámbito. Hasta el 5 de enero era parte del plantel de la UAI. Ese día, en medio de la temporada 2018-2019, cuando ya no tenía chances de conseguir otro equipo, le anunciaron que dejaba de ser futbolista del club en el que jugaba desde hacía siete años. Santafesina, 27 años, quince días después anunció el inicio de una demanda que puede derivar en la profesionalización del fútbol femenino.
UAI Urquiza, además de ser el actual campeón, es uno de los líderes del torneo. El otro es River. El certamen de Primera División, fundado en 1991, tiene hoy 16 equipos divididos en dos zonas, una por el campeonato, donde también compiten Boca, Racing, San Lorenzo, UBA, Lanús y Huracán, y la otra por la permanencia, donde están Platense, Independiente, Villa San Carlos, Estudiantes, El Porvenir, Atlanta, Excursionistas y Deportivo Morón. El campeón de la zona campeonato se clasifica a la Copa Libertadores. Y los dos últimos de la zona permanencia desciende a la Primera B.
El campeonato femenino toma cada vez más vuelo propio. El último Boca-River (fue 3-1 para las millonarias) fue tapa de los diarios. Olé, la principal publicación deportiva del país, le da una cobertura habitual. Promiedos, una muy visitada web, ya incluye las estadísticas del torneo. El año pasado, el canal Crónica TV trasmitía algunos partidos a través del programa El Femenino. Los clubes, por reglamento, deberán tener equipo de fútbol femenino dentro de su estructura si quieren obtener la licencia de la Superliga o de la Conmebol, que impone ese requisito para jugar en sus torneos continentales. A los medios les cuesta prescindir de comparaciones con el fútbol masculino. Pero la disciplina avanza si se considera otro hecho: la programación del encuentro entre Boca y UAI Urquiza en la Bombonera, como antesala del clásico entre el equipo de la Ribera y San Lorenzo por la fecha 22 de la Superliga.
Contra viento y marea
Macarena, como otras futbolistas, cobraba un viático para jugar en UAI Urquiza. Algunas no llegan ni a eso. ¿De cuánto puede llegar a ser ese viático? De 3.000 pesos, quizá, pero es un monto que se arregla de manera individual. Las condiciones varían según el club. Sin embargo, lo que domina la escena es que muchas veces las chicas tienen que usar la ropa que dejan los equipos masculinos, o tampoco cuentan con lugar de entrenamiento o, si cuentan, está en malas condiciones, no tienen seguro médico, y hasta tienen que pagar de su bolsillo el traslado a los partidos. Así se desarrolla el fútbol femenino en Argentina, que este año tendrá a su selección en el Mundial de Francia (ver recuadro), una clasificación que se logró con un partido jugado en Arsenal a cancha llena.
Macarena demanda a la UAI Urquiza y a la Asociación del Fútbol Argentino el reconocimiento de su relación laboral con el club. Pero ese juicio, lo saben los dirigentes, puede derivar en una catarata de reclamos que hagan imparable que el fútbol femenino en la Argentina sea profesional. «Jugadora de fútbol. Estudiante de Trabajo Social. Santafesina en Capital Federal. Sabalera. Feminista», se lee en la bio de Twitter de Macarena, donde mantiene una gran actividad, plantea debates, discute políticamente, y visibiliza la situación del fútbol femenino. Macarena sabe que su lucha no es individual sino colectiva. Y el paralelismo es inmediato con lo que ocurría hace casi noventa años, cuando los futbolistas argentinos que reclamaban por sus derechos, marcharon a la Plaza de Mayo en plena dictadura de José Felix Uriburu, y finalmente consiguieron que se los reconociera como trabajadores. Así fue el inicio del fútbol profesional en la Argentina.
El camino del fútbol femenino parece más difícil inmerso en un universo machista, dentro de una cultura patriarcal que pretendió para las mujeres un rol secundario en el fútbol, la novia que espera al novio que fue a la cancha, la mamá que cocina para que los hijos se vayan a ver el partido, la esposa que protesta porque el marido se fue a jugar al fútbol con amigos. El imaginario construido está ahí presente. Pero la marea feminista también avanza en el fútbol. La estructura de privilegios del fútbol masculino se ve amenazada. Macarena, incluso, recibió amenazas de muerte en las últimas semanas. «Hace 20 años que juego al fútbol. Siempre viví exclusión y discriminación. Desde que inicié la denuncia de público conocimiento no paro de recibir mensajes con insultos y agravios, pero todo tiene un límite. Hoy me llegó este mensaje», tuiteó Macarena. Y mostró el mensaje con una imagen de una pistola chorreando sangre, que le llegó desde la cuenta @PuchadeMachi: «Hay muchas personas enojadas por tus denuncias. Hay bastante dinero por tu cabeza. Vas a morir pronto».
Fronteras afuera
En un marco de diversas muestras de solidaridad con Macarena y de repudio a esas amenazas, UAI Urquiza, el club al que demanda, sacó un comunicado al respecto que, sin embargo, estaba más destinado a justificar la medida de haber despedido a Macarena que a repudiar los mensajes mafiosos, algo que hacen en el segundo párrafo. Explica que la jugadora no sería tenida en cuenta «debido a su rendimiento deportivo» y que como «no ha retirado hasta la fecha su libertad de acción» todavía es «jugadora del Club Deportivo UAI Urquiza».
Además, como si se quisiera tapar el sol con la mano, en un partido entre River y Racing la árbitro hizo quitar una bandera que colgaba del alambrado que decía «Fútbol femenino profesional», una consiga que se expande. «¿Acaso el mensaje del cartel era agresivo, racista o xenófobo? ¿Quiénes les dan la orden a los árbitros para retirar un cartel? ¿Por qué la policía lo retiene? Un cartel muy peligroso y agresivo, ¿no, AFA?», tuiteó Macarena.
El caso ya cruzó las fronteras. La historia se cuenta en medios de Italia, Francia e Inglaterra y, por supuesto, circula por Latinoamérica. Macarena Sánchez, incluso, llegó a reunirse con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. No es que con ella empezó todo, están Las Pioneras, desde ya, el primer equipo de mujeres en nuestro país, pero acaso el suyo haya sido el primer gran paso hacia un futuro diferente.