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Boca, siempre Boca

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Roberto Parrottino

Campeón del año, el club xeneize domina el fútbol local. Los juveniles y el liderazgo de su arquero Rossi. El proyecto refundacional de Riquelme.

Todo azul y oro. Los jugadores de Boca con el trofeo en La Bombonera, finalizado el partido con Independiente que culminó en empate.

FOTO: NA

Boca no se pregunta mucho cómo lo hace, cómo es que, a pesar de las miradas de afuera que lo sindican como un mal equipo, gana. Y gana tanto –o más que el resto – que hasta sale campeón seguido. En una definición infartante, Boca ganó la Liga Profesional de Fútbol. Y en 2022 ya había ganado a mitad de año la Copa de la Liga (y el este miércoles, ante Patronato, jugará la semifinal de la Copa Argentina, de la que es el campeón vigente).
Boca, lejos de ser una máquina de jugar, es un engranaje que va. Que avanza. Que abarca desde Agustín Rossi, el arquero que entrega triunfos –atajó 75 de los 97 remates en la Liga, diez vallas invictas–, hasta Luca Langoni, el goleador del campeón con seis goles, que expone la búsqueda de Boca Predio, en las inferiores. Con el título 73 en su historia (14 durante el amateurismo, 59 durante el profesionalismo), Boca afianza un sentido de pertenencia en el reencuentro con las raíces históricas, una propuesta de la dirigencia que asumió en 2019, con Juan Román Riquelme como llave, vicepresidente y, sí, encargado del fútbol.
Lo de Rossi fue tan bueno que –de momento como un hecho nominal– fue incluido por Lionel Scaloni en la lista previa al Mundial de Qatar. Si en el partido ante Independiente en la Bombonera, en la última fecha de la Liga, se convirtió en la figura, con dos dobles atajadas, una en cada tiempo, se debe a que durante 2022 fue un pilar a partir de su nivel in crescendo. Lo había sido con los penales atajados ante Racing en la semi de la Copa de la Liga. En muchos partidos, Rossi blindó –y salvó– a Boca. Desde el arco, de atrás para adelante, como le enseñó Carlos Bianchi, Hugo Ibarra reconstruyó a Boca después de la eliminación en la Libertadores y el adiós a Sebastián Battaglia. El equipo ganó 14 de los últimos 23 partidos con Ibarra como entrenador por un gol de diferencia. «Ganó el mejor –dijo el Negro–. Boca gana porque logramos una mística». ¿Rossi renovará el contrato que expira a mitad del año que viene? ¿Ibarra seguirá como técnico de Boca en 2023, cuando intente volver a ganar la Copa tras 16 años? Riquelme lo decidirá. Boca no para.

Desde la base
En la figura de Langoni se puede condensar el trabajo de Boca Predio. O de las inferiores desde la gestión Riquelme. En total, desde entonces, debutaron 32 juveniles en Primera. Alan Varela lo hizo en diciembre de 2020: hoy es el 5 de Boca. El proyecto incluye a los juveniles y apunta, en lo profundo, a reconectar con el sentir bostero. «Hay un cambio en cómo se vive el fútbol y cuál es el objetivo de los que trabajan en el club. El objetivo ahora es potenciar el mercado interno, en cada función. No hay ninguna apetencia política. Antes, en Boca, muchas veces se llegaba al club para que fuese un escaparate o un trampolín para otras actividades, generalmente políticas. Ahora, la única apetencia es superarse en lo futbolístico, en lo deportivo. En ese sentido, hay un cambio radical», dice Carlos Fernando Navarro Montoya, el Mono, quien trabajó en las inferiores durante la gestión anterior, la del macrista Daniel Angelici, y la actual.
Boca ganó cinco de las siete competiciones en el fútbol argentino desde la asunción de Riquelme en 2019. En la consagración, en el 2-2 ante Independiente en la Bombonera, se desplegó un telón en la tribuna que da al Riachuelo, con él besando la pelota: «Un romance eterno».
La salida de Marcelo Gallardo como DT de River después de ocho años –y dos eliminaciones directas de Boca en 2021, más los superclásicos de visitante y de local ganados por Boca en 2022– parecieran confirmar un cambio de era entre los clubes más grandes del fútbol argentino. La incidencia de Riquelme es alta, reconocida por los jugadores y el cuerpo técnico. Los suele visitar una o dos veces por semana. Metido, en la mejor acepción. Entre mates y asados. En las malas y en las buenas. «Después de Patronato, que habíamos jugado muy mal, Román vino una tarde al club y nos dijo que si queríamos ser campeones dependía de nosotros. Cuando se fue, nos miramos como diciendo: “Este está loco”», recuerda el capitán Marcos Rojo. El 31 de julio, en la fecha 11, Boca había perdido 3-0 ante Patronato en Paraná. Quedaba a diez puntos del líder y como el equipo más goleado de la Liga. Menos de tres meses más tarde, Boca, siempre exigido como ningún otro club del fútbol argentino, es el campeón.

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