Luka Doncic, de 20 años, se perfila como la estrella del futuro en la NBA. Luego de un exitoso paso por el Real Madrid, en su primera temporada en Dallas quebró un récord y exhibe recursos de juego que suscitan elogios de figuras como Stephen Curry.
25 de abril de 2019
Conferencia oeste. El esloveno en un duelo frente a Washington Wizards, en marzo pasado. (Smith/Gina/AFP/Dachary)La NBA es una usina de talentos. Cada año, la liga estadounidense sorprende con algún nuevo atleta que cautiva al mundo con su poderío atlético y sus destrezas técnicas. Lo que es no es tan frecuente es hallar un jugador que, en su primera temporada, muestre el temple de un experimentado y recursos de juego que lo proyecten a los primeros planos. Tal es el caso del esloveno Luka Doncic, apodado el Niño Maravilla, quien en apenas 6 años pasó de las categorías infantiles del Real Madrid de España a deslumbrar en la meca del básquet jugando para Dallas Mavericks. Así de vertiginoso y eficaz ha sido el trayecto de este joven de 20 años, para muchos llamado a ser una de las grandes figuras de la próxima década.
Aunque todavía en desarrollo, la historia de Luka, íntimamente ligada con el deporte, exhibe momentos de alto impacto. Nacido Luibliana, es hijo de Sasha Doncic, exjugador y ahora entrenador; y de la exgimnasta y bailarina Mirjam Poterbin. Con esas influencias, Doncic empezó a jugar al básquet en el club más poderoso de su país, Union Olimpija, aunque, con solo 13 años, dejó su ciudad para mudarse a España tras haber sido detectado por el Real Madrid. Después de convertirse en multicampeón en las categorías juveniles y de maravillar al público jugando partidos donde llegó a convertir 54 puntos, el esloveno debutó en el Real con 16 años. Su primera intervención provocó asombro, al encestar un triple. «Y desde ahí, todo parece haber ido en ascenso», recuerda Pablo Laso, el DT que lo mandó a la cancha en 2015.
Su currículum, previo a su llegada a la NBA, resulta elocuente: desde los 16 a los 19 años se erigió en un baluarte del Real Madrid con la obtención de tres ligas de España, una copa Intercontinental y una Euroliga, en tanto también conquistó una Eurocopa con la selección de Eslovenia, el país que eligió representar pese a los intentos de España y de Serbia por nacionalizarlo. Suficientes pergaminos para que desde la mejor liga del planeta pusieran los ojos en él.
Sin límites
Doncic debutó en octubre pasado con la franquicia de Texas, un equipo que no revista entre los más poderosos. Con un plantel en construcción, en Dallas le dieron las riendas del equipo y el esloveno respondió con creces dado que, rápidamente, comenzó a romper récords en varios en rubros estadísticos. Es que, con su físico de 2,01 metros y 99 kilos, el Niño Maravilla es un jugador completo que puede ocupar distintas posiciones, lo que refuerza sus posibilidades para sobresalir en las tres principales estadísticas del básquetbol: puntos anotados, asistencias y rebotes. Conseguir cifras que lleguen a dos dígitos en esos tres rubros –más de 10 puntos, más de 10 rebotes y más de 10 asistencias– se considera un «triple doble» (por la triple doble decena). Doncic no solo se destacó en estos rubros, sino también consiguió quebrar una marca histórica en la NBA:. Al obtener la mayor cantidad de «triples dobles», se coronó como el jugador más joven en lograrlo en una misma temporada.
De cara al futuro encabeza la lista de favoritos a ganar el premio de mejor Novato del torneo. Pero la exigencia será mayor teniendo en cuenta las expectativas que generó. Por lo pronto, cuenta con el respaldo de palabras calificadas. «Sabe lo que hace y aunque es joven ha encontrado la manera de imponer su juego en la mayoría de los partidos. Será bueno verlo desarrollarse en esta liga», lo elogió Stephen Curry, la figura de Golden State Warriors. También el mismísimo LeBron James dijo que le gustaría jugar con él. Otro reconocimiento llegó de parte de un emblema como el alemán Dirk Nowitzki, quien en su último año como jugador lo está guiando dentro del plantel de Dallas. «Para mí ya es un veterano –sostuvo–. Hace cosas en la cancha que no son normales a los 19 o 20 años. Tiene tiro, tiene recursos, asiste como pocos. El cielo es su límite».