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Suceso santiagueño

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Alejandro Duchini

La provincia está de fiesta: Central Córdoba conquistó el primer trofeo oficial de su historia y disputará la Libertadores 2025. Omar De Felippe, el arquitecto de una campaña para el recuerdo.

Santa Fe. Los jugadores y una celebración inolvidable, tras vencer a Vélez Sarsfield en la final.

Foto: Getty images

Se puede elegir cualquier momento entre tantos para resumir la final de la Copa Argentina que Central Córdoba (Santiago del Estero) le ganó a Vélez en Santa Fe y le dio, además del trofeo de campeón, un lugar en la Copa Libertadores 2025. Elijamos éste: van 8 minutos del segundo tiempo y el asunto está 0 a 0. Vélez merece más, pero se sabe que en el fútbol los goles no se merecen sino que se hacen. Hasta acá, nada nuevo. Luis Ángulo -colombiano, 20 años, su pase pertenece a Talleres de Córdoba- encara un contraataque de los santiagueños y cambia de frente con un centro hacia la derecha, por donde viene a la carrera Matías Godoy, que a sus 22 años ya jugó en Atlético de Rafaela, Dinamo Zagreb, Argentinos Juniors, Instituto y Talleres de Córdoba y Estudiantes hasta llegar a Central Córdoba. Godoy mide el arco o tal vez se fija si entra algún compañero a quien darle un pase. Después se sabrá: «Tiré un centro». Lo concreto es que saca un derechazo desde afuera del área y la pelota supera al arquero Tomás Marchiori. Entra por un espacio y desde un lugar imposible, pero entra. La cancha de Unión (Estadio 15 de abril) queda por una milésima de segundo en silencio. No se puede creer que la pelota haya entrado. No se puede creer salvo por la cara de Marchiori, sentado contra el palo, como desencajado, vencido. Su gesto es el primer indicio de que sí, fue gol. El otro, ahora sí, es la pelota que descansa dentro del arco. Y los santiagueños explotan.

 Un golazo. El que ni Ángulo ni Godoy ni ninguno de sus compañeros e hinchas olvidarán.

Clave. Matías Godoy, el autor del increíble gol Ferroviario, en el segundo tiempo.

Foto: NA

De la nada a la gloria
Ese golazo se traducirá en la primera vez que un equipo de Santiago del Estero logre un torneo oficial de Primera División a nivel nacional. Central Córdoba es un campeón insospechado. Veamos: el año pasado peleaba por no descender. Ahora, en la tabla de la Liga Profesional, está vigésimo: de la mitad para abajo. Y en cuanto al promedio, si la AFA no tomaba la decisión de suspender los descensos estaría al borde de perder la categoría. Eso sí: en 2025 estará complicado, pero jugando la Libertadores. Pero antes, cuando aún el eco de los festejos esté en su mejor potencia, deberá jugar el Torneo de Campeones: ante Estudiantes de La Plata, el 21 de diciembre en… ¡Santiago del Estero! Puntualmente, en el nuevo Madre de Ciudades, donde hace habitualmente de local. 

Central Córdoba dio el batacazo en la cada vez más popular Copa Argentina. En la primera fecha le ganó a Quilmes 3 a 1 y en la segunda a Estudiantes de La Plata 2 a 1. Después, un 0 a 0 con Newell’s que se definió por penales (3 a 2) y que le permitió clasificar para enfrentar a Temperley, al que se impuso 2-1. En la semifinal, el mismo resultado ante Huracán. Y en la final, el triunfo ante Vélez.

A sus 62 años, Omar De Felippe es el gran artífice del presente del Ferroviario. Nacido futbolísticamente en Huracán, tras su etapa como jugador dirigió en numerosas instituciones. El actual es su segundo período en menos de un año al frente de Central Córdoba, donde había asumido como entrenador en 2023 y se fue a los cuatro meses. En este invierno regresó y le dio la impronta no solo para llegar a este título, sino también para que escape al descenso. De Felippe, que en Santiago del Estero ya se ganó el derecho a la estatua, es uno de esos entrenadores queridos en el ambiente futbolero. Un dato: fue el director técnico que logró el ascenso de Independiente, en 2014, cuando el club de Avellaneda estaba hundido en lo deportivo y en lo económico.

Gran conductor. En su segundo ciclo en el club, De Felippe levantó a un equipo que penaba en el fondo de la tabla.

Foto: Getty Images

El 11 de diciembre de 2024 será desde ahora un día histórico para los santiagueños y, especialmente, para los de Central Córdoba, club fundado en 1919 por empleados del ferrocarril, pero que recién a fines de los 60 empezó a codearse, aunque muy de vez en cuando, con los grandes de Primera. Popular, en 2019 había llegado a otra final de la Copa de Liga, pero su verdugo fue el River de Marcelo Gallardo, que lo despachó con un 3-0. Su historia es la del típico club que oscila entre el fútbol de ascenso, los torneos regionales y, desde 2019, en la máxima categoría.

El campeón se llevó todo sin presiones: quién le hubiera cuestionado una derrota a un equipo humilde de provincias que juega una final ante un Vélez avalado por un gran año. Ahí, en la calidad del rival, es donde se agranda el mérito del ganador. Porque a este Vélez también hay que felicitarlo: empezó el año con problemas de descenso y de pronto, sin figuras, con escándalos extradeportivos y con jugadores aguantando aprietes de barras, llegó a dos finales en una semana. Bien, entonces, por Vélez.

Pero más por los santiagueños, que cierran una increíble semana que empezó con un 3-1 ante Racing, el sábado pasado, por el torneo local, y continuó con el título de la Copa Argentina. La fiesta del 2024 posiblemente no haya terminado: ahora que se le viene Estudiantes y, quién sabe, tal vez Santiago del Estero vuelva a ser noticia. Por ahora es todo fiesta. Y merecida, merecidísima fiesta.

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