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2024, hora de votar

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Néstor Restivo

El continente encara un intenso calendario con candidatos de todo el espectro ideológico: Estados Unidos, México, Uruguay, Venezuela y El Salvador elegirán presidente.

México. La candidata del Partido Acción Nacional, Xóchitl Gálvez, ultraliberal.

Foto: Getty Images

El año 2024 tendrá elecciones presidenciales muy importantes para el mundo y para América Latina. Entre las de mayor relevancia geopolítica, habrá renovación de autoridades en Estados Unidos a fin de año (donde por ahora competirían de nuevo el presidente Joe Biden y su rival Donald Trump, aunque todo puede cambiar), en Rusia, en marzo (allí Vladímir Putin tiene mucho más accesible su reelección), y en Taiwán (realizadas en enero, se impuso el candidato proindependentista Lai Ching-te). Y en América Latina habrá elecciones generales, entre otros países, en México, Uruguay, Venezuela y El Salvador. En este último, el presidente Nayib Bukele buscará ser reelecto y nada parece que vaya a impedírselo. Rodeado por tres países con Gobiernos de otro signo, al norte el recién estrenado de Bernardo Arévalo en Guatemala, quien asumió el 14 de enero tras una feroz campaña desestabilizadora del establishment para que no pueda gobernar; al noreste el de Xiomara Castro en Honduras; y pocos kilómetros al sur aunque sin frontera directa el de Daniel Ortega en Nicaragua. Bukele, militante del entonces guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional durante su juventud, hoy es un adalid de las nuevas derechas radicalizadas y de los discursos de «mano dura» y engañosamente «antipolítica» que pululan por el mundo.
De ascendencia árabe y carrera empresarial, de sus posturas originarias antioligárquicas pasó sin escala a la extrema derecha, dándose vuelta literalmente la gorra, su marca de estilo. Con la visera hacia atrás y megáfono en mano, su metamorfosis transcurrió durante su gestión como alcalde de San Salvador, la capital. Para ello hizo buen uso de sus conocimientos de marketing, manejo de redes y un mensaje predicador para la juventud, que como en todo Centroamérica no ven en general otro norte que no sea Norteamérica. La persecución a las «maras» (bandas o pandillas delictivas) fue su sello, envuelto en la criminalización constante, la represión, la presuntuosa construcción de cárceles (donde se cuenta un muerto cada 4 días durante su Gobierno) y todo un dispositivo punitivo que alertó a las organizaciones defensoras de derechos humanas salvadoreñas y de todo el mundo.
La candidatura de Bukele generó sospechas y denuncias de ilegalidad, pero la Corte Suprema de Justicia la avaló y se encamina a ser reelegido quizá en primera vuelta. Intentarán evitarlo, según las encuestas con poca probabilidad de éxito, el empresario Joel Sánchez, de Arena, el partido tradicional de la derecha; Manuel «El Chino» Flores, dirigente del FMLN; y otros candidatos de partidos más chicos.

Cuarta transformación
No muy lejos de allí, Panamá y República Dominicana tendrán sus presidenciales en mayo. En el primero, el oficialismo lleva las de perder por la baja popularidad del Gobierno tras las grandes y exitosas protestas antimineras de 2023. Y en el segundo, el mandatario Leonel Fernández buscará su reelección.
El 2 de junio serán las elecciones en México, donde sin posibilidad constitucional de ser reelecto, Andrés Manuel López Obrador, de Morena, confía en que quien lo suceda pueda continuar su política de la «cuarta transformación». México es uno de los pocos países de la región donde gana quien más votos obtenga en la primera y única ronda electoral.
AMLO, como llaman al presidente actual, rompió un largo ciclo neoliberal en la segunda mayor economía latinoamericana y pudo avanzar en algunas cuestiones de su proclamada «cuarta transformación» –luego de la independencia, y la reforma y revolución mexicana que se vivieron en los siglos XIX y XX–. En un país desangrado por el crimen, en especial derivado del narcotráfico y la «guerra sucia», en tensión migratoria constante con Estados Unidos y saqueado por los anteriores Gobiernos del PRI y del PAN, AMLO no pudo completar sus objetivos de largo plazo, aunque hubo mejoras sociales como una baja de la pobreza y una suba de los salarios básicos. México tendrá la oportunidad de continuar ese rumbo si gana la exalcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, surgida de internas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Lo notable, para un país donde al igual que en todo Latinoamérica cunde el machismo y el patriarcado –particularmente virulento en México– es que la rival de Sheinbaum por derecha también será una mujer. Se trata de Xóchitl Gálvez, del Partido Acción Nacional (PAN), de tendencia ultraliberal, por el cual gobernó el recordado (no del mejor modo) empresario Vicente Fox. Así, quienquiera resulte con más votos, habrá en México por primera vez una presidenta mujer.

Corrupción
El domingo 27 de octubre tendrán lugar las presidenciales del Uruguay, en donde el actual mandatario Luis Lacalle Pou está impedido de repetir el plato, salvo que modifique la Constitución; algo con lo que en algún momento se especuló pero que, si realmente existió la intención, hoy está fuera de agenda. Sin hablar de que su gestión está muy golpeada por algunos escándalos de corrupción recientes y una situación económica no muy holgada. El candidato del oficialismo podría ser el actual secretario general de la Presidencia, Álvaro Delgado, un dirigente del Partido Nacional igual que el actual jefe de Estado. Otros aspirantes de la Coalición Multicolor que también integran el Partido Colorado y otras fuerzas de derecha son (todos del PN o Partido Blanco) Laura Raffo, quien lanzó su propio sector llamado Sumar; los senadores «wilsonistas» Jorge Gandini y Juan Sartori; y el exdiputado de tendencia socialcristiana Carlos Iafigliola. Además, estará la extrema derecha representada por el exmilitar y senador Guido Manini Ríos, de Cabildo Abierto.
En la oposición frenteamplista, que sueña con volver al Palacio Estévez, asoman como precandidatos la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, respaldada por varios sectores del Frente Amplio –entre ellos los partidos Comunista y Socialista–; y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, apoyado por el Movimiento de Participación Popular (MPP) que orienta el expresidente José «Pepe» Mujica. Otro interesado en competir en las primarias obligatorias para todo el arco partidario uruguayo podría ser el senador Mario Bergara, integrante de los equipos económicos durante los Gobiernos de Mujica y Tabaré Vázquez. Y finalmente Venezuela tendrá sus presidenciales hacia fin de año, pero aún con fecha incierta en medio de un proceso muy negociado entre el chavismo y la oposición nucleada en la Plataforma Unitaria Democrática (PUD). La mesa de diálogo tuvo y tiene patrocinio de varios países que facilitaron el deshielo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y sus rivales tras la patética fantochada de Juan Guaidó simulando ser mandatario, con el aval de Estados Unidos, que ha bloqueado la economía venezolana. Maduro no dijo aún si será otra vez candidato, aunque casi todos lo dan por hecho. Y la oposición resolvió en una interna cuya legitimidad algunos cuestionaron que su candidata sería Corina Machado, una furibunda antichavista que deberá resolver si se presenta o no porque tiene cuestiones pendientes con la Justicia y el fisco. De todos los procesos electorales presidenciales por venir en este año en América Latina, este emerge como el más incierto todavía en cuanto a fechas y candidaturas.

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