Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

El cooperativismo transformador

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Naciones Unidas. La Asamblea General proclamó la denominación de 2025 en su sesión del 19 de junio pasado.

Los cooperativistas celebramos en todo el mundo el 102º Día Internacional de las Cooperativas el próximo sábado 6 de julio. En esta oportunidad, la celebración tiene una connotación muy especial ya que, el pasado 19 de junio, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) adoptó la resolución de proclamar a 2025 Año Internacional de las Cooperativas para «promover la aportación de las cooperativas al desarrollo socioeconómico».

En tal sentido resulta valioso recoger el testimonio de nuestro compatriota Ariel Guarco, presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), quien señaló que «las cooperativas están presentes en todos los aspectos de nuestra vida y dan respuesta a los objetivos de desarrollo sostenible en cualquier lugar. Es la segunda vez en la historia que la ONU dedica un año internacional a las cooperativas, y no es casualidad. Las cooperativas movidas por su compromiso con la comunidad se han ido adaptando para superar los problemas cambiantes de nuestro tiempo, y han demostrado, una y otra vez en la historia, que efectivamente estamos construyendo un mundo mejor».

Este notable reconocimiento nos llena de alegría y se sustenta en la valoración del rol social y cultural del cooperativismo en un momento histórico en que la propia ONU señala críticamente que el 10% más rico de la población del mundo se apropia del 52% de la renta, mientras que el 50% más pobre obtiene solo el 6,5% del total de la riqueza producida socialmente.



Pinos. Uno de los emblemas que identifican al cooperativismo en todo el mundo.

Foto: Archivo Acción


Crisis civilizatoria
El dato exhibe crudamente las consecuencias para la vida de una virulenta e inédita concentración en la distribución de la riqueza. Una minoría de magnates, que ejercen el dominio económico y cultural del poder, son responsables de la generación de cientos, incluso miles de millones de pobres e indigentes, o sea adultos, niñas y niños que no acceden al alimento cotidiano, con sus gravísimas consecuencias para la vida.

Este dramático fenómeno de época expresa la crisis civilizatoria del sistema capitalista, que impacta en todas las esferas de la sociedad:  política, productiva, ecológica, cultural, sanitaria y energética. Somos conscientes de que en nuestro país se expresan esas laceraciones en la vida del pueblo, como consecuencia de la aplicación de modelos económicos que favorecen y potencian la extranjerización de nuestras riquezas más preciadas: los recursos naturales. Así se favorece a las corporaciones multinacionales y se despliegan políticas que acentúan la concentración monopólica en detrimento de la producción nacional, particularmente del entramado de las pymes, lo cual impacta en el trabajo y los salarios, ya que son las que aportan el 92% del empleo y el 65% del producto interno bruto.
La declaración de la ONU nos compromete como siempre, y más que nunca, a potenciar al cooperativismo como actor de primer orden, multiplicando nuestra presencia en la vida social, cultural y política desde las bases, en cada barrio, pueblo y ciudad en los cuales estamos insertos.

Nuestra visión «goriniana» del cooperativismo transformador debe expresarse con creatividad frente a las hostilidades culturales provenientes de los poderes fácticos, reivindicando la gestión cooperativa como alternativa económica y cultural para la vida.

Estamos convocados entonces a generar ideas e iniciativas en pos de nuestro propósito de siempre: el crecimiento de la participación y el protagonismo de asociadas y asociados y de la comunidad en la vida y la gestión institucional de nuestras entidades cooperativas.

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