Economía | ¿CRECIMIENTO O DESARROLLO?

Cambio de matriz

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Cristian Carrillo

Las mejoras parciales y sectoriales de la actividad económica, con eje en finanzas y recursos naturales, carecen de una base productiva y no fortalecen el mercado interno.

Peso creciente. Energía, intermediación financiera y actividades extractivas son los motores del nuevo modelo.

Foto: Getty Images

En los últimos meses, más allá de la manipulación de datos o no de las estadísticas oficiales, comenzó a consolidarse un claro contraste entre la evolución histórica de la industria y la estructura actual de crecimiento. El escenario está cada vez más sesgado hacia actividades de baja generación de empleo y limitado impacto distributivo. Las revisiones del Indec conllevaron cambios en la serie estimada de este año, y pusieron en suspenso la recesión técnica que exhiben las mediciones privadas y deja un arrastre estadístico positivo para 2026. C-P Consultora planteó que, al excluir intermediación financiera e impuestos netos de subsidios, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de noviembre se ubica en niveles equivalentes a los del mismo mes de 2023. Es decir, la mayor parte del crecimiento registrado se explica por estos dos rubros, mientras que el resto de las actividades se mueve con mayor lentitud o permanece estancado.

En la misma línea, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) advierte que el comportamiento financiero no se replica en la economía real. Tras la recuperación parcial que siguió al derrumbe de 2024, la actividad volvió a mostrar signos de estancamiento al menos hasta agosto último. Los indicadores adelantados por bancos y consultoras no registran un crecimiento sostenido y predominan oscilaciones mensuales que impiden consolidar una tendencia.

El consumo masivo continúa en retroceso. Las ventas en supermercados, mayoristas y comercios minoristas exhiben un deterioro persistente, mientras patentamientos de autos y motos y recaudación del IVA alternan meses positivos y negativos. El empleo tampoco escapa a la dinámica: entre sector público y privado se perdieron más de 240.000 puestos registrados desde el inicio de la actual gestión. Los salarios del sector privado registrado permanecen en niveles similares a los de noviembre de 2023, y los del sector público se ubican 13% por debajo. Solo los salarios informales muestran un incremento real, aunque con dudas metodológicas sobre su representatividad. Ninguno de los componentes de la demanda interna muestra señales firmes de recuperación. El consumo privado ‒responsable de más del 70% del PBI‒ sigue estancado y no se espera que modifique su comportamiento, dado el deterioro de ingresos, empleo y crédito.

A su vez, las tasas de interés que mantiene la dupla Caputo-Bausilli en niveles altos y el crecimiento de la morosidad limita la expansión del financiamiento al consumo, dificultando la repetición del rebote registrado a fines de 2024. El gasto público mantiene un sesgo contractivo, asociado al equilibrio fiscal, mientras que la inversión no presenta cambios significativos fuera de los sectores orientados a la exportación. A la par, la inversión privada se concentra en actividades de recursos naturales o beneficiarias de regímenes de promoción, sin derrame al resto del entramado productivo. La obra pública permanece paralizada, salvo intervenciones puntuales relacionadas con negociaciones con gobernadores. Como resultado, la estructura de la economía argentina ‒altamente dependiente del mercado interno‒, solo crece en segmentos extractivistas, vinculados a la energía y la actividad financiera.

Por el piso. Comercio, industria, consumo, empleo y salarios con indicadores deprimidos.

Foto: Jorge Aloy


Sector favorecido
La discusión sobre qué sectores sostienen el crecimiento fue planteada también por el economista Carlos Rodríguez, exasesor económico de Milei. Rodríguez señaló que los datos del Indec muestran que comercio, industria y construcción se encuentran retrasados respecto del promedio del EMAE, mientras que la intermediación financiera aparece como el sector más favorecido. Según expone, la diferencia entre ambas dinámicas permite observar que la economía productiva avanza a un ritmo muy inferior al de la economía financiera. Esta afirmación coincide con los análisis de C-P Consultora y Equilibra. La mayor parte del crecimiento medido del nivel general se explica por rubros de bajo impacto en empleo y producción. La economía se expande estadísticamente, pero lo hace apoyada en actividades que no impulsan al resto del aparato productivo ni a la demanda interna.

La propia información oficial muestra que la estructura de crecimiento atraviesa un proceso de concentración en sectores con baja capacidad de encadenamiento. El peso creciente de finanzas, energía y actividades extractivas contrasta con la pérdida de dinamismo de la industria y el comercio, y con la persistencia de indicadores de consumo y empleo deprimidos.

Las consultoras coinciden en que, sin una recuperación del ingreso, la demanda interna no podrá funcionar como motor del crecimiento. Tampoco se observan señales de expansión en inversión productiva o gasto público. La expectativa de un repunte sostenido queda condicionada a las exportaciones, que por sí solas no logran desplegar un efecto arrastre suficiente para revertir la situación.

Los distintos análisis apuntan a una economía que muestra mejoras parciales y sectoriales, pero que no logra articular un sendero de crecimiento amplio y consistente. Un avance sostenido por finanzas y recursos naturales, pero sin una base productiva capaz de acompañarlo. El industricidio del macrismo podría ser una anécdota comparado con el colapso productivo al que lleva al país el Gobierno anarcocapitalista.

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