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Las tablas de Milei

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Demián Verduga

El presidente puso en marcha un cambio de estrategia para sumar socios que le permitan avanzar en su brutal plan de ajuste. Entre la extorsión y la retórica de la conciliación.

Sesiones ordinarias. En el recinto de Diputados, el mandatario habló durante 74 minutos.

Foto: NA

Javier Milei le dio un giro a la estrategia política que lo llevó hasta la Casa Rosada y que seguía desplegando desde que asumió. Luego de que circularan varias encuestas que confirmaron una pronunciada caída de su imagen en solo 78 días de gestión, descenso impulsado por el impacto de un ajuste sobre los sectores populares y la clase media que no tiene precedentes por su velocidad, y tras el fracaso de su primer intento, el presidente apostó a tender un puente con un sector de la dirigencia política –los gobernadores– y a que, en tal caso, sean otros los que queden como responsables de «la confrontación». Trató, así, de ubicarse en el rol del jefe de Estado que propone un «gran acuerdo de largo plazo».
Este fue el punto central y novedoso del discurso de 74 minutos que dio el mandatario en la Cámara de Diputados para inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, en la noche de este viernes 1° de marzo.
«La confrontación no es el camino que queremos», dijo Milei, parado detrás de un atril, con la banda presidencial puesta, y flanqueado por la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. «Hay un camino de paz y no de conflicto», agregó en el final de su intervención, luego de haber atacado a toda la dirigencia y de amenazar con profundizar aun más el conflicto –es decir, el recorte de recursos a las provincias– en caso de que no haya acuerdo. «Acuerdo, sí, pero no el consenso contra el cambio. Debo ser honesto en decirles que no tengo esperanza de que tomen este camino. Quiero que me demuestren que estoy equivocado, que la política puede ser más de lo que es», remató.

El giro y la trampa
El «acuerdo» propuesto por Milei tiene un núcleo central: que todas las fuerzas políticas se acoplen a su programa económico. En términos comunicacionales, la jugada parece audaz. Le abre la posibilidad al presidente de acusar al resto de la dirigencia de «boicotear» su programa cuando él «tendió la mano». Desde el punto de vista político, Milei no propuso una mesa de discusión sino una de imposición: los referentes que acepten formar parte de ella serán absueltos de sus pecados, como haber defendido la idea de un Estado fuerte, si acatan las nuevas condiciones. 
Los 10 puntos del «Pacto de Mayo» que Milei propuso firmar en Córdoba en la celebración de la fecha patria incluyen ejes centrales de un plan neoliberal. 
1. No violar la propiedad privada.
2. Equilibrio fiscal innegociable.
3. Reducción del gasto público al 25% del PIB.
4. Reforma tributaria.
5. Rediscutir la coparticipación federal de impuestos.
6. Compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales.
7. Reforma laboral.
8. Reforma previsional que permita inscribirse a un sistema privado a quienes quieran.
9. Reforma política.
10. Apertura del comercio internacional para que el país sea protagonista del mercado global.
Luego de leer estos puntos, el presidente, con los lentes puestos y tomándose un respiro cuando lo interrumpían los aplausos de sus diputados, mostró la carta que tenía guardada, el cuchillo debajo del poncho. Dijo que «antes de fijar el Pacto de Mayo» había instruido a sus ministros para que «inviten a los gobernadores para firmar la Ley Bases y un alivio fiscal a las provincias. Es la oferta que ponemos sobre la mesa. Quedará en ustedes cambiar la historia. Veremos quien está sentado en la mesa».
La denominada Ley de Bases, que fue retirada por el Gobierno nacional en la primera semana de febrero, cuando quedó claro que no sería aprobada en Diputados, tenía más de 600 artículos. Pedía poderes especiales para Milei durante casi todo su mandato y reformateaba décadas de legislaciones de  derechos sociales y civiles, entre otras cosas. 
Es decir: si el Congreso aprueba esta norma, el famoso «Pacto de Mayo» sería solo una foto para las redes sociales. Con la ley Ómnibus, Milei daría vuelta el país como una media y recibiría superpoderes para privatizar empresas públicas a piacere, modificar el Código Penal y hasta el sistema electoral.
Lo que ofrece a cambio el presidente es el «pacto fiscal». La propuesta llega luego de que escalara el conflicto, entre otros distritos, con la provincia de Chubut, a la que la Nación le retuvo parte de la coparticipación. Esta tensión puso a casi todos los gobernadores –más allá de su pertenencia partidaria– en contra de la Casa Rosada. En su discurso en el Congreso, Milei parece haber intentado volver sobre sus pasos y relanzar su relación con algunos mandatarios provinciales.   

Respuestas y preguntas
La respuesta del macrismo fue inmediata. El expresidente Mauricio Macri utilizó la red X para asegurar que su partido estará en el «Pacto de Mayo». Lo siguieron el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, y en la misma línea se expresó Ignacio Torres, mandatario chubutense, del PRO, que hasta hace pocos días parecía el líder de una rebelión federal con fajina y boina. 
Un sector del radicalismo, en la voz del diputado cordobés Rodrigo de Loredo, también se subió a la nueva buena onda impulsada por el presidente. Esto a pesar de que, en el tramo agresivo de su intervención, Milei volvió a cuestionar a la UCR con dureza. La reacción del radicalismo no fue uniforme. El neurólogo y diputado nacional del radicalismo Facundo Manes tomó distancia. Dijo que más que una invitación al diálogo parecía una «imposición», lo que muestra que la división en el partido centenario sobre cómo pararse frente al Gobierno continúa.
El bloque de Unión por la Patria marcó distancia del presidente y emitió un comunicado cuyo título ya deja clara la posición: «El que no la ve es el presidente».   
Con este discurso y las primeras reacciones, Milei parece recuperar algo del oxígeno político con el que había empezado su mandato, cuando con el apoyo explícito de Macri parecía que podía armar una suerte de coalición parlamentaria con todo Juntos por el Cambio y no solo con el PRO. Habrá que ver cuánto tiempo se sostiene este relanzamiento y hasta qué punto todas estas fuerzas están dispuestas a ser socias del ajuste brutal del Gobierno.

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