Sociedad

Dulces raíces

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Investigadores de la Universidad de Tucumán demostraron los efectos beneficiosos del yacón, un tubérculo utilizado desde hace siglos por los pueblos originarios, en diabéticos y obesos. El potencial económico de un producto casi desconocido.

Madre tierra. El yacón es apreciado desde siempre en Perú, Ecuador y Colombia. (Gob. Salta)

 

Por fuera su raíz es crocante y dulce, suave al paladar… beber la pulpa, sabrosa y blanca, es como tomarse un jugo de melón. Se sabía que aliviaba dolencias sin nombre pero recién hace unos años la ciencia lo encontró eficaz para contrarrestar malestares específicos, como el de la diabetes. Es el yacón (Smallanthus sonchyfolius), un cultivo que una vez desprendido de sus hojas muestra su raíz como si fuera cualquier tubérculo y es, en verdad, uno de los alimentos medicinales más sorprendentes que existen.
Hace quince años un equipo del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (insibio), de la Universidad Nacional de Tucumán y el conicet, se abocó a validar científicamente las propiedades del yacón. La investigadora Sara Sánchez y su equipo comenzaron por estudiar un jarabe de raíz de yacón elaborado por el Centro Internacional de la Papa con sede en Lima, Perú. Se lo dieron a animales de experimentación para descartar cualquier toxicidad y luego a cien pacientes con síndrome metabólico y alto riesgo de desarrollar diabetes.
Los efectos fueron positivos no solo en la diabetes sino en la contextura física del grupo: en todos había disminuido la grasa abdominal con el consecuente descenso de peso. Las razones químicas, metabólicas de este fenómeno fueron publicadas en revistas académicas como Clinical Nutrition y cmr Journal. «Estos efectos se deben  a que la raíz no acumula almidón como la papa y la batata, sino que almacena un tipo de azúcares que se denominan fructooligosacáridos (fos)» comenta Sánchez.
Apreciado desde siempre en Perú, Ecuador y Colombia, el yacón traspasó las fronteras y llegó al noreste argentino legitimado exclusivamente por la medicina de los pueblos originarios, dada la nobleza sin costo, considerada mágica, de sus propiedades curativas.
Una cooperativa de cuarenta productores que viven en la zona baja de la Quebrada de Humahuaca conocida como Chorrillos, en la localidad de Bárcena, a 39 kilómetros de San Salvador de Jujuy, es la principal generadora de la planta en la Argentina. En el país su cultivo es incluso menor que el de una fruta cualquiera: no excede las parcelas pequeñas, familiares. También son modestos sus niveles de producción en Valle de Lerma, Salta, y en la provincia de Tucumán.
Conscientes de esta realidad, profesionales, docentes e investigadores universitarios de Jujuy preocupados por «intentar integrar las visiones y perspectivas académicas de la problemática social y ambiental, con la realidad sociocultural, las necesidades y las potencialidades de desarrollo productivo de las comunidades más desprotegidas de la región», según se lee en su página web, crearon en 1990 la Fundación para el Ambiente Natural y el Desarrollo Sostenible (fundandes).
«Dado su bajo contenido calórico, resulta ideal incluir la raíz del yacón en los regímenes alimenticios destinados a los diabéticos y, por supuesto, para quienes no quieren engordar o consumir edulcorantes artificiales», explica Magda Choquevilca, directora del proyecto de promoción del yacon desde esa entidad.
En fundandes se vincularon con los productores de la cooperativa de Bárcena y con docentes de la escuela Domingo Faustino Sarmiento, y organizaron, seis años atrás, la Feria y Festival del Yacón que por ahora no pasa de ser, lamentablemente, un evento folclórico. Pero cuando presentaron la planta prehispánica en la Feria Internacional «Salón del Gust» de Turín, Italia, fascinó al punto de transformarse en uno de los productos con mayor potencialidad comercializable para países como Alemania, Italia y Japón, que en rigor ya lo había descubierto (y viene produciéndolo y consumiéndolo) desde los años 90.

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