21 de marzo de 2023
Las promesas de que el servicio sería revolucionario todavía no se concretan aunque cerca de 1.000 millones de usuarios ya lo utilizan. ¿Puro marketing?
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En 2022 la cantidad de suscripciones a servicios de la tecnología para redes de celulares de quinta generación, más conocida como 5G, alcanzó los 1.000 millones de usuarios. Se trata de, aproximadamente, un octavo de la población global, pero se concentra sobre todo en América del Norte, Europa y China. ¿Ha cambiado tanto el mundo como anticipaban algunos?
De momento, no, pero habrá que esperar unos años para tener una respuesta más clara.
El 5G es una tecnología que permite comunicaciones mucho más rápidas que las disponibles hasta ahora para la telefonía celular. Se calcula que podría llegar a ofrecer hasta 10Gb por segundo: para darnos una idea, eso permitiría bajar un par de temporadas completas y en alta definición de una serie en solo un segundo. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a que la velocidad de las conexiones mejore poco a poco (aunque nunca sea suficiente), por lo que no sería justo considerar esa como su principal virtud. De hecho, se destacan otros dos rasgos.
En primer lugar, la baja latencia, es decir el tiempo que va entre la emisión de un mensaje y la recepción de su respuesta. En la mayoría de las actividades, por ejemplo, cuando navegamos por internet, ese tiempo puede parecernos largo, pero no suele tener más consecuencia que un instante de ansiedad porque la página parecería no andar.
Hay otras actividades que necesitan sí o sí que ese tiempo sea muy breve, del orden de los pocos milisegundos, algo casi imperceptible para los humanos. Es el caso, por ejemplo, de una cirugía a distancia: si un médico viera con retraso la longitud del corte que está realizando, podría continuarlo peligrosamente, algo que no puede ocurrir. Otro ejemplo es el de los vehículos autónomos que podrían enviar para su procesamiento la información que reciben de sus sensores hacia servidores muy sofisticados que les permitan anticipar riesgos y mejorar las decisiones mientras están lanzados a 100 kilómetros por hora o más.
Otra de las características que tiene el 5G es que puede conectar miles de dispositivos al mismo tiempo. Esto permite, por ejemplo, que en un recital o una manifestación multitudinaria siga habiendo conexiones disponibles. También sería una forma de facilitar lo que suele llamarse Internet de las cosas: conectar todos los aparatos domésticos a internet, desde la heladera o el horno al termostato o las luces, pero también podría servir para conectar otros dispositivos en las ciudades y hacer que respondan con agilidad y en tiempo real para indicar lugares libres en un estacionamiento o el horario de los colectivos en cada parada.
¿Cuánto de esto ha ocurrido hasta ahora? Poco, pero eso era esperable.
La realidad
Hay países como Estados Unidos en los que más de la mitad de la población podría acceder a antenas con 5G, pero la mayoría no tiene los dispositivos o no paga los abonos que le permitirían usarlo. Pese a todo, el aumento de usuarios ha hecho que la velocidad promedio de esos servicios disminuya, porque aún no hay suficientes estaciones disponibles y deben compartirse entre varios. En los países con mejor velocidad, como Corea, la conexión promedio del 5G está llegando a los 500Mb, un número alto, pero que representa un 5% de las velocidades máximas prometidas.
Aunque esto era de esperarse: lo mismo pasó con los anteriores cambios de tecnología que requirieron un tiempo de implementación medido en años. Hay quienes calculan que hasta 2027 las diferencias no serán tan significativas para los usuarios de celulares.
Con respecto a las otras características del 5G, como la baja latencia, el ejemplo de la cirugía es uno de los más citados (probablemente un caballito de batalla de las agencias de prensa contratadas para difundir sus bondades), pero no resulta muy creíble que la cirugía a distancia se torne una práctica habitual.
El costo de la conexión es solo una de las variables para su implementación: ¿en qué casos se justificará invertir en un sistema de interfaces muy complejas y precisas para que un cirujano haga su trabajo desde la distancia de manera segura? ¿Es tal la necesidad de cirujanos en algunos lugares y tan alta la disponibilidad de estos en otros?
Los vehículos autónomos también son una promesa que se posterga desde hace años por cuestiones de seguridad y, sobre todo, porque es mucho más barato contratar a alguien que maneje que invertir en la parafernalia de dispositivos y sensores para remplazarlo. En cuanto a la posibilidad de conectar muchos dispositivos en simultáneo, es probable que en unos años se torne habitual tener señal aun en las aglomeraciones.
La Internet de las cosas, por su parte, deberá demostrar su valía, algo que no está tan claro más allá de la primera sorpresa que genera prender la cafetera desde la cama o subir la temperatura de la casa para que esté caliente antes de llegar. De hecho, el año pasado Amazon dejó de vender sus asistentes virtuales Alexa, pensados justamente como nodos para gestionar los aparatos domésticos.
Lo que pasa con el 5G y con otras tecnologías montadas sobre inversiones enormes es que necesitan toda la publicidad que sea posible para generar el interés y, por lo tanto, las inversiones que requiere su implementación. ¿Esto quiere decir que el 5G es puro marketing? No: tampoco.
Imprevistos
La historia demuestra que el impacto y los usos de la tecnología en general no fueron previstos. Internet existía desde 1969, pero recién en los años 90, con el desarrollo de la web, se transformó en un fenómeno con impacto a escala social. Es más: nadie había previsto ni la web y, menos aún, la velocidad de su crecimiento y la versatilidad de sus usos.
Steve Jobs sí pronosticó en 2007 que los celulares cambiarían el mundo, pero lo mismo hizo con todos sus productos (¿quién se acuerda de Pippin o de Newton?) y la forma particular de esos cambios era imposible de prever por entonces.
En resumen, predecir qué usos tendrá una tecnología conociendo solo sus características técnicas es muy difícil, casi imposible, incluso si se invierten millones para instalarlos. Es en la forma en la que se entretejen las nuevas tecnologías con los hábitos sociales que ocurren ciertos desarrollos imprevistos que pueden generar, a su vez, usos imprevistos. Es entonces donde se puede producir, eventualmente, un uso de la tecnología realmente revolucionario y duradero.
Con respecto al 5G, es posible que recién tenga un impacto real una vez que el servicio esté disponible para buena parte de la población, se haga el recambio de celulares por otros con la nueva tecnología y surjan empresas y colectivos que vean potencialidades antes imprevistas.
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