Investigadores del Conicet y de las universidades de Quilmes y La Plata crearon el primer páncreas artificial para personas con diabetes tipo 1 que inyecta automáticamente insulina para regular los niveles de glucosa en la sangre. Los primeros ensayos clínicos.
28 de diciembre de 2017
Calidad de vida. Una paciente con los elementos que componen el sistema de control. (Gentileza ITBA/CONICET)
Se estima que en la Argentina unas 300.000 personas padecen de diabetes tipo 1. Esta es una afección caracterizada por la incapacidad de mantener niveles adecuados de glucosa en sangre y que antes de la invención de la insulina, en 1922, era mortal. A diferencia de la diabetes tipo 2 que generalmente afecta a las personas de más de 30 años, la diabetes tipo 1 es insulinodependiente y está presente en edades tempranas. Para llevar una buena calidad de vida, estos pacientes deben tener no solo una conducta alimentara adecuada, sino que deben tomar decisiones de forma continua respecto de cuándo y en qué cantidad inyectarse insulina, algo que no siempre resulta de forma perfecta.
Atentos a esta situación, un grupo de investigadores del Conicet del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y de las Universidades Nacionales de Quilmes y de La Plata desarrollaron un algoritmo que comanda la bomba de infusión de insulina en pacientes con esta patología. El denominado ARG –Automatic Regulation of Glucose– consiste en un sistema de control automático que realiza las funciones del páncreas y de esa manera regula los niveles de glucosa en la sangre.
El sistema está compuesto por un monitor de glucosa y una bomba de insulina que van conectados de forma subcutánea al paciente, y un smartphone. «Los primeros dos dispositivos ya existían, pero lo que faltaba era una conexión entre uno y otro. El algoritmo, llamado páncreas artificial, es un procedimiento computarizado, en este caso a través de un smartphone, que en base a las mediciones de glucosa determina cuál es la cantidad de insulina que debe liberar la bomba de infusión y de esa forma el paciente se puede desentender de su enfermedad», explica Ricardo Sánchez Peña, director del proyecto e investigador principal del Conicet.
Algoritmo modelo
Según refirió el científico, el algoritmo, que es un modelo matemático, requiere de unos pocos parámetros para ser configurado de acuerdo con cada paciente. El algoritmo es capaz, en base a cómo se comporten los niveles de glucosa, de acelerar o detener la respuesta de la bomba de infusión. Actualmente, en la Argentina hay 3.000 personas con diabetes tipo 1 que utilizan bomba y monitor de glucosa. «La bomba es configurada por los médicos con algunas informaciones que luego el algoritmo toma para generar la infusión en forma automática. A medida que pasan las horas el algoritmo también se va entrenando», indicó Sánchez Peña.
Si bien este proyecto arrancó hace siete años, ahora se lograron hacer pruebas clínicas, las primeras en Latinoamérica, realizadas en junio de este año, en cinco pacientes argentinos. «Las pruebas se hicieron en cinco pacientes que estuvieron internados en el Hospital Italiano durante 36 horas en las cuales pudieron desentenderse de la enfermedad ya que el algoritmo hacía la regulación de la glucosa», relata el profesional.
«Es impactante lo que la tecnología puede ayudar, es un aliado en el control de la diabetes. Es una alegría no tener que estar todo el tiempo escribiendo los carbohidratos ingeridos, haciendo cuentas, acordándome lo que estudié con la nutricionista; el algoritmo hace las cuentas por nosotros», señaló Silvia Crespo, una de las pacientes que participó de la prueba clínica.
Hasta el momento, en el ensayo con estos cinco pacientes se logró que los niveles de glucosa se mantuvieran dentro de un rango aceptable, incluso no se produjeron hipoglucemias nocturnas, una situación muy temida por estos. No obstante, se está en una etapa experimental.
«Antes de que esto pueda salir al mercado, hay que hacer pruebas con muchos más pacientes. En Estados Unidos ya hay pruebas de seis meses con 250 pacientes en sus domicilios. Vamos a tratar de seguir en esta línea, pero va a depender de los recursos que tengamos», concluye Sánchez Peña.