Voces | ENTREVISTA A NORA CORTIÑAS

«Abrazarnos en cada lucha»

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Oscar Castelnovo

A sus 94 años y con la mitad de su vida como integrante de Madres de Plaza de Mayo, continúa marchando contra las injusticias y renueva su fuerza en estos tiempos aciagos.

Foto: Horacio Paone

La mujer de casi 94 años está brindando. «¿Por qué brindamos, Norita?». Ella pide dos copas más y dice: «Quiero brindar para decirle a Milei que no le tenemos miedo. Venceremos». Alza la copa, chocamos el cristal, bebe y su sonrisa ocupa todo el espacio de su casa poblada de libros, tapices, tejidos indígenas, recuerdos de todo el mundo y un antiguo reloj cucú. Norita fue profesora de alta costura hasta que la dictadura cívico-militar desapareció a su hijo Gustavo, militante que colaboraba con el padre Carlos Mujica en la Villa 31 de Retiro. Fue secuestrado el 15 de abril de 1977 en la estación Castelar, cuando trabajaba en el Ministerio de Economía de la Nación. Un tiempo antes, Nora había pedido a su hijo que no fuera al frente en las movilizaciones, que era peligroso. «Mamá, yo no puedo prometerte eso, porque entonces irá otro compañero y es lo mismo», respondió el joven.
Desde ese día de abril de 1977, Nora Cortiñas cambió de vida como pasó con todas las Madres de Plaza de Mayo. Comenzó una búsqueda que no tuvo el resultado esperado. Sin embargo, continuó y continúa aprendiendo a sentir, a pensar y a actuar de Gustavo. Así, hoy es psicóloga social, titular de la cátedra de «Poder Económico y Derechos Humanos» en la Universidad de Buenos Aires y marcha a pie −o en silla de ruedas− adelante en todas las movilizaciones por justicia. Durante la entrevista, los temas van variando y con una lucidez encomiable resiste las venas aún abiertas en América Latina y en el mundo entero.
¿Cómo le impactaron los dichos de campaña y las primeras medidas del Gobierno?
–Me cayeron muy mal, primero pensé que había mucho de fantasía y que no lo harían, pero lo están haciendo. No había pensado que Milei era un personaje tan funesto para el país. Pero se animan a destruir todo, cada vez más. Y me preocupa porque los jóvenes, por ejemplo, no pueden encontrar un lugar para alquilar y…
Del  segmento de jóvenes varones fue de donde recibió más votos.
–Mirá, yo quisiera hablar con los jóvenes y poner las cosas en su lugar. Se creó el gran mito y ahora se estigmatiza a los jóvenes como si hubieran sido los únicos responsables. Culpables fuimos nosotros porque no los instruimos sobre que hubo una dictadura brutal. Los chicos que votaron por primera vez y lo hicieron por Milei no saben que hubo dictadores que tiraron gente viva al mar, que robaron bebés, que desaparecieron 30.000 seres humanos para imponer un proyecto muy similar a este. Que mataron a tres Madres: Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mari Ponce. Reflexionemos para que esto haya sido una experiencia única, que no se repita. Y no olvidemos que, en la Carta de un Escritor a la Junta Militar, Rodolfo Walsh sostuvo que lo más terrible de esa tiranía era planificar la miseria para millones.

«Me preocupa la continuidad de los juicios a los genocidas con esta gestión. La vicepresidenta Villarruel es fanática defensora de los genocidas.»

El 22 de marzo usted cumple 94 años, casi un siglo de ver pasar gobernantes, ¿a qué le recuerda este Gobierno?
−A la dictadura cívico-militar-eclesiástica porque todo lo que está haciendo es tirar abajo lo que construimos durante décadas en derechos humanos; pero yo digo que no pasarán. ¡No pasarán!
−Usted es jubilada, ¿qué piensa sobre la política hacia los adultos mayores?
–Personalmente pienso que a este Gobierno no le importa nada. Nosotros no teníamos privilegios, nada excepcional, solo aumentos periódicos y algún bono, pero quiere borrar todo. Si aumentaba el costo de vida, nosotros teníamos un aumento. Nos quiere dejar en la lona. Y otro tema que me preocupa es el del aborto. La mujer pobre no tiene por qué morirse ni parir por mandato del Estado, eso es meterse en un tema privado que incumbe al ámbito familiar, no a los que gobiernan. Y también me preocupa la continuidad de los juicios a los genocidas con esta gestión. La vicepresidenta Villarruel es fanática defensora de los genocidas.

Foto: Horacio Paone

–¿Cómo celebró el año nuevo?
–En familia, abrazándonos, besándonos, con amor. Porque todo el odio que nos manda la derecha tenemos que transformarlo en amor y abrazarnos en cada lucha, en cada encuentro. Pedimos la paz total y el respeto. Todo lo mejor para cada uno que nos rodea.
–¿Qué personaje histórico admira?
–Voy nombrar a alguien que vive, admiro a Adolfo Pérez Esquivel por su coherencia en la defensa de los derechos humanos. Y en la historia, admiro a los que estuvieron en el campo de batalla, en el campo-campo, como Miguel Martín de Güemes que hizo una lucha inmensa y como San Martín que cruzó la cordillera para defender a otros pueblos. Nada que ver con Sarmiento y Roca que hicieron masacres de originarios. Yo no estudié historia y hoy me arrepiento de eso porque es muy importante. También tenemos muchos héroes anónimos, al doctor Favaloro que hizo algo grande por nosotros y tuvo un injusto final.
–¿Qué es lo que más le afecta de la situación internacional?
–Estoy muy afectada por el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos del Estado de Israel. Me ha conmovido mucho. Tanta falta de humanidad, no la puedo soportar. Con bombas en hospitales de niños. Masacres sobre gente no beligerante. Apoyo a Palestina con todo mi amor y no puedo entender cómo quienes sufrieron a los nazis, hoy repiten ese odio sobre otros pueblos. Y además no paran de robarles el territorio.

«Con las Madres estuvimos años y años en la vanguardia para defender al pueblo. Me siento orgullosa de haber dado a mi hijo Gustavo para esta lucha.»

–Varias veces usted participó de actividades por la aparición con vida de Lichita, la adolescente que ya lleva más de tres años desaparecida en Paraguay.
–Sí, también por sus primas, María y Lilian, de 11 años, que en setiembre de 2020, fueron secuestradas, torturadas, violadas, ejecutadas por el Ejército de ese país y luego disfrazadas de guerrilleras para simular que estaban combatiendo, así lo denunció la familia en una carta pública. Es atroz la persecución a la que fue sometida la familia Villalba. Recordemos que el anterior presidente, Mario Abdo Benítez, celebró junto a los cadáveres de las nenas como «el gran triunfo». Ambas eran argentinas. Y Lichita, que desapareció a los 14, vivió, estudió y tuvo amigos durante 7 años en nuestro país. ¿Cómo puede ser que Alberto Fernández no haya hecho ningún reclamo fuerte, más que la formalidad de algunos papeles, lo llamó «amigo» a Benítez y lo abrazó? Pero Fernández tampoco le dio el indulto a Milagro Sala que está presa por una decisión vengativa de Gerardo Morales.
–¿Piensa en su propia muerte?
–Sí, a veces. Yo quiero que me recuerden como alguien que hizo todo de corazón, nunca claudiqué en honor y en amor a los 30.000, nunca cambié mi modo de ser y de pensar por un líder o partido político. Con las Madres estuvimos años y años en la vanguardia para defender al pueblo. Me siento orgullosa de haber dado a mi hijo Gustavo para esta lucha. Lo extraño, quisiera tenerlo, abrazarlo y agradecerle su decisión de enfrentamiento ante las ambiciones de los poderosos. Y hoy quiero brindar para decirle a Milei que no le tenemos miedo: venceremos. Él va caer, solito. No lo vamos a tener que tirar, va a caer como un higo que cumple su ciclo. La herencia que va dejar a los hijos es un legado de oprobio. No es la misma que nos dejaron los 30.000, una herencia llena de amor, pasión y gloria.

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