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La Fundación Argentina de Nanotecnología invita a los chicos del
país a presentar sus proyectos para acercarse a la ciencia de lo pequeño. Un día en el laboratorio con investigadores de primer nivel.

 

Santa Fe. Clase especial en la Escuela de Educación Técnico Profesional Nº 527. (Fundación Argentina de Nanotecnología)

Un nanómetro es un punto mágico en la escala dimensional. Las nanoestructuras están en el medio de las moléculas más grandes, y los objetos más pequeños hechos por el hombre». Hace más de una década, Mihail Roco, uno de los científicos referentes en la materia a nivel internacional, definía de esta manera a la nanotecnología.
Lejos de la imagen poética que podría sugerir, la nanotecnología significa manipular, crear, diseñar y sintetizar  materiales y dispositivos a una escala menor a un micrómetro, es decir, a una milésima de milímetro.
Con el objetivo de incentivar el vínculo con la industria y la vocación por la ciencia, incluida la nanotecnología, desde la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, se abrió la cuarta edición del concurso Nanotecnólogos por un día, dirigido a los estudiantes de colegios secundarios de todo el país y cuyo premio consiste en la experiencia de trabajar codo a codo por un día con científicos de primer nivel del país, además de una ayuda económica para el establecimiento, destinada a la compra de insumos para el laboratorio.
«La idea comenzó con algunas experiencias en escuelas técnicas de la Ciudad de Buenos Aires y luego se extendió a todo el país. Además, en el sitio de la fundación los chicos pueden contactar a todos los grupos científicos que están trabajando en nanotecnología. Se observa claramente la capacidad de preguntar y de proponer ideas que tienen los chicos y que no se nos ocurren a los científicos convencionales», sostiene Daniel Lupi, presidente de la FAN.
Según explicó, el concurso tiene lugar en las denominadas Ferias de Ciencias que se hacen en las escuelas o en los laboratorios de ciencias, es decir que no forma parte de los contenidos curriculares.
Para motivar a los chicos y docentes, desde la FAN se hacen visitas a las escuelas secundarias, mediante las cuales un científico argentino les brinda una charla introductoria para orientarlos inicialmente.
En una de estas experiencias participa Pablo González, biólogo de la Universidad de Buenos Aires, quien señala que la recepción por parte de los chicos es «increíble».
«La nanotecnología es un tema que se instaló muy fuertemente en el inconsciente colectivo, lo que incluye dos desafíos: en primera instancia, la deconstrucción de las nociones “alquímico-mágicas” que adquirió la nanotecnología, y esa forma de ser tan complicada y ajena, que es infinita, todopoderosa e inentendible. Una vez superada esa instancia, se puede empezar a construir sobre la potencia real y enorme de la nanotecnología, con limitaciones, necesidad de desarrollo e investigación, pero con un gran potencial», refiere.
Para González, la ciencia está llena de abstracciones y esas abstracciones son siempre ajenas. «Imaginar un átomo no es radicalmente diferente de imaginar una nanopartícula, y los chicos son particularmente hábiles y receptivos al no haber cerrado todavía su forma de ver el mundo. Curiosamente, es más fácil explicarle sobre esta disciplina a un chico que a un adulto».
A los estudiantes, relata el biólogo, los sorprende mucho la idea de que haya una explicación lógica detrás de fenómenos visualmente impactantes, como es la posibilidad de manipular fluidos nanométricos de hierro con imanes o que una nanopartícula pueda dirigirse a un punto particular del cuerpo guiándose con un anticuerpo. «El instante de asombro más grande ocurre cuando los chicos tienen esa primera impresión de que la nanotecnología no es una promesa del futuro, sino que es real y se está volviendo cotidiana sin que nos demos cuenta», sostiene González.
«Este año se ha perfeccionado el concurso porque hemos detectado que los chicos tienen más capacidad, a veces, para expresarse a través de un audiovisual. También se decidió aceptar proyectos. En la edición de 2013, alumnos de una escuela de La Plata se propusieron mejorar un calefón solar y para esto se pusieron en contacto con un investigador de esa ciudad y le pidieron algún tipo de producto adicional para mejorar la absorción de rayos solares y lo aplicaron», cuenta Lupi.
Ocurre que en los calefones solares el agua pasa a través de un colector solar que tiene un color lo más próximo al negro absoluto, para poder absorber toda la radiación solar. Como los tubos son de vidrio y el material siempre refleja, se está tratando de acercar el color a lo que se llama «el negro de humo». Justamente, una alternativa para esto es aplicarle una capa de algún material nanotecnológico que produzca absorción a cierta frecuencia del espectro solar. «En lugares donde el mismo color o el brillo que tiene el colector solar hace que reboten los rayos, se aplica pintura con nanopartículas para regular dónde se absorben más los rayos y dónde no, y corregir de este modo el panel solar», explica el presidente de la FAN.
Según comenta Lupi, recientemente una compañía que quiere desarrollar junto con el INTI esa pintura de forma industrial se contactó con la FAN, una iniciativa que seguramente entrará dentro de los denominados proyectos Pre Semilla, orientados al desarrollo de productos, equipos y/o procesos basados en el conjunto de tecnologías que puedan ser englobadas como micro y nanotecnología, y que permitan ulteriores desarrollos comerciales.
«Existe mucho interés en los chicos por dedicarse a carreras científicas, y desde ya que la nanotecnología les interesa y los tienta en esa dirección, pero es importante que se amplíe esa noción y empecemos a pensar que la nanotecnología tiene implicancias industriales, económicas y sociales que exceden ampliamente a la investigación. La difusión de las ciencias dentro y fuera del aula es clave para preparar a toda una población para los potenciales riesgos, ventajas, dificultades y oportunidades que implica la introducción de nuevas tecnologías», concluye González.

María Carolina Stegman

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