Cultura | LEVANTARON «COCINEROS ARGENTINOS»

Final con mal gusto

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Pablo Méndez Shiff

En medio de un ajuste inédito en la Televisión Pública, las autoridades decidieron sacar del aire el popular ciclo que reflejaba la riqueza de la gastronomía argentina.

La mesada. Los participantes y el conductor Juan Braceli, en una de las últimas emisiones del programa.

Este fin de semana llegó el final de Cocineros Argentinos en la Televisión Pública. Después de quince temporadas bajo gestiones de cuatro Gobiernos de signos políticos distintos, la administración de Javier Milei decidió pasar la motosierra, también, por este programa que se había convertido en un clásico de la pantalla local.
Pasaron apenas siete días entre el anuncio del final y la última emisión en vivo desde los estudios de Figueroa Alcorta y Tagle que se hizo el último miércoles, en la víspera de Semana Santa. Para la despedida, la producción convocó a quien fuera el primer conductor del envío, Martiniano Molina, y a cocineros y cocineras de distintas partes del país que colmaron el estudio, en el que se vivía un clima de tristeza y de celebración a la vez.
«Este ciclo nació con la idea de incluir, de contarnos, de conocernos y de llegar a cada uno de los rincones de Argentina», dijo el conductor Juan Braceli a modo de presentación del último plato, un «guiso argentino y federal» elaborado con ingredientes de todas las provincias. A medida que iban preparando esta comida, diversos testimonios aparecían en cámara para contar lo que el programa había significado para sus vidas y sus carreras. Algo parecido se vio en otra pantalla, la de Instagram, en estos días intensos provocados por una despedida que se vivió como abrupta.

Receta sencilla
El programa empezó a emitirse en 2009, durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, y siguió todo este tiempo en los mediodías de la Televisión Pública. Se hizo casi siempre en vivo, desde los estudios centrales y también desde la terraza del canal, desde plazas cercanas y de visita en las provincias. Además de Molina y Braceli, pasaron por sus cocinas-estudio profesionales como Narda Lepes, Karina Gao, Chantal Abad, Juan Ferrara, el recordado Guillermo Calabrese, Gladys Olazar y Ximena Sáez, entre otros. La marca de Cocineros Argentinos se extendió a programas satélite que se hicieron algunas noches, al canal de YouTube, a la cuenta de Instagram, a la página web donde se pueden ver y leer las recetas, y hasta a los libros que publicaron.
En una época de consumos fragmentarios y efímeros, lograron instalarse a través del tiempo con una receta sencilla: cocinar con lo nuestro de una manera que sea tan simple como rica, tan entretenida como posible para nuestros bolsillos. Además de prestar atención a la diversidad geográfica y cultural argentina (para Pesaj, se podía preparar un gefilte fish; para Pascuas, empanadas de vigilia), en los últimos años se había incorporado un nutricionista, Diego Sívori, que brindaba información y consejos de manera ágil.
La decisión de cortar con el programa se da en el marco de un ajuste inédito en la historia del canal público, que desde este fin de semana terminará todas sus emisiones en vivo con la excepción de los noticieros centrales. La motosierra pasó ya por los noticieros de los fines de semana y esta fue la primera vez, por ejemplo, que no se cubrieron las marchas por el 24 de marzo. En simultáneo, crecen los rumores sobre el intento oficial de vender el edificio del canal, ubicado en una esquina cotizada de Buenos Aires. En plena campaña, el legislador porteño y asesor presidencial Ramiro Marra había dicho que esa venta sería «un re negocio». Y en la fallida ley ómnibus figuraba la opción de privatizar Radio y Televisión Argentina, el paraguas bajo el que operan las señales audiovisuales del Estado nacional.
Para sumar confusión e incertidumbre a un escenario ya de por sí preocupante, el director de contenidos designado por este Gobierno, Juan Parodi, renunció hace pocos días y los trabajadores y trabajadoras del canal no saben cómo va a seguir la programación de acá en adelante. Una situación similar se vive en los organismos culturales vinculados con el Estado nacional, como el INCAA, que está sufriendo centenares de despidos mientras se desconoce si este año se podrá hacer el Festival de Cine Internacional de Mar del Plata; el Instituto Nacional del Teatro y el de la Música, entre otros. En la ahora Secretaría de Cultura y otras dependencias también hay despidos y amenazas de despidos que no se toman fines de semana ni feriados.
En las empresas privadas el panorama tampoco es alentador. Al estado de alerta y movilización en el que se encuentran los sindicatos de empleados de la televisión y la prensa gráfica, se suma la situación crítica de América y América 24, donde echaron de manera cruel a una treintena de trabajadores que sumaban décadas de trabajo en la empresa.
El apagón de Télam, amén de los puestos de trabajo en riesgo, les quita un insumo vital a los canales y las redacciones que necesitaban los cables de la agencia para organizar su trabajo diario. El cierre de Cocineros Argentinos se inscribe, entonces, en este escenario que refuerza la lógica cruel del macrismo y que repite que «no hay plata» como el mantra de una supuesta austeridad que debe recaer de forma inevitable sobre toda la sociedad. En este caso, llama un poco más la atención porque Cocineros, además de ser federal e inclusivo, siempre fue un programa que rindió en términos económicos. En la jerga televisiva, «estaba bien vendido», esto es, tenía buenos ingresos por publicidad privada que se compartían entre la productora Kapow y el canal.
Lo anterior sugiere que detrás de esta decisión gubernamental no hay un cálculo económico, un deseo de no gastar plata, sino un intento más de atacar lo que nos hace felices. La cultura es la sonrisa y son tiempos en los que mantener una en nuestros rostros es casi tan difícil como parar la olla. Posiblemente volvamos a ver la receta de Cocineros Argentinos muy pronto, ya en otra pantalla y en otra Argentina.

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