Política | PETRÓLEO EN LA ANTÁRTIDA

Soberanía fuera de agenda

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Alberto López Girondo

El descubrimiento ruso encendió las alarmas acerca de la explotación de recursos en el continente blanco. Mientras que el oficialismo juega al distraído, la oposición y los países involucrados se pronunciaron.

Base Brown. De las 13 argentinas, esta estación, junto con Carlini, son administradas directamente por la Cancillería.

Foto: Getty Images

Un posteo en la cuenta Brics News en la red X desnudó las omisiones –cuando no deserciones– en la política exterior del Gobierno nacional. El texto, escueto y con una imagen genérica del continente helado y otra del presidente ruso Vladimir Putin, decía simplemente: «Rusia descubre reserva de petróleo y gas en territorio antártico británico» y concluía con la evaluación de la riqueza acumulada debajo de la superficie. Unos 511 mil millones de barriles de petróleo, «10 veces la producción del Mar del Norte en los últimos 50 años».

En un contexto de alineamiento automático de nuestro país con Estados Unidos e Israel, la publicación parecía una provocación del grupo de naciones llamados a liderar lo que venga del siglo XXI a una administración que rechazó formar parte de ese selecto club del que forman parte socios comerciales y estratégicos de importancia determinante como Brasil, China, India y Rusia, entre otros países que se incorporaron el 1 de enero.

La denominación de «territorio antártico británico» debería haber provocado airadas protestas de la administración de Javier Milei, que sin embargo se quedó en el amague. Se sabe desde la escuela primaria que Argentina reclama un área de la Antártida que en algún tramo se superpone con las aspiraciones chilenas, y que el Reino Unido se atribuye una superficie que involucra a ambos espacios. Se sabe también que la causa Malvinas no es solo por un archipiélago en el mar argentino, sino por su proyección hacia el Polo Sur.

Hace unos días, Milei había declarado a una periodista de la cadena pública británica BBC que no consideraba una provocación la visita a las islas del actual ministro de Relaciones Exteriores británico «porque ese territorio hoy está en manos del Reino Unido. O sea, tiene todo el derecho de hacerlo. No lo tomo como una provocación. De hecho, tengo un diálogo de muy alta calidad con David Cameron». En lenguaje diplomático, eso y admitir la soberanía de Londres es casi lo mismo. Pero tampoco debería extrañar: desde que llegó a la Casa Rosada, el líder libertario dio acabadas muestras de que en general la soberanía nacional no es un tema de su preocupación, ya sea en lo territorial como en lo económico y cultural. De allí que sus palabras de admiración por Margaret Thatcher no aminoren ni cuando se recuerda a los caídos en la guerra de 1982.

Sin posición
Por el lado del oficialismo, el anuncio del hallazgo ruso ocupó algunos minutos en la conferencia mañanera del vocero Manuel Adorni, quien dijo que el caso «es algo que se conoció años atrás. Ahora, está siendo investigado por Cancillería» y aseguró que tomarán «las acciones que correspondan». Por el lado de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, al cierre de este artículo no habían pronunciado palabra.

Los que dejaron testimonio fueron el excanciller y exministro de Defensa Jorge Taiana en la red social del expajarito. «A ver si ahora se entiende por qué insistimos desde hace años en la Pampa Azul y en la necesidad de cuidar estratégicamente nuestra soberanía en el Atlántico sur, Plataforma continental, la causa Malvinas y la presencia y despliegue en Antártida Argentina».

También escribió Daniel Filmus, exsecretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, quien consideró que el hallazgo «demuestra la necesidad de seguir sosteniendo la investigación científica en el continente blanco para preservar sus recursos y nuestra soberanía».
Por lo que se sabe, el descubrimiento del buque Alexander Karpinsky ocurrió en el Mar de Weddell, dentro del sector que reivindica Argentina. La explotación del sexto continente está prohibida por el Tratado del Antártico y el Protocolo de Madrid relativo al medio ambiente. De igual manera, no hay soberanía reconocida para ningún país, aunque sí reclamos que se superponen a los de los nuevos jugadores globales.

Técnicamente, la Antártida es una «reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia». Cabe recordar que la primera base que se instaló allí es la del Istmo de Ibarguren en la Isla Laurie, Orcadas del Sur. Según detalla la Cancillería argentina, «fue inaugurada el 1 de abril de 1903 por la Expedición Antártica Escocesa de William Speirs Bruce y el 22 de febrero de 1904 pasó a manos argentinas». Quedó bajo el área del Ministerio de Agricultura para la Oficina Meteorológica Argentina. Eran los últimos meses del segundo período de Julio Argentino Roca, otro de los referentes de Milei.

El Tratado de la Antártida fue firmado el 1 de diciembre de 1959 por una docena de países «fundadores». Por orden alfabético y su denominación actual son Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Reino Unido, Rusia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Argentina es Parte Consultiva desde que entró en vigor, en 1961. Adhirieron en total 54 naciones, pero no todas tienen reclamos territoriales.

El detalle a tener en cuenta es que entre el lunes 20 y el 30 de mayo se desarrollará en Kochi, India, la 46ª Reunión Consultiva del Tratado de la Antártida. De acuerdo a las normativas vigentes, el paraguas ambiental y territorial no puede ser revisado hasta 2048, de manera que no se espera que haya cambios en ese sentido. Pero el anuncio ruso pone un tema que sin dudas será parte de la discusión en el marco de las nuevas disputas geopolíticas globales entre Estados Unidos y Rusia.

El portal Infobrics, que no menciona el tuit de la discordia, analiza sin embargo que «el acuerdo entre Buenos Aires y Washington para instalar una base logística en el sur de Argentina podría involucrar a EE.UU. y China y traer mayor influencia externa al sur de Sudamérica (y) preocupa a Chile, que planea una sesión legislativa en la Antártida para fortalecer su soberanía en el aislado continente».

El presidente chileno, Gabriel Boric, también tocado por la situación, escribió en X: «Nos opondremos firmemente a cualquier explotación comercial de minerales e hidrocarburos y trabajaremos en conjunto con todos los países reclamantes y los firmantes del Tratado Antártico para velar por el respeto de esta norma por parte de cualquier nación».

Mientras tanto, el presidente Milei viajó a España para un encuentro de la ultraderecha internacional convocado por el partido neofranquista Vox, donde el argentino fue recibido como una estrella. La ministra Mondino, por su parte, junto con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, visitó Washington para encontrarse «con funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, miembros del Congreso, representantes del sector privado y centros de pensamiento ultraconservadores. En ese marco firmó un «entendimiento marco de alto alcance» con el secretario de Estado, Antony Blinken. «Nos tenemos tanta confianza que firmamos el acuerdo sin haberlo leído», dijo Blinken según el corresponsal de Infobae.

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