Cultura

A través de los muros

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En la calle. La publicación escrita por los presos ya lleva dos números editados. (Jorge Aloy)

En el Complejo Penitenciario de Ezeiza tiene lugar un experimento social y reivindicatorio. Un grupo de internos está desarrollando una experiencia en la que se mezclan el periodismo y la literatura con la necesidad de dar a conocer, en primera persona, una realidad oculta. El eslogan de Módulo Dos (MD), esta revista nacida del otro lado de las rejas, es «Libertad bajo palabra», aunque bien podría ser: libertad a través de la palabra.
¿Pero qué es MD, más allá de una publicación? En la voz de sus hacedores directos, es «una escuela de periodismo, un taller de lecturas y un foro de reflexión» que tiene como objetivo «debatir con las imágenes que los medios amarillistas tienen de nosotros», según el editorial del primer número. Hasta ahora hay dos en la calle y se consiguen en los quioscos de la avenida Corrientes y en la Biblioteca Nacional, institución que a la vez oficia de editora.
Los talleres que dieron origen a MD comenzaron en 2010 y estuvieron inspirados por el «Semanario Villero», una idea de Rodolfo Walsh que nunca llegó a concretarse. La idea del periodista
–desaparecido por la última dictadura militar– era capacitar y brindarles a los habitantes de la villa las herramientas para que ellos mismos fueran los cronistas de sus problemas y necesidades. Y en esta línea trabaja MD.
La periodista María Moreno, coordinadora de la iniciativa, cuenta que «la idea de trabajar con personas privadas de la libertad es iniciar una experiencia en la que los supuestos «alumnos» o «coordinados», más que aprender instrumentos de la cultura periodística, aprendan a reconocerse como cultura viva, a descubrir y valorar sus propios conocimientos». De esta manera, los internos-redactores abordan diversos temas que van desde historias de vidas, logros personales y cotidianidad carcelaria, hasta profundas reflexiones acerca del hecho de estar recluidos, la libertad, el «oficio» del delincuente, entre otros tópicos como deporte, música, salud, justicia, política, medios, drogas o religión. Los presos escriben amparados en seudónimos para evitar sanciones o conflictos con sus pares, pero sobre todo eligieron hacerlo de esa manera pensando en su futura libertad.
«MD es una manera de traspasar los muros, las rejas, las paredes y los tejidos, haciéndonos volver a la sociedad para mostrarle la cara menos visible de la moneda, lo que menos se hace ver o lo que menos se quiere mostrar», dice un texto del número uno. Hay entrevistas, ficciones y diálogos, pero predominan las crónicas. «Elegimos ese género porque así se construye la tensión entre lo propio y lo ajeno, la literatura y la información», explica Moreno.
Todos los contenidos de la MD son  debatidos y elaborados por los reclusos quienes, además, han entrevistado para las notas de tapa al periodista Cristian Alarcón y al actor Diego Capusotto. Como lo son el trabajo o el deporte para la vida carcelaria, MD es también una puerta de descubrimiento personal. Tal como se lee en una crónica, «estando privados de la libertad trabajamos y estudiamos hasta que, de pronto, descubrimos que nos gustaba escribir».

Wenceslao Bottaro

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