Cultura | CINE ARGENTINO EN CRISIS

Motosierra contra las películas

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Cristina Civale

Los distintos actores de la industria audiovisual unen la voz para cuestionar el decreto presidencial que puso fin a la cuota de pantalla y recortó los subsidios del INCAA.

Protesta. Desde que el Gobierno nacional puso en marcha el ajuste, la comunidad cinematográfica se movilizó en la calle.

Foto: Getty Images

La motosierra del presidente Javier Milei llegó a la pantalla del cine: afuera los subsidios del INCAA que fomentaban la producción local, afuera también la cuota de pantalla que garantizaba la exhibición de largometrajes de factura nacional en las salas. Un escándalo y un dolor que atraviesa a toda la comunidad audiovisual y a la gran masa de cinéfilos que aman las películas hechas en casa.

La Mesa de Cine Documental es una agrupación que reúne a diferentes organizaciones de documentalistas del país. Apenas se lanzó el decreto con los recortes, emitió un comunicado que la directora, guionista y productora Sabrina Farji, vicepresidenta de la Academia de Cine Argentino, cita para fijar su propia postura: «La comunidad audiovisual rechaza rotundamente el Decreto 662/24 firmado por el presidente Javier Milei que reglamenta la Ley de Cine yendo en contra de sus pilares fundamentales para el crecimiento de una industria audiovisual y cinematográfica en nuestro país. Este decreto va contra los fondos destinados para la producción de películas y contra un derecho importantísimo para toda la sociedad, como es el tener una cuota de pantalla que permite que las películas argentinas tengan espacio de exhibición en las salas de todo el país».

Por su parte, la directora María Victoria Menis, miembro de la asociación La mujer y el cine, confiesa a Acción que está devastada frente al escenario actual. «Si tuviese que filmar ahora, debería comprometer mi estética, salir con una cámara sola en una semana y filmar en un espacio único. No sé si tengo ganas de hacer eso», señala.

Golpe de gracia
¿Qué dice exactamente el decreto en cuestión? Para que se entienda: el presidente Milei terminó con la medida que garantizaba un espacio de exhibición para el estreno de películas nacionales en las salas comerciales. También dio de baja la media de continuidad: se debía proyectar una película nacional por sala, en todas sus funciones y al menos una semana por cada trimestre del año. El actual director del INCAA, Carlos Pirovano, un contador sin trayectoria en el mundo audiovisual, ya no se ocupa de que se cumplan las medidas de fomento.

La política de recortes de subsidios para financiar producciones locales no quedó ahí, sino que mediante este decreto publicado en el Boletín Oficial con las firmas del presidente Milei, la canciller Diana Mondino y la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello, el Gobierno Nacional busca dar el golpe de gracia a la actividad audiovisual.

La actriz Noemí Frenkel afirma que «este es un modo de dejar el campo libre solo a las plataformas, para que sean ellas las que decidan qué contenidos pueden producirse». Desde Madrid, donde se encuentra filmando una miniserie, Cecilia Roth le dice a Acción que «la idea parecería ser eliminar la identidad cultural que proponen las películas pequeñas y medianas con voces que invitan a la reflexión, sin formatos estandarizados, formando así las bases de la soberanía audiovisual del país».

La directora Albertina Carri también ofrece su punto de vista: «No tiene ningún sentido no proteger la propia industria. Es ir en contra de los ciudadanos, desconocer la historia y la identidad de un país. Todos los países fuertes del mundo protegen sus bienes, sus capitales simbólicos. Es extraño que un Gobierno que defiende tanto la propiedad privada, no tenga ningún sentido de propiedad frente a los productos que se crean en su país. Que algo se cree en un territorio, no solo quiere decir que proviene de un cúmulo de ideas que suceden ahí, sino que además da de comer a sus poblaciones. Genera puestos de trabajo, en su propia industria y en todas las que se necesitan para crear una pieza audiovisual. Es realmente peligroso que no se garantice un espacio de exhibición para las películas argentinas».

La realizadora no se queda solo en el justo reclamo, sino que también apunta a cómo seguir. «En todas las épocas de crisis surgen movimientos artísticos muy potentes. No nos olvidemos que aquello que se llamó nuevo cine argentino no fue un movimiento estético, sino la necesidad de una generación de cineastas de salir a hacer películas con lo que había y sin apoyo estatal, porque en el INCAA estaba Marbis y nos miraba a todes como si fuésemos unas imberbes sin nada qué aportar. Pero hicimos las películas igual, haciéndonos cargo de los roles técnicos, prestándonos equipos, trabajando gratis».

A la oscuridad del panorama descrito se suman rumores de censura: no se podrían producir contenidos que refieran al feminismo o a la comunidad LGTBIQ, estarían prohibidas Lali Espósito y toda referencia a los derechos humanos. Sin embargo, la Secretaría de Cultura de la Nación no se manifestó oficialmente al respecto.
Se trata de un fantasma que socava el medio y podría hacer peligrar el ya instalado Festival Asterisco, que exhibe películas queer. Cuenta a Acción su actual director, Diego Trerotola, que «no tenemos presupuesto porque el INCAA, que apoyó la mayoría de las ediciones, quitó el apoyo a festivales de cine. También se están vaciando o disolviendo otros organismos del Estado que colaboraban históricamente. La próxima edición se va a realizar gracias al apoyo principalmente del Malba y el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires. Nos ofrecieron seguir utilizando como sede el CCK o como lo llamen ahora, pero rechazamos seguir allí, porque siempre llenamos las salas con la mayoría de nuestra programación y no vamos a trabajar para un lugar que el Estado está desfinanciando. No apoyamos esa política económicamente represiva contra la cultura».

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