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La democracia devaluada

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Ricardo Gotta

Kamala Harris y Donald Trump protagonizan una elección reñida y con desenlace incierto. ¿Los republicanos respetarán el resultado final? Guerras, migración, agenda de derechos y economía, temas clave.

Recta final. Los candidatos en el primer y único debate en Philadelfia, el 10 de septiembre.

Foto: Getty Images

Al Madison Square Garden lo denominan el Vientre de la Bestia. Donald Trump, el candidato que aspira a volver al poder, llenó de gente ese emblemático lugar en el cierre de la campaña republicana, el 27 de octubre. Viene agregando picante a su habitual discurso, pero esa noche acaparó el estupor de su amigo, el humorista Tony Hinchcliffe, quien desbarrancó con una insólita referencia: «Puerto Rico es una isla flotante de basura en medio del océano». Hasta el empresario multimillonario Elon Musk, presente allí, amigo de Trump, se habrá ruborizado.

Dos días después, la música de Beyoncé resonaba frente a la Casa Blanca ante 75.000 fervorosos demócratas que apoyan a Kamala Harris, candidata a presidenta para las elecciones del 5 de noviembre. Curiosidades: en ese parque (The Ellipse) Trump arengó a sus tropas para el asalto al Capitolio, el 6 de enero de 2021. El acto de Harris costó varios millones de dólares y tuvo ribetes espectaculares. La postulante demócrata, quien tomó el timón de la campaña tras la declinación del actual presidente Joe Biden para su reelección, ofreció un discurso fuerte, de alto impacto político. «Es tiempo de que Estados Unidos rechace los planes de aspirantes a dictadores, tiranos mezquinos, obsesionados con la venganza», fue su frase más resonante. 

Panorama abierto
Las elecciones previstas para este martes abren varios interrogantes. ¿Otra vez será consagrado el menos votado? ¿Luego habrá civiles intentando tomar el Capitolio, como ocurrió en enero de 2021? ¿Qué cambió en estos cuatro años sino la profundización de la fragmentación, la crisis de una de las grandes potencias del mundo, el avance de los grupos más reaccionarios? 

Además de un proceso político, estas elecciones acaso marcan un choque cultural. Ese modelo de democracia que se permite cuestionar a otros y que es de voto indirecto y con Colegio Electoral, vuelve a las urnas con una fuerte incertidumbre: si Kamala Harris (actual vicepresidenta) o Donald Trump (expresidente) será el siguiente huésped del salón Oval. Los sondeos de una docena de consultoras, rondan los 48/49 puntos para uno u otro, según quién los financia. 

Harris sumaría más adhesiones en las urnas pero dependerá de con qué estados se quede. Hay siete en entredicho, los llamados péndulos: Pensilvania (19 delegados), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Michigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). Representan el Cinturón de Óxido, que solía ser el motor industrial, hoy en decadencia, y el Cinturón del Sol, la franja sur de costa a costa. Se requieren 270 electores para proclamar al vencedor. Harris, hasta ahora, se aseguraría 226 y Trump 219. Muy ajustado: hay 93 en pugna. En cinco ocasiones, la presidencia quedó para quien sumó menos votos: por caso, lo sufrieron Al Gore (2000) y Hillary Clinton (2016). 

Nueva York. Trump en el mítico Madison Square Garden durante el cierre de campaña.

Foto: Getty Images

Tensión extrema
Trump es el primero desde Franklin Roosevelt, en competir en tres compulsas consecutivas. Con un personalismo excluyente en el Partido Republicano,  logró tener a la Corte Suprema de su lado con tres soldados fieles que le otorgaron inmunidad, por ejemplo, ante las múltiples causas por la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando no reconoció los resultados de 2020. ¿Se repetirá esa instancia, toda vez que hoy 6 de cada 10 republicanos siguen creyendo que hubo fraude?

Según un sondeo del periódico The Times, un 27% de los ciudadanos ve como probable que los comicios desaten una nueva guerra civil. Por lo pronto, Leandro Morgenfeld, profesor y licenciado en historia, advierte: «Estamos a las puertas de una potencial catástrofe en Estados Unidos en una sociedad donde la violencia, en particular la política, ha tenido una larga historia con cuatro presidentes asesinados. El propio Trump recibió un balazo en esta campaña, en Pensilvania, con un fusil semiautomático R-15: hay 20 millones en manos civiles en el país. Y hay grupos preparados para resistir si Trump pierde en el Colegio Electoral. Veremos una nación mucho más fragmentada».

Jacob Heilbrunn, editor de la reconocida publicación de política exterior, The National Interest, sostiene: «Trump se ha radicalizado en los últimos cuatro años y adhiere a una mentalidad anterior a la II Guerra Mundial». El propio candidato auguró «una presidencia revolucionaria, tanto en política exterior como interior». Por ejemplo, anunció a Elon Musk como ministro de Modernización del Estado para echar a gran parte de los tres millones de empleados federales. Además propuso «derribar el orden internacional que existe en los últimos 70 o 75 años». Dijo que «sin más, abandonará la OTAN» y repudió la postura antirrusa y el apoyo incondicional a Kiev. 

Michigan. Discurso de Kamala ante sus seguidores, el 28 de octubre.

Foto: Getty Images

Coyuntura de alta complejidad
Las elecciones se dan en un contexto geopolítico complejo. Morgenfeld advierte: «Asistimos un proceso de aceleración del declive de la hegemonía de Estados Unidos como motor del imperio en la posguerra fría, con Europa y con Japón como aliados subordinados. Un declive relativo: sigue siendo la primera potencia hegemónica tras la crisis económica de 2008, pero muchos indicadores muestran a China superándolo, por ejemplo, en producción industrial y ya es el primer exportador del mundo. Y sigue siendo la primera potencia militar, aunque incluso le cueste ganar las guerras que empieza y no puede terminar, caso Afganistán o Irak».

Las guerras en el este europeo y la de Oriente Medio son otros temas muy relevantes. ¿Influyen en las elecciones? Consultado por Acción, el exsenador Eric Calcagno responde: «El aislacionismo nunca se fue del imperio. Cuando las guerras son explicables pueden aglutinar al pueblo; pero la última explicable fue la del atentado a las Torres Gemelas. Hay una pérdida del sentido de las guerras. En las películas de guerra siguen anunciando la que va a venir, escenifican, predisponen. Pero el deterioro económico desde Ronald Reegan a hoy hace que el aislamiento sea cada vez mayor y que el sentimiento patriótico influya cada vez menos». 

Otro, aspecto clave, la economía. Ante la brutal contracción que produjo la pandemia, el Gobierno de Biden inyectó miles de millones de dólares con políticas contracíclicas. Provocó inflación, como en Europa y otros países; si bien ahora es del 3%, tuvo picos y llegó al 9% anual. Salarios estancados, desempleo del 3,5%, encarecimiento de combustibles, pérdida de poder adquisitivo y pobreza del 11% (40 millones). Crece entre los jóvenes la dificultad para afrontar gastos de estudios universitarios. El acceso a la salud es cada vez más caro. Mientras, por caso, grandes tecnológicas ganan inmensas fortunas. Caldo de cultivo para que los republicanos machaquen sobre el rumbo de la economía y centren en Harris en su rol de vice actual.

Y de paso arremeter con dos temas controversiales. El fallo sobre derecho al aborto, que convalidó la Corte de 1973, suprimido por la actual, ultraconservadora, con jueces antiabortistas fieles a Trump. Kamala alzó esa bandera en la campaña: ya fue clave en las elecciones de medio término de 2022.

Trump, que se presentó hace 8 años como un outsider, es un fiel exponente de la clase dominante, el 1% más rico que gobierna. Harris es una fiel representante de la agenda demócrata, la de los movimientos feministas, minorías sexuales, lucha de los derechos civiles de afrodescendientes e inmigrantes, el otro gran tema de campaña. Trump, por caso, dice que esta vez sí realizará la mayor deportación de toda la historia. 

Las cartas están echadas. Y la democracia del imperio, otra vez en juego. 

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