Deportes | A 100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

El legado de Panzeri

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Gustavo Veiga

Autor de dos libros clave y más de 15.000 notas, el periodista analizó de modo implacable el trasfondo del deporte y la prensa. La vigencia de sus ideas en frases.

Protagonista. «El Dante», como lo llamaban, saluda desde un avión en uno de sus viajes de trabajo.

ARCHIVO EL GRÁFICO

A Dante Panzeri se le temía o admiraba. Se lo odiaba o amaba. Con los años, la antinomia de esos sentimientos encontrados fue superada por una mirada venerable, casi beatífica. Este 5 de noviembre se cumplió el centenario de su nacimiento. La iconografía del periodismo deportivo, a menudo acostumbrado a trabajar sobre imágenes, lo define en una caricatura. Es la que ilustra la tapa de su segundo libro –escribió dos– Burguesía y gangsterismo en el deporte (Ediciones Líbera, 1974). Ahí se lo ve sentado sobre un televisor, con sus lentes grandísimos y una pelota dibujada sobre la pelada.
En los medios que analizan el juego, desde el fútbol al ciclismo que también cubrió, nadie que pertenezca a ese mundo de diarios, micrófonos y cámaras de TV ha sido tantas veces citado. Los textos del rosarino criado en San Francisco, Córdoba, componen una bitácora descriptiva de ese deporte en el que Panzeri se reconocía: «Me lo dio todo en la vida», solía decir. Por eso escribió en el prólogo de Burguesía…: «Yo solamente puedo darle protesta para defenderlo de quienes lo destruyen. Con lo que creo que construyo».
Las filigranas que armaba con verbos y sustantivos, un oxímoron tras otro con los que desnudaba a las porquerías del entorno, al mercado y sus mercaderes, son una marca indeleble en su obra. Matías Bauso, el escritor y abogado que más trabajó sobre el legado de Panzeri, es autor de Dirigentes, decencia y wines. Las tres cosas que, para el periodista fallecido el 14 de abril de 1978, le faltaban al fútbol de su tiempo.
Fue un visionario. No hubo error de cálculo. Esa escasez se profundizó con el paso del tiempo. Las 544 páginas del libro de Bauso son el más extenso repaso a sus textos, entre los cuales, se estima, el periodista dejó unas 15.000 colaboraciones.
Su autor seleccionó las mejores y afirma oportuno: «La enorme imagen de Panzeri descarga su sombra sobre el periodismo deportivo argentino. Se muestra con orgullo, se enarbola su ejemplo. Citarlo confiere autoridad. Pero se lo conoce poco». El hombre que desafió a todos los poderes nunca fue condescendiente con ellos. Ni con la irrupción del primer peronismo –Dante era demasiado conservador– ni con el ministro de Economía de facto, Álvaro Alsogaray. Sus críticas al Mundial 78 antes y durante la dictadura genocida son conocidas.
Era implacable con personajes como Alberto J. Armando y Antonio Vespucio Liberti, presidentes de Boca y River en la era del autoproclamado fútbol espectáculo. También con sus propios colegas. «Periodismo: culpable nunca compareciente», escribió. Tenía legitimidad porque era impiadoso con él mismo. De su primer libro, Fútbol, dinámica de lo impensado (varias veces reeditado), señaló: «No sirve para nada». Sus editores se habrán desmayado.

Sobrevivir al tiempo
En un autorreportaje que imaginó para la revista Satiricón en diciembre de 1973, se preguntó y respondió: «¿Y su estilo agresivo, empezó siendo el que fue después?». «Creo que sí, de disfrazado nunca jugué». Panzeri se enamoró del fútbol con la primera revista El Gráfico que llegó a sus manos a los 6 años. Aquella de tapas memorables que él dirigió décadas después, pero que le bajaron las ventas. Decidió poner en su portada una pelota picando sobre las escalinatas de la Facultad de Derecho o el retrato de una abuela aferrada al alambrado en una cancha.
La obra periodística de Panzeri sobrevivió con holgura a su muerte. Se mantiene vigente 43 años después y no es casualidad. «Era un cabrón. Tenía un carácter complicado», lo describe Bauso en su libro. Pero también dice que «era honesto, valiente, veía más allá que los demás».
Su pensamiento hoy es revisitado por estudiantes de las carreras de periodismo. Integra propuestas académicas o se analiza en mesas de debate. «El Dante» –como lo llamaban con admiración sus contemporáneos afines– plantó un mojón en el desarrollo de una profesión vapuleada. Sin modelos actuales que pudieran superarlo. Su honestidad intelectual, los principios rectores con que trabajó, prevalecen a 100 años de su natalicio sobre la crítica a sus posiciones políticas; algunas cuestionables. Pero Panzeri era todo eso. Habría parafraseado a Ortega y Gassett –su filósofo más admirado– para escribir de sí mismo: «Yo soy yo y mi circunstancia». El periodista nunca eligió observar el mundo con apatía. 

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