Cultura

Canciones con vuelo propio

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Con 15 años de carrera solista, es una de las voces más originales de la música popular argentina. La repercusión de su obra en Japón y sus planes para el futuro.

 

Proyectos. «Tengo nuevas canciones, hacer discos siempre fue una necesidad». (Juan C. Quiles/3 estudio)

En los últimos 15 años, Florencia Ruiz grabó 5 discos solistas y uno con Ariel Minimal, se fue un par de veces de gira por Japón (donde ya tiene un buen número de seguidores) y también llevó su música a México, Chile y Uruguay. Tocó con uno de sus ídolos, el Mono Fontana, compañero de ruta del Flaco Spinetta, fue elogiada calurosamente por la prensa especializada y recibió una mención especial en la categoría rock/pop en los Premios Nacionales que otorga la Secretaría de Cultura de la Nación.
Todo eso es parte importante de lo que celebró el 25 de octubre pasado con un extraordinario show en la coqueta sala del Centro Cultural Caras y Caretas, llena de amigos (Minimal, Fontana, Flopa, Alejandro Franov, entre otros) que la acompañaron a lo largo del emotivo paseo por un repertorio que hoy está, sin dudas, entre los más originales e inspirados de la música popular argentina contemporánea. La cantautora dejó claro sobre el escenario que, solita con una guitarra o con una poderosa banda de apoyo, provoca el mismo asombro. «Ambos formatos me interesan», explica ella. «El de banda, por el placer que me genera compartir música con otros. Y tocar sola me gusta justamente por la intensidad que provoca la soledad. Pero me encantaría poder tocar cada disco con la instrumentación original, cosa que pude hacer en muy pocas ocasiones. El álbum que voy a grabar este año está pensado con esa intención. Espero lograrlo».
Ruiz ha forjado su propia carrera de manera independiente, sin el apoyo de sellos multinacionales ni apelaciones al marketing tradicional. Cuenta que recibió hace poco una oferta para vender sus discos en formato digital, pero es un tema que aún no analizó a fondo: «No estoy muy actualizada, para ser honesta», dice. «Obviamente, entiendo que ahora hay una libertad mayor y un acceso más simple a música de cualquier parte del mundo. Y eso me parece genial –reflexiona–. Todos queremos ser escuchados y no hay fronteras en el deseo, por lo tanto cualquier cosa que impulse la difusión es bienvenida. Ese es mi punto de vista».
Con trabajo y perseverancia, también logró poner un pie en Japón, un mercado enorme y ávido de novedades. «Sentirme tan apreciada y querida en un lugar tan lejano, saber que los shows van a funcionar y que el disco se va a vender en un lugar así me provoca una sensación de estabilidad inmensa y, sobre todo, desconocida», cuenta. «Así viví cada gira que hice por Japón: como una especie de viaje al bienestar musical, por decirlo de alguna manera. El tour que hicimos el año pasado fue bastante extenso: en casi 50 días visitamos 20 ciudades. Viajamos 8 personas en 2 camionetas por todo el país. Saberme capaz de impulsar toda esa energía me parece increíble. Y tener gente que invierta en mi música es un regalo tremendo. Además, pude llevar a mi hijo a Japón, eso fue un premio para siempre. Todo lo que me produjo la experiencia es difícil de expresar con palabras. Siento que realmente es el lugar donde sale el sol».
La celebración de estos 15 años de carrera, asegura, fue especial: «Armé un compilado que cuenta año por año, a través de una canción, cómo ha sido mi vida en ese sentido. Es una especie de diario personal musical llamado MA. Pero también tengo canciones para un disco nuevo que voy a grabar pronto. Me pone ansiosa la posibilidad de volver a grabar», admite. «Para mí, hacer discos siempre fue una necesidad. Tengo tanta música dentro… ¡Me habría vuelto loca si no hubiese editado esos discos! Y hoy esa necesidad se mantiene, sigue siendo el motor».
La cantante y guitarrista no suele escuchar sus propios trabajos, pero a raíz del mencionado MA volvió a estar en contacto con sus primeras grabaciones. «Y al escuchar cada álbum regresé inmediatamente a ese momento, a la sensación de entrega total a la música. Siento el paso del tiempo como un viento a favor. Abro la ventana al ahora y me veo intentando surfear la ola de la vida del músico y sonrío. No creí que fuera posible. Cada uno de mis trabajos discográficos me trajo apertura, alegría, desafío y amor. Todos dan testimonio de una vida dedicada a la música profundamente. Y encima tuve el placer de cruzarme con gente como Carlos Villavicencio y el Mono Fontana. El Mono es un músico de otro planeta, no se puede describir lo que hace, toca y compone. Es alguien que superó la técnica, el virtuosismo: un músico conectado con el más allá».
Compositora de canciones de una belleza exótica pero categórica, Ruiz tiene un criterio bien definido a la hora de evaluarlas. «Privilegio la sensación, que la canción me tenga en vilo. No importan el género ni la estructura, me tiene que llegar. Pero seguramente soy más lapidaria con mis propias composiciones. Luego de tantos años de canciones, me siento obligada a trabajar desde otro lugar. Hasta ahora, las canciones grabadas eran compuestas una vez y jamás modificadas. Hacíamos primeras tomas y luego les agregábamos el trabajo de arreglos e instrumentación. Hoy estoy intentando por otro lado: quiero ser más directa con las letras y poder armar un acompañamiento completo en la guitarra, quiero sentirme más protagonista de mi propia canción, hacerme cargo».

Alejandro Lingenti

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