Mundo | PERFIL DE LIZ TRUSS

¿Una nueva Dama de Hierro?

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Alejandro Pairone

La primera ministra deberá lidiar con la crisis económica y social del Reino Unido. Una conservadora con posturas zigzagueantes y convicciones flexibles.

Londres. Discurso de Liz Truss tras convertirse en la primera ministra, el 5 de septiembre. Es la sucesora de Boris Johson.

Foto: Dennis/AFP/Dachary

La crisis británica es de tal magnitud, que a la flamante primera ministra, Liz Truss, le sería más fácil gobernar la Argentina. Pero está en Londres y acaba de desembarcar en el 10 de Downing Street, residencia oficial y sede del Gobierno, con un bidón de nafta para apagar el incendio.
El Reino Unido padece las consecuencias de 12 años de sucesivos Gobiernos conservadores, agravados por la pandemia, las derivaciones de la guerra entre Rusia y Ucrania que Londres alentó desde la OTAN y el aún persistente aislacionismo económico que ocasionó su salida de la Unión Europea. Según el último informe de coyuntura del Banco de Inglaterra, el país atraviesa «la mayor caída en la calidad de vida desde 1960» y avanza hacia una recesión inevitable. En la última década, por ejemplo, la deuda pasó del 30% al 95% del PBI, de 3,3 billones de dólares.
Los salarios reales son los más bajos desde los años ochenta: los del sector público están congelados desde 2010, y los privados carecen de un sistema de actualización metódico. Las huelgas y movilizaciones coparon la vida en las grandes ciudades, con ferroviarios, docentes, portuarios, basureros, bancarios, colectiveros, periodistas, médicos y enfermeros en pleno conflicto.
La pobreza alcanzó al 20% de la población y supera el 25% entre los menores de edad. La inflación promete aumentarla: del 1,5% anual histórico, en agosto llegó al 10%, prevén un 14% anual para diciembre y superior al 25% para 2023.
Y la lista de problemas sigue. El sistema de salud colapsó por falta de presupuesto y 100.000 vacantes sin cubrir; la Libra no deja de perder valor en los mercados financieros y la suba de las tasas encarece el escaso crédito. Y la guerra, que disparó el precio de los alimentos y la energía, que el Reino Unido importa en un 80% y 50%, respectivamente.
En ese contexto el pasado miércoles 7 Liz Truss se convirtió en la tercera mujer en asumir el Gobierno del Reino Unido. Fue un día antes de la muerte de la reina Isabel II, un hecho de alto impacto y que abre interrogantes acerca de cuál será el vínculo de la nueva líder con su sucesor, el ahora Rey Carlos III.
 En su primera asunción (luego de la muerte de Isabel II, volvió a jurar como primera ministra), hizo promesa de reducir impuestos a capital y ganancias empresarias y bajar el gasto público en 30.000 millones de dólares. Un programa ultraconservador basado en más de lo mismo: menos Estado, menos regulación, menos impuestos
 ¿Cómo llegó hasta aquí esta mujer de trayectoria zigzagueante y convicciones flexibles?
Mary Elizabeth «Liz» Truss nació hace 47 años en Oxford en una familia de laboristas de izquierda. Es la mayor de cuatro hermanos, hijos de madre enfermera y padre profesor de matemáticas que se negó a hacerle campaña cuando aspiró a un cargo electoral, en 2006. Fue presidenta de los estudiantes socialdemócratas en la secundaria y en la Universidad de Oxford, donde se graduó en Ciencias Económicas en 1996, y de inmediato se afilió al Partido Conservador para militar en las filas derechistas que idolatran a Margaret Tatcher.
Alcanzó su primer cargo en 2010 como diputada en las listas del conservador David Cameron, que la ascendió en 2014 a ministra de Ambiente. Permaneció con la sucesora, Theresa May, como ministra de Justicia (2016) y de Finanzas (2017). Sobrevivió, e integró el Gobierno de Boris Johnson como ministra de Comercio (2019) y de Relaciones Exteriores (2021).
Se hizo del cargo del Gobierno tras derrotar en comicios internos del Partido Conservador al exministro de Finanzas Rishi Sunak, quien encabezó la conspiración partidaria que derribó al Gobierno de Boris Johnson en julio pasado. Truss ganó con solo 83.000 votos de los 160.000 afiliados conservadores que sufragaron en la elección interna que la llevó a dirigir un país de 68 millones de habitantes. El parlamentarismo británico asigna la conducción del Gobierno al partido triunfante y no al candidato. Y es el partido quien designa a él o la funcionaria.

Idas y vueltas
Liz Truss conquistó ese puñado de votos con un discurso conservador duro y referencias nostálgicas de Margaret Tatcher, a la que intenta imitar. «Gobernaré como una conservadora», prometió en su campaña, junto con reducción de impuestos, desregulación económica y mano dura para los trabajadores, lo mismo que contra Rusia y China.
Truss es conservadora pero antes es pragmática, y en su mismo discurso de asunción dio marcha atrás en su promesa desreguladora al anunciar un tope de 2.800 dólares anuales desde octubre a las tarifas energéticas, que iban a ser de 4.000. El Estado pagará la diferencia, de 130.000 millones de dólares, con nuevo endeudamiento. Diez días antes había rechazado igual propuesta de los laboristas, que pedía financiarla con un impuesto a la renta extraordinaria de las grandes corporaciones beneficiadas por la guerra.
«El problema no es solo la crisis, sino el camino elegido para enfrentarla», editorializó el periódico liberal The Guardian, que ve a Truss prometiendo hacer lo que llevó al país a esta situación. El prolaborista The Independent alerta que la nueva primera ministra no podrá con la crisis y deberá llamar a elecciones antes de 2024, cuando finaliza el mandato conservador.
Pero Liz Truss se prepara para dar batalla con un Gabinete de allegados que garantizan lealtades personales, y no un equipo amplio con todas las tribus del conservadurismo. Se ve a sí misma como la nueva Dama de Hierro que con mano dura encauzará una crisis socioeconómica descomunal y sofocará los intentos independentistas en Escocia e Irlanda del Norte.

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