Opinión

Pedro Brieger

Periodista

¿Paz a cualquier precio?

Tiempo de lectura: ...

Mano dura. Integrantes de pandillas fueron trasladados a una cárcel de máxima seguridad. Hacinamiento y denuncias de detenciones arbitrarias.

Foto: Télam

El 22 de febrero un editorial del New York Times asombró por su crudeza: «América perdió la guerra contra las drogas». El editorial recordaba que más de 100.000 personas habían muerto en Estados Unidos en 2021 por sobredosis y que esto representaba un gran fracaso. 
En paralelo, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, difundió crudas imágenes de narcotraficantes rapados y semidesnudos llevados a cárceles definidas por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, como «campos de concentración». Bukele tuitea orgulloso de que está acabando con la violencia en su país y de su decisión de arrasar con el narcotráfico a cualquier precio, porque es una demanda de la sociedad que sufre a las maras hace ya varias décadas.
El problema del comercio de drogas afecta a casi todos los países, pero todos los caminos conducen a los Estados Unidos. Es el país de mayor consumo y un gran mercado para quienes están en el negocio en América Latina, como lo demuestra la producción de cocaína y otras drogas en Colombia y México, cuyo destino es el norte. Por otra parte, las armas que manejan los narcos en su mayoría también provienen de los Estados Unidos, cuya frontera es un verdadero colador: entran toneladas de drogas y salen toneladas de armas. Y como si esto fuera poco, las maras salvadoreñas nacieron en Estados Unidos después de una cruenta guerra civil donde Washington financió y armó varios gobiernos dictatoriales.
Las medidas extremas de Bukele logran apoyo porque la población está cansada y harta de las muertes y asesinatos por el negocio de la droga. En una circunstancia así se tiende a olvidar que los detenidos, por más sanguinarios que sean, tienen derecho a un tratamiento correcto.
Bukele se quiere presentar como quien ha logrado acabar con la violencia en El Salvador. Pero la paz de los cementerios no suele ser la mejor solución.

Estás leyendo:

Opinión | Pedro Brieger

¿Paz a cualquier precio?