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Los «europibes» pasan al frente

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Alejandro Wall

Una camada de jóvenes talentos se perfila como el recambio de la Scaloneta. El caso de Alejandro Garnacho. Trabajo de scouting y plan de blindaje.

Primer trofeo. Garnacho y la bandera albiceleste, tras conquistar con el Manchester United la Carabao Cup, en marzo pasado.

Foto: @agarnacho7

Así como la selección argentina tiene a sus hinchas globales, los que festejaron el campeonato del mundo en India o Bangladesh, los que llevan la camiseta de Messi en cualquier lado, también tiene a sus jugadores globales, los que nacieron (o crecieron) en el exterior. El nombre de esta historia es Alejandro Garnacho, de Madrid, España, pero con madre argentina. Garnacho simboliza a los pibes europeos. Si después del título en Qatar, la tercera copa del mundo para la Argentina, comienzan a despedirse (se verá cuándo) los últimos representantes de la generación Messi, es posible que desde ahora aparezca la generación de los llamados «europibes».
Aunque por lesión no podrá estar en los amistosos con Panamá (el 23 de marzo en el Monumental) y Curazao (el 28 en Santiago del Estero), Garnacho fue parte de la última convocatoria de Lionel Scaloni. Que también incluyó a dos jugadores que se fueron muy jóvenes a Europa como Máximo Perrone (20 años, Manchester City) y Facundo Buonanotte (18 años, Brighton). También a un juvenil como Valentín Carboni (mediocampista, 17 años, Inter de Milán), hijo del exjugador Ezequiel Carboni. En marzo del año pasado, durante una doble fecha FIFA, su hermano Franco (actualmente cedido al Monza por el Inter) ya había sido convocado por Scaloni. 
Aquella vez aparecieron varios de los nombres que el trabajo de scouting de la AFA puso en el radar. El cuerpo técnico que comanda Scaloni sigue de cerca esos detalles. El scout de la Argentina con sede en Madrid es Juan Martín Tassi, expreparador físico de Quilmes y San Lorenzo, con un máster en alto rendimiento deportivo y un doctorado en Ciencias del Deporte. Quien lo propuso para el cargo fue Bernardo Romeo, coordinador de selecciones juveniles. La idea era buscar entre los jugadores menores de 20 años de familias argentinas que por distintos motivos se fueron a vivir al exterior. Algunos son hijos de padres que se fueron con la crisis de 2001 o hijos de futbolistas que se instalaron en el exterior después de haber terminado su carrera. A otros se los llevaron a Europa con la patria potestad. Las historias son distintas. 
Porque además de los convocados en esta última lista hay otros futbolistas en el radar. Matías Soulé, de 19 años, está ahí. Nació en Mar del Plata, donde jugó de chico en Argentinos del Sud y en Kimberley. Pasó por las inferiores de Vélez y cuando tenía 16 años su padre apeló a la patria potestad para llevárselo a Juventus. En la actual temporada acumula minutos en el equipo y hasta convirtió su primer gol contra la Sampdoria. 
El nombre de Luka Romero también está en la base de datos. Hijo de un exfutbolista de Quilmes, Diego Romero, Luka nació en México; pero creció en España, a donde su familia viajó cuando era un niño. Después de haber debutado a los 15 años en la Liga con la camiseta del Mallorca, hoy con 18 juega en la Lazio. Otro futbolista que se formó en España es Nicolás Paz, hijo de Pablo Paz, que jugó en Newell’s, Banfield y la selección argentina (fue medalla de plata en Atlanta 96). Nicolás tiene 18 años, es jugador del Real Madrid y estuvo en el último Sudamericano Sub 20 en el que la Argentina, con Javier Mascherano como entrenador, no pudo clasificarse al próximo Mundial. Nicolás nació en Tenerife y su acento español es difícil de disimular. Lo que sí sabe es que quiere jugar para la Argentina. 

Un fenómeno diferente
Todos ellos son futbolistas que podrían optar por otras selecciones. Como ocurre con Niko Takahashi Cendagorta, que tiene 17 años, nació en Cornellá de Llobregat y juega como lateral izquierdo en las juveniles del Barcelona. Federico Cendagorta, su padre, sufrió el exilio durante la última dictadura cívico-militar. Su familia debió irse en 1976 y se instaló en Barcelona. Allí, años después, conoció a Kaori, una mujer japonesa. Con ella tuvieron a Niko, que entonces puede optar entre jugar para Japón, España o la Argentina.
La FIFA estableció desde 2020 que un futbolista puede ser «blindado» por una selección si juega tres partidos con el equipo. En caso de que juegue uno, de todos modos, tiene que esperar tres años para ser convocado por otra federación. Es parte de una reglamentación que buscar ordenar a los jugadores nacionalizados. De hecho, Garnacho jugó con la Sub 17 de España en su momento y es quizá el que más da que hablar. Parece salido de la serie Peaky Blinders. A su talento le agrega que es guapo y tiene cara de peleador. Es también una forma de hacerse paso en la Premier League donde juega para el Manchester United. Con 18 años no le teme a nada, todo lo encara. Lo dijo su entrenador en el equipo inglés, el neerlandés Erik Ter Hag: «La valentía es una de sus grandes habilidades, porque nunca tiene miedo. Es una habilidad tan específica que no hay tantos jugadores que sean capaces de enfrentar a sus rivales y superarlos de esa manera. Él tiene más habilidades también, como el remate y la velocidad».
Esa fortaleza, además de su juego, es la que pone esperanzas sobre su futuro. Incluso a pesar de quienes se atreven a criticarlo por compadrito. Por cómo lo gastó a Pedri, el joven del Barcelona, celebrando con sus dos manos formando una especie de binoculares. «Pasó de ronda el equipo grande», escribió en redes sociales cuando con el Manchester United eliminaron al equipo catalán de la Europa League. La prensa española fue contra él.
Bruno Fernandes, capitán del equipo inglés, contó en su momento que había actitudes de Garnacho que no gustaban adentro del plantel. «Ha estado bien, pero sabe que esperamos mucho de él. Todavía es muy joven», dijo. Pero Garnacho sabe de su talento (y su futuro). «Alejandro es como un Cristiano joven conduciendo la pelota», dijo Paul Scholes, exjugador del United y la selección inglesa, durante una transmisión. La comparación le debe haber gustado. «Gracias, ídolo», escribió en una ocasión en sus redes sociales refiriéndose al portugués, al que además tuvo de compañero. Pero también se mostró mirando a la selección en Qatar 2022 desde su casa. Y en lo que fue la imagen más simbólica, celebró junto a Lisandro Martínez la Carabao Cup que ganó el Manchester United con una bandera argentina. Un cruce de Kyle Walker-Peters en el partido contra Southampton lo sacó de la cancha. Tuvo que irse del estadio en muletas. Y no estará en los amistosos. Habrá que esperar para verlo con la selección argentina. 
Su historia representa mucho de la generación a la que le abre las puertas la selección argentina. Los que llaman los «europibes», chicos surgidos de un fútbol globalizado. El fenómeno puede llamar la atención pero a la vez no es tan distante de la vida de Messi, que a los 13 años se fue a vivir a Barcelona para ser futbolista. Jamás perdió su acento rosarino y nunca dejó de responder al llamado de la selección desde que Omar Souto, hoy gerente de selecciones de AFA, buscó el teléfono para convocarlo a la selección en 2004. Dieciocho años después levantó la copa del mundo. La historia continúa pero ya dejó su legado para las generaciones que siguen.

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