Deportes | BOCA JUNIORS

Otro caño de Riquelme

Tiempo de lectura: ...
Alejandro Duchini

En una elección récord para el fútbol argentino, Román apabulló al candidato de Macri y será presidente hasta 2027. Crónica de un liderazgo que tiene al modelo de club social como bandera.

Popular. El diez y los hinchas, un idilio irrompible, en el comicio de este domingo, en la Bombonera.

Foto: Getty Images

Todo indica que el 9 de Qatar no vendrá a jugar a Boca, siempre y cuando la oposición no apele a otra medida judicial para postergar unas vez más las elecciones que se realizaron este domingo con un resultado contundente a favor de la fórmula oficialista Juan Román Riquelme – Jorge Amor Ameal, que para la medianoche del domingo reunía el 63% de los votos, superando ampliamente al binomio Andrés Ibarra – Mauricio Macri. Los 43.367 socios (94.188 habilitados) que participaron del comicio –récord en la historia del fútbol argentino– ratificaron la importancia de esta jornada en la que Riquelme resultó el gran ganador –además, claro, de presidente, el más votado de la historia–, mientras que Macri quedó no solo relegado electoralmente, sino manchado por algunas jugarretas judiciales que no les gustaron nada a los socios.
Cuando decimos Macri deberíamos decir, también, Ibarra, el candidato presidencial en los papeles, pero no en la práctica. El exministro de Modernización de la Nación iba por la presidencia, pero no por la ejecución del cargo. Macri lo eclipsó cuando se presentó como vice unas horas después de que Boca recibiera un golpe tremendo tras perder en la final de la Libertadores ante Fluminense.
Para aquel entonces las elecciones estaban pautadas para el 2 de diciembre. Fue ahí que la dupla Ibarra – Macri comenzó un raid televisivo para horadar la figura de Riquelme, máximo ídolo en la historia del club. Por esos días, y sin ponerse colorado, Macri se enojó ante las cámaras porque Riquelme no quiso probar en el primer equipo al «nueve de Qatar», lo que, más allá de sus condiciones, posibilitaría acuerdos económicos (e ingresos) del mundo árabe. Uno y otro son como el agua y el aceite. Riquelme iba por el Boca club, asociación civil sin fines de lucro –el trabajo social de su gestión es importante en el barrio– y Macri por el de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), metodología que siempre quiso imponer, pero para la que ahora cuenta con el aval del presidente de la Nación, Javier Milei, insultado cuando fue a votar este domingo.
El triunfo de Riquelme es una bocanada de aire en medio de estos tiempos difíciles; Boca es tal vez el último gran bastión para defender a los clubes frente a los embates privatistas que posiblemente se avecinen. Ya este año, en la antesala del balotaje, el club de la Ribera fijó su postura categórica en contra de las SAD. Lo hizo en el marco de un pronunciamiento masivo de los clubes, alertados por el plan de reimpulsarlas por el entonces candidato a presidente Milei. No se descarta que vuelva a la carga, fortalecido por su amplia victoria en la segunda vuelta, aunque habrá nuevamente resistencia, con Boca en el frente de batalla.

En clave azul y oro
De cara al 2024, Riquelme tendrá por delante un enorme desafío. En el plano social, que Boca siga creciendo. El fútbol femenino es un ejemplo: el primer equipo acaba de salir campeón y no para de convocar público. Actividades como el básquet, la natación, la gimnasia artística o las artes marciales, entre otras que habían sido olvidadas, fueron reivindicadas por la actual gestión. En el plano estrictamente futbolero, lo que se espera es que Boca vuelva a jugar bien y a ganar. Los socios que lo votaron apostaron a futuro a pesar de que del otro lado estaba Macri, gestor del mejor ciclo ganador en la historia de Boca. Tendrá que recalcular para que el nuevo entrenador (Diego Martínez, ex Huracán) y las incorporaciones lleven a ganar más y mejor. El rendimiento futbolístico de Boca en este último año no fue bueno, más allá de que llegó a la final de la Libertadores. Pero no conseguir la séptima fue un dolor grande para los hinchas. La Copa Libertadores, sabemos, es la obsesión.
Con esa obsesión jugó Macri, quien no paró de interponer herramientas judiciales para suspender una y otra vez las elecciones. Eso enojó al socio que quería votar. Se vio este domingo, cuando la épica electoral tuvo como trasfondo a la lluvia. Miles de socios mojados pero felices de, al fin, votar. Ibarra nunca tuvo el peso necesario como candidato. La figura de Macri no lo apuntaló sino que lo eclipsó. Ni siquiera le sirvió llegar a la Bombonera acompañado por otro gran ídolo como Martín Palermo, niño mimado de la época macrista y desde siempre en las antípodas de Riquelme. Palermo fue a votar como candidato a DT en el caso de que triunfaran Ibarra y Macri. La noche anterior acababa de perder en Santiago del Estero la final de la Copa de la Liga con Platense. Enseguida viajó a Buenos Aires para mostrarse en la elección. Vaya uno a saber cuánto podría haber influido electoralmente un Platense campeón con Palermo. El gran ausente de la jornada fue el propio Macri, quien viajó a Arabia Saudita en su condición de presidente de la Fundación FIFA. Allí se realizó una reunión sobre distintas temáticas. Aun con justificaciones, es cuanto menos extraño que un candidato no asista a un acto electoral del que forma parte.
A Riquelme le bastó su condición de ídolo. En tiempos de redes sociales y de multimedios que vapulean o realzan al mejor postor, supo desde el comienzo que con su gestión popular y la idolatría le alcanzaba. No flaqueó ante sus ideas: «Yo no soy empleado de ellos ni nunca lo seré», anunció hace un tiempo. Mucho antes, impuso la del Topo Gigio. Y jamás se calló. Dejó que del otro lado lo menospreciaran y hasta persiguieran –literalmente– a su familia. Y convocó a la gente, por caso el domingo 3 de diciembre, día en que se debía votar en la Bombonera. Ese día una multitud no solo respaldó a su ídolo: también reclamó elecciones ya. El macrismo no decodificó el mensaje y siguió interponiendo recursos judiciales para evitar la derrota. No lo logró, aunque difícilmente se retire de la vida política del club.
Eso sí, con este resultado el nueve de Qatar seguro no vendrá a la Argentina y la Bombonera no será 3D ni se parecerá a una nave espacial flotante con capacidad para multitudes incalculables, como prometía la oposición. Pero laterá como siempre. Con Román dirigiendo la batuta.

Estás leyendo:

Deportes BOCA JUNIORS

Otro caño de Riquelme