Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

Los patos de la boda

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Bahía Blanca. La presencia del primer mandatario vestido de uniforme militar no se tradujo en apoyo económico para atender la emergencia.

Foto: NA

El sorpresivo temporal que azotó a parte del país, con un resultado trágico en la ciudad de Bahía Blanca, demuestra una vez más que el cambio climático es un problema de creciente gravedad para el planeta y todas las especies que viven en él. Como cooperativistas, en esta temática crucial nuestra posición es indeclinable: resulta imprescindible que en todo el mundo los Gobiernos se hagan eco del reclamo universal ante el deterioro de ríos y bosques, el incremento de la temperatura de los mares y la destrucción de miles de especies. El reclamo es perentorio: los Estados y sus pueblos deben actuar con la máxima determinación frente a las corporaciones multinacionales fabricantes de la erosión de la vida en nuestro planeta, como quedó expresado en la reciente conferencia de cambio climático de Naciones Unidas COP28 realizada en Dubai.
El dramático episodio registrado este fin de semana en la Argentina y parte de Uruguay convoca a ser ponderado con argumentaciones que excluyan versiones negacionistas como las que el presidente de la Nación y una parte importante de su equipo fueron señalando durante la campaña electoral como una premisa partidaria. Entendemos que la lucha contra el cambio climático y la defensa de la naturaleza trasciende a las identidades políticas y constituye la opinión mayoritaria del país. De allí que alentamos la esperanza y la confianza en que la ciudadanía responderá positivamente ante eventos catastróficos como el actual, y seguirá comprometida en torno de esos paradigmas.
Como corolario de esta trágica situación, ha llamado la atención la presencia uniformada del primer mandatario, acompañado por su ministro de Defensa, en la ciudad de Bahía Blanca, que no se compadece con la necesidad de apoyo económico y logístico para atender el daño generado por el temporal. Las políticas de recortes y austeridad que se propone imponer, según las propias palabras, impedirían asignar los recursos imprescindibles para aliviar las consecuencias de semejante evento climático. 
«Estoy perfectamente confiado en que ustedes van a lograr resolver esta situación de la mejor manera posible con los recursos existentes», dijo Javier Milei en una reunión de emergencia en la que participaba el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el flamante intendente bahiense, Federico Susbielles, la titular de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, todos ellos vestidos de civil. 
El otro dato relevante de la jornada dominical fue que Milei, en lo que se puede interpretar como su orden de prioridades, primero pasó por la Bombonera para emitir su voto en las trascendentales elecciones para presidente de Boca Juniors. En efecto, los comicios en el club tal vez más popular de las Argentina fueron adquiriendo un contenido político que trascendió a una renovación de autoridades. La participación, en una de los fórmulas, del expresidente Mauricio Macri, quien utilizó en forma manifiesta toda la influencia con que cuenta en el Poder Judicial para trabar los comicios hasta el último viernes, contando además con el apoyo de los grandes medios de comunicación cercanos a su visión del mundo, fue sin dudas el aditamento necesario para conformar un hecho políticamente relevante. Se sumó que Milei adhirió plenamente a la propuesta de Macri, terminando expuesto al abucheo de los socios cuando fue a votar, lo que contrastó con la actitud de Macri, quien casualmente viajó a Arabia Saudita. 
En Boca no solo se votó por una renovación de autoridades. Era un voto por la continuidad del club como entidad social. De allí la emergencia de un notable liderazgo que, en este contexto, encarna Juan Román Riquelme, tanto en la política específica de la institución como por haber denunciado ante la opinión pública que el verdadero objetivo de la oposición era quitar la potestad a los socios, para transformar a Boca en una Sociedad Anónima. «Para que lo manejen tres tipos», explicó el ídolo boquense. El resultado muestra que la base societaria rechaza la idea de la privatización, y lo demostró con un elemento originalísimo, como lo fueron las manifestaciones públicas masivas en apoyo a Riquelme y en rechazo a la judicialización de la disputa. En suma, Mauricio Macri resultó ser el gran derrotado de la jornada boquense.
En otro orden, el Gobierno va desplegando su plan de acción con tropiezos y contradicciones, que en los últimos días se ha evidenciado en dos cuestiones muy trascendentes. La más importante es la aplicación de una irrestricta política de libertad de precios, sustentada en la vieja doctrina de que «el mercado» en algún momento logrará el equilibrio, sobre la base de una vertical caída del consumo. Mientras tanto los grandes formadores de precios siguen aplicando una remarcación compulsiva, generando una situación de incertidumbre y padecimiento en la sociedad que se descarga sobre las espaldas de sectores humildes y medios, a quienes se les hace imposible acceder al pan, a la carne, a las verduras, a la leche, y menos aun al combustible para los vehículos, además de otras necesidades básicas como los medicamentos, la vestimenta y la recreación. 
La otra cuestión que el Gobierno viene planteando para aplicar de inmediato es el ajuste del cuadro tarifario, con la justificación de que los precios están atrasados. Lo mismo se hizo durante el macrismo, cuando el CEO de la Shell, desde el Gobierno, las aumentó el 2.500% y el 3.000%, contrastando con la línea del Gobierno precedente, que mantenía subsidios a los efectos de generar un ingreso adicional a los usuarios. El retiro del Estado de este tema tan sensible genera un concreto deterioro en los ingresos, y es una expresión severa de un ajuste que no recae solo sobre los usuarios, sino sobre el sistema productivo, particularmente sobre las pymes, y termina actuando sobre precios e inflación. 
Ante la expectativa de un paquete de medidas económicas enmarcadas en la idea de que el ajuste es inevitable porque existe «una bomba», concepto este que es continuador de «la herencia recibida» de Macri, se está planteando un conjunto de iniciativas del anunciado «ajuste doloroso», que impacta en la vida de la parte más vulnerable de la sociedad. 
Ahora se aprecia que el presidente y sus ministros no fueron claros, más bien primó una ambigüedad discursiva sobre quiénes iban a ser los que sufrirían el ajuste doloroso. Ahora se evidencia quiénes son los que deberán soportar esas medidas: las grandes mayorías, los sectores más humildes y las clases medias. Mientras tanto, los remarcadores, al igual que en los últimos años, seguirán potenciando sus ganancias, mientras la mayoría de la sociedad, una vez más, será el pato de la boda.

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