Opinión

Rodrigo Fernández Miranda

Integrante del Centro de Estudios de la Economía Social (UNTREF)

Turismo solidario: ¿Y ahora?

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Viajar distinto. El turismo cooperativo propone otro abordaje del sector, menos comercial y más cerca de la gente.

Foto: Guido Piotrkowski

El turismo desde la Economía Social y Solidaria (ESS) plantea una propuesta sistémica y transformadora que abarca desde los modos de producción hasta el modelo de consumo turístico. Desde 2021 se produjeron importantes avances en educación, integración, cooperación, políticas públicas, entramados territoriales, asistencia técnica, comunicación y sensibilización. Esto fue posible por la confluencia de agentes de distinta naturaleza que actuaron en espacios y direcciones comunes: organizaciones, Estado nacional, universidades, municipios y comunidades organizadas. En 2022 se creó la Mesa Nacional de Turismo Cooperativo, Mutual y de Base Comunitaria como nuevo sujeto político y 2023 estuvo signado por encuentros, conversatorios, nuevas propuestas educativas y espacios de intercambio con los actores. 
¿Y ahora? Las singularidades, necesidades y estrategias del sector se ponen en tensión en el actual escenario del país. El nuevo Gobierno elimina al Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, propone más mercado, menos Estado, mercantilización y desregulación de actividades, e individualismo, meritocracia o competencia como valores que rigen la vida de sujetos y sociedades. En un cuarto período neoliberal radicalizado, con mayor desigualdad y menor cohesión social, con un turismo sin regulación, promoción de experiencias colectivas ni políticas públicas para la ESS, con mayor concentración de oferta y demanda, la ESS enfrenta nuevos desafíos.
Más que un retroceso del sector solidario, esto puede traducirse en su consolidación como antagonismo. La primacía de los intereses colectivos, la solidaridad y la cooperación en la construcción de lazos sociales, la equidad y sostenibilidad entran en conflicto frontal con los postulados neoliberales. Desde este sujeto colectivo con identidad y fuerza propia, asumiendo las asimetrías, es posible disputar el modelo turístico. En el futuro inmediato es clave solidificar y ampliar el proceso de integración, fortalecer las relaciones y la identidad común, y la Mesa Nacional como espacio de encuentro y proyección conjunta.
Respecto a las estrategias de crecimiento, es importante expandir los entramados territoriales, y los procesos de articulación entre entidades y municipios para un desarrollo local sostenible con base en el turismo solidario, que puede ser posibilitado por la Red de Municipios Cooperativos. En paralelo, trabajar por la ampliación del sector, incubando y acompañando nuevos proyectos turísticos asociativos. Para la visibilización, conocimiento y reconocimiento de los actores, sus singularidades, necesidades e impactos es necesario ampliar y compartir información propia del sector. En una disputa política y simbólica, la evidencia empírica sobre las contribuciones económicas, sociales o ambientales de este turismo constituye otra forma de dialogar, sensibilizar e incidir. Desde las universidades, un reto es sostener las propuestas educativas sobre miradas solidarias del turismo.
Ahora es momento de reforzar los procesos de educación, sensibilización y construcción territorial desde la integración y la cooperación, sin resignar la pelea por el reconocimiento diferenciado desde el Estado. Los agentes del turismo solidario comparten rasgos y objetivos que los diferencian, y los obliga a una cohesión que posibilite posicionarse como proyecto de sociedad y modelo económico antagonista y transformador. Especialmente en un escenario hostil, es importante redoblar la propuesta por una economía plural que cuestione la centralidad del mercado en la satisfacción de las necesidades, porque no todo se puede comprar y vender.

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