Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

Un nuevo paradigma en la Ciudad

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Estamos ante la inminencia de elecciones en todo el país, y se van a desarrollar comicios en varias provincias en las próximas semanas. También en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires comienzan a definirse las propuestas electorales, alianzas y candidaturas. En esta oportunidad se eligen además de legisladores, al jefe o jefa de Gobierno y comuneros. Por lo tanto, es una elección muy trascendente.
Los que nacimos y vivimos en esta ciudad (somos 3.120.000 habitantes) estamos interesados y preocupados por su destino. Nuestra ciudad es administrada desde hace 15 años por una alianza, hoy llamada Juntos por el Cambio, que en nuestra ponderación política es un espacio de derecha, integrado por el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica, que ha desplegado un modelo de ciudad privilegiando los negocios, fundamentalmente la venta de tierra pública en función del desarrollo de proyectos inmobiliario a lo largo y a lo ancho de la ciudad. Este rasgo político determinante, está a la vista de todos los porteños y las porteñas. Algunos, los más emblemáticos, como los de Costanera sur y Costanera norte, generaron grandes movimientos de resistencia de la ciudadanía, ya que se van a transformar en una suerte de barrera de cemento entre el pueblo de la ciudad y nuestro río, complicando más aún la situación ecológica de Buenos Aires.
En este punto, la invasión del cemento alcanza a toda la geografía porteña. Comenzó en Puerto Madero, pero hoy lo vemos en cada barriada de nuestra ciudad. Por eso afirmamos que este es un Gobierno directamente relacionado con los negocios inmobiliarios, que impactan negativamente en la calidad de vida de los vecinos. Lo que necesitamos es más aire, más verde y menos cemento.
Proponemos que en los espacios verdes que nos quedan no se levanten nuevas moles de edificios, cada vez más altos, sino que haya centros cívicos en los que crezca el protagonismo de la ciudadanía porteña, que ofrezcan cines, teatros, playones deportivos, bibliotecas, ámbitos específicos para adultos mayores y la niñez, y fundamentalmente, espacios abiertos y verdes.
Entre muchas otras cuestiones, pensamos que se debe valorar y potenciar un modelo de crecimiento de lo público en general, lo contrario a la ofensiva de estos 15 años de desprecio y relativización de lo público, fundamentalmente en materia de educación y salud, teniendo en cuenta que actualmente se privilegia la educación privada, y nosotros creemos que hay que atender mucho más y mejor a la educación pública. El achicamiento del presupuesto en educación de nuestra ciudad es el caso más extremo de reducción del gasto en políticas públicas. Lo mismo ocurre con la salud y con la ausencia de una política de transporte sustentada en el subterráneo. La ciudad registra un gran atraso en este sentido. No podemos olvidar aquello que decía en campaña el entonces candidato a jefe de Gobierno Mauricio Macri: «¿Cómo no vamos a poder construir 10 kilómetros de red de subte por año? ¿Acaso somos idiotas?». Ya sabemos que desde su gestión hasta ahora no se concretó tal promesa.
Lo que está en discusión entonces es un proyecto de ciudad. Nosotros, como cooperativistas, creemos en un modelo de ciudad que tenga como norte la solidaridad y la convivencia. Y no es una cuestión retórica, sino que en la medida que hay una idea de ciudad solidaria y humanista, impregna el conjunto de las iniciativas concretas y específicas. Por caso, que haya políticas de vivienda con un sentido social, que existan políticas de verdadero apoyo y fomento para las pymes. Habitan nuestra ciudad 850.000 personas en situación de pobreza, no podemos ser indiferentes a esta situación. O sea, continuará una propuesta expulsiva y segmentada como es la línea del larretismo, o transitamos otro camino, sustentado en un ideario solidario y humanista de integración de esa parte de la ciudad, a través de políticas culturales, sociales, de convivencia, sin desprecio ni subestimación ideológica. Por eso planteamos la idea de una ciudad solidaria. Si bien lo proponemos para nuestra ciudad, es un paradigma que debemos pensar para todo el país.
No se puede concebir una ciudad vista únicamente desde las zonas más favorecidas, soslayando la ya mencionada franja de pobreza, ni a una gran parte de clase media y media baja que sufre de incertidumbre y preocupación por razones económicas y problemas de vivienda, entre otros. Y nuestra juventud, a la que la ciudad le ofrece pocas alternativas de trabajo, vivienda, desarrollo laboral, etcétera.
En lo cultural, entendemos que hay que hacer un despliegue alejado de la espectacularidad, que promueva una cultura asentada en la vida comunal, en la vida barrial, que los propios vecinos cuiden y potencien el patrimonio cultural local.
En síntesis, debemos ir hacia un nuevo ideario y un cambio político, hacia una ciudad que estimule la convivencia integradora sustentada en lazos solidarios como parte de un proyecto colectivo. No deberíamos seguir con el esquema actual que cristaliza una ciudad antiecológica e inhumana.

Foto: Gentileza Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires



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1 comentario

  1. LARRETAS Y GRABOISES
    Larreta quiere impedir, si gana, que los Graboises sigan en Política. Pero, por ahora, no hace falta, porque el concepto que tiene Larreta de “política” es diferente y opuesto al que tiene Grabois.
    Los larretas son creadores pertinaces de pobreza (o indigencia), como ocurrió con la emergencia de los cirujas, que así los llamaban hace veinte años. Los graboises se empeñaron en que se llamasen recolectores urbanos. No era un simple cambio de nombre, consistía en adquirir conciencia de subclase, lo cual les llevó a la organización, a la conciencia de sí, a sentirse trabajador, que no paria.
    Hacer hincapié en la diferencia de clases es algo que está mal visto por la Política de los larretas. Más bien se trata de tapar todas las fealdades, de taparlas con mucho cemento, con muchas mafaldas y mucha propaganda. Hay que utilizar eufemismos como “gran clase media”, donde todos los gatos son, en realidad, pobres. Y todos tan felices.
    Optar, sin embargo, por un pensamiento dialéctico, significa hacer política, con pe MAYÚSCULA. Es hacerse cargo de la polis con todas sus complejidades y contradicciones. Solo hay que deambular por la ciudad y patear cualquier lata: hay un buen puñado de subclases en busca todavía de su propia concienciación y dignidad.
    No hará falta, pues, que los larretas expulsen a los graboises de ninguna Política, porque unos y otros hacen cosas completamente diferentes, incluso opuestas.

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