Humor

¿Vamos de paseo?

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Rudy

Tarde otoñal, tal vez invernal, quién sabe a cuánto cotiza hoy la temperatura. Rebequita y Tobías apuran una (cada uno) taza de café:
–Tobías de mi pluscuamperfecto, ¿vamos a pasear?
–Bueno, Rebequita de mi corazón partido, ¿a dónde vamos?
–Ay, Tobías de mi yogur parcialmente descremado, ¿ves cómo sos, oís cómo sos, palpás cómo sos? No alcanzo a proponerte el «qué», que vos ya estás demandando el «dónde».
–Pero Rebequita de mi alma en pena, yo quise ser cortés.
–Quisiste ser cortés y fuiste cortante. En vez de proponerme, no sé, viajes increíbles, aventuras inimaginables, qué se yo, un tour por el inconsciente presidencial, una visita guiada al último DNU, un safari al Congreso, un fin de semana viviendo los peligros en un shopping, un programa tipo «sea panqueque por un día y vote leyes contra su mandato», una aventura tipo «Viaje por Europa en la comitiva presidencial y aprenda a esquivar tomatazos», o «Un crucero a bordo de un supermercado, en una góndola de productos de limpieza», «un viaje en fake new, que vuela más rápido que el sonido», ¡mirá, olé, sentí todo lo que hubieras podido ofrecerme, y vos me preguntás a dónde quiero ir! ¡No ves que sos un vetusto galancete! Decí que sos el único que tengo a mano, si no vos ni clasificabas para los octavos de final, peor que Escocia en la copa Europa, vos.
–Rebequita de mis tímpanos pinchados, ¡qué manera de bajarme el precio! ¡Tanta deflación por una pregunta en offside!
–No es la pregunta, ce n’est la questión, non e la domanda, ¡Es la falta de respuesta, mi Tobías anquilosado! ¿No aprendiste nada de la política, vos? ¿No viste que la falta de repuestas a tiempo hace que la gente se canse, se harte, se hastíe, se pudra, y vote contra sus propios intereses, sus propios capitales y sus propios instintos eróticos?
–Bueno, está bien, te llevo al cine. ¿Cuándo vamos?
–¿Vesvesvesvesves? No contento con preguntarme «dónde», ahora también me pedís el «cuándo»; si seguimos así, me vas a preguntar el «cómo», el «por qué» y hasta el «cuánto». ¡Hacete cargo de tus adverbios, tus pronombres y tus preposiciones, Tobías!
–¡Pero si la que «propuso» fuiste vos!
–Justamente, yo propongo y vos pre-ponés, o im-ponés y me predis-ponés
–Parece ja-ponés, Rebequita
–Okey, Tobías, dejá, no vayamos nada al cine, mejor llevame al shopping a comprar unos prejuicios, ¡que dicen que hay una oferta de tres por uno!

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